Por estos días es común enterarnos en las noticias, sobre los accidentes de tránsito, por la imprudencia de conductores ebrios, lo cual parece una epidemia que ha azotado todas las ciudades del país.
Por Carlos Guillermo Ramírez
Por estos días es común enterarnos en las noticias, sobre los accidentes de tránsito, por la imprudencia de conductores ebrios, lo cual parece una epidemia que ha azotado todas las ciudades del país; mientras que las autoridades de tránsito se empeñan en hacer controles de rutina para identificar las rutas del alcohol y los imprudentes, el Gobierno Nacional ha anunciado el incremento de las penas para quienes incurran en estas conductas y con ella ocasionen muertes o lesiones personales.
De todo esto, lo que llama la atención, es que en Colombia no existe la definición de una política criminal, porque está demostrado que nos movemos al vaivén de los escándalos, pues para cada escándalo respondemos con creación de nuevos delitos y aumento de penas.
No hemos entendido que el derecho penal no resuelve nada; por el contrario, lo que genera es cada vez más problemas: hacinamiento en las cárceles, motines, delincuencia interna y un gran dolor para los familiares de los reclusos.
Según los penalistas, el aumento de las penas, fue una idea que nació bajo la creencia que para prevenir el delito había que aumentar las penas, pero ya fue revaluada casi en todo el mundo, menos en Colombia; ello lo explica que nuestro código penal contemple penas hasta de 90 años de prisión, como la prevista para quien cometa el delito de tráfico de menores de edad en una de sus modalidades agravadas (Ley 1453/11).
¡Vaya que contradicción la del Gobierno¡cuando se habla del régimen penitenciario se invoca el discurso de la rehabilitación del reo para evitar la censura de utilizar el sistema penal como instrumento de represión, pero de manera paralela se impulsan o apoyan leyes que, como la anunciada dejan en claro que no hay ningún interés en rehabilitar al infractor; por el contrario pensaría que personas que llegan a la cárcel producto de un error (Una noche de rumba) y que desde luego, no son delincuentes, la prisión los conllevaría a serlo, inducidos por ladecepción, la depresión y la influencia del medio carcelario.
Pero lo más preocupante de todo esto, es que aún se guarda silencio respecto de quienes se dedican a la (fabricación, distribución y expendio) de bebidas embriagantes, no se anuncian medidas para estas empresas o personas, que de igual manera son responsables.
El consumo de alcohol en sí mismo, hace tanto daño a la sociedad en igual escala o dimensión que los accidentes de tránsito; más bien pareciera que cada día se tolerara y fomentara por nuestra sociedad y por el Estado, su consumo, que es lo que debe evitarse a toda costa y que además, debe ser la prioridad del Estado:Eliminar las causas, esto es, implementar medidas de defensa social, preventivas, educativas a través de las secretarías de salud para disminuir el consumo de alcohol y de esta manera concientizar a la sociedad.
Por estos días es común enterarnos en las noticias, sobre los accidentes de tránsito, por la imprudencia de conductores ebrios, lo cual parece una epidemia que ha azotado todas las ciudades del país.
Por Carlos Guillermo Ramírez
Por estos días es común enterarnos en las noticias, sobre los accidentes de tránsito, por la imprudencia de conductores ebrios, lo cual parece una epidemia que ha azotado todas las ciudades del país; mientras que las autoridades de tránsito se empeñan en hacer controles de rutina para identificar las rutas del alcohol y los imprudentes, el Gobierno Nacional ha anunciado el incremento de las penas para quienes incurran en estas conductas y con ella ocasionen muertes o lesiones personales.
De todo esto, lo que llama la atención, es que en Colombia no existe la definición de una política criminal, porque está demostrado que nos movemos al vaivén de los escándalos, pues para cada escándalo respondemos con creación de nuevos delitos y aumento de penas.
No hemos entendido que el derecho penal no resuelve nada; por el contrario, lo que genera es cada vez más problemas: hacinamiento en las cárceles, motines, delincuencia interna y un gran dolor para los familiares de los reclusos.
Según los penalistas, el aumento de las penas, fue una idea que nació bajo la creencia que para prevenir el delito había que aumentar las penas, pero ya fue revaluada casi en todo el mundo, menos en Colombia; ello lo explica que nuestro código penal contemple penas hasta de 90 años de prisión, como la prevista para quien cometa el delito de tráfico de menores de edad en una de sus modalidades agravadas (Ley 1453/11).
¡Vaya que contradicción la del Gobierno¡cuando se habla del régimen penitenciario se invoca el discurso de la rehabilitación del reo para evitar la censura de utilizar el sistema penal como instrumento de represión, pero de manera paralela se impulsan o apoyan leyes que, como la anunciada dejan en claro que no hay ningún interés en rehabilitar al infractor; por el contrario pensaría que personas que llegan a la cárcel producto de un error (Una noche de rumba) y que desde luego, no son delincuentes, la prisión los conllevaría a serlo, inducidos por ladecepción, la depresión y la influencia del medio carcelario.
Pero lo más preocupante de todo esto, es que aún se guarda silencio respecto de quienes se dedican a la (fabricación, distribución y expendio) de bebidas embriagantes, no se anuncian medidas para estas empresas o personas, que de igual manera son responsables.
El consumo de alcohol en sí mismo, hace tanto daño a la sociedad en igual escala o dimensión que los accidentes de tránsito; más bien pareciera que cada día se tolerara y fomentara por nuestra sociedad y por el Estado, su consumo, que es lo que debe evitarse a toda costa y que además, debe ser la prioridad del Estado:Eliminar las causas, esto es, implementar medidas de defensa social, preventivas, educativas a través de las secretarías de salud para disminuir el consumo de alcohol y de esta manera concientizar a la sociedad.