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En los preludios del nuevo siglo, cuando ya teníamos la certeza que el mundo no se acabaría en el año dos mil, tuvimos la oportunidad de adelantar un ejercicio de fortalecimiento de liderazgo, “Las Escuelas de Ciudadanía” que promovían dos instituciones de nivel internacional: la CAF y la ESAP.
En los preludios del nuevo siglo, cuando ya teníamos la certeza que el mundo no se acabaría en el año dos mil, tuvimos la oportunidad de adelantar un ejercicio de fortalecimiento de liderazgo, “Las Escuelas de Ciudadanía” que promovían dos instituciones de nivel internacional: la CAF y la ESAP.
Allí tuve la oportunidad, como coordinador del centro formativo, en Valledupar, de trabajar con un grupo de jóvenes de diferentes características, en función de fortalecer sus principios y valores y apropiarse de herramientas para ocuparse y dignificar la gestión en sus comunidades.
Justo allí encontré a una niña, Ana María Hernández Hernández, podría tener unos 18 años recién cumplidos, un poco tímida, se notaba nerviosa, y a veces un tanto absorta, pero en la medida que pasaba el tiempo se notaba dispuesta a aprender y a trabajar por su municipio, Bosconia, Cesar.
Pues esa joven de aquel entonces se ha convertido hoy en una gran mujer, y hace más de siete años, creó la Asociación de Artesanos de la Jagua de Ibirico – Asoarteja.
Su historia es muy particular, tiene raíces étnicas, es hermana gemela, su bisabuela paterna es de origen wayuu; todas las tardes Ana María la observaba tejer debajo de un frondoso palo de tamarindo.
Una tarde, un collar de mostacillas de su bisabuela, se soltó y se regaron todas las piedras, su abuela le pidió ayuda y luego de recoger la mostacilla la niña observó a su abuela tejiendo nuevamente su collar.
Esto volvió a su mente cuando su hijo, en el año 2008, le regaló una manilla del mismo material de aquel collar. Allí comenzó todo, sus recuerdos y las ganas de aprender le dieron fuerzas para iniciar su recorrido por el arte y el autoaprendizaje.
Eso que inició después de ver a su bisabuela, se convirtió en un hobby, que la hacía sentir muy bien y a creer que eso era lo suyo.
De su tierra natal se traslada a la Jagua de Ibirico, y creó un grupo de trabajo con sus vecinas, les enseñaba y creaban sus propios diseños. Fueron creciendo y les dieron rienda suelta a sus deseos de trabajar y darle forma a una asociación de mujeres emprendedoras y allí nace Asoarteja en el año 2017.
Vinieron las ferias, y Ana María comenzó a poner en práctica lo aprendido en la Escuela de Ciudadanía, su liderazgo fue creciendo. Comenzaron a darse resultados importantes: la alcaldesa de La Jagua 2016 – 2019, Yarcely Rangel Restrepo, les dio un espacio para trabajar en el centro comercial Ibirico Plaza; sin pagar arriendo hasta que fuesen autosostenibles. Hoy lo son.
Fueron objeto de un galardón especial, premios Julio Villazón Baquero de la Cámara de Comercio de Valledupar, en la categoría emprendimiento del año 2019, modalidad asociativa, patrocinada por Prodeco.
Su trabajo ha recorrido diferentes partes del mundo, Chile, Perú, Ecuador, Centroamérica; actualmente sus creaciones son vendidas en exclusiva en la tienda el Sabor de Colombia en Minnesota, Estados Unidos. En la Feria Valdivia de Chile también han promocionado sus productos.
Hoy es docente y enseña a mujeres de bajos estratos y se entrega de manera especial en esa labor; su unidad productiva está vigente y siguen los reconocimientos y premios por su labor. Éxitos, buen tejido en mostacilla y exaltación a Ana María Hernández de Asoarteja. Sólo Eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.
En los preludios del nuevo siglo, cuando ya teníamos la certeza que el mundo no se acabaría en el año dos mil, tuvimos la oportunidad de adelantar un ejercicio de fortalecimiento de liderazgo, “Las Escuelas de Ciudadanía” que promovían dos instituciones de nivel internacional: la CAF y la ESAP.
En los preludios del nuevo siglo, cuando ya teníamos la certeza que el mundo no se acabaría en el año dos mil, tuvimos la oportunidad de adelantar un ejercicio de fortalecimiento de liderazgo, “Las Escuelas de Ciudadanía” que promovían dos instituciones de nivel internacional: la CAF y la ESAP.
Allí tuve la oportunidad, como coordinador del centro formativo, en Valledupar, de trabajar con un grupo de jóvenes de diferentes características, en función de fortalecer sus principios y valores y apropiarse de herramientas para ocuparse y dignificar la gestión en sus comunidades.
Justo allí encontré a una niña, Ana María Hernández Hernández, podría tener unos 18 años recién cumplidos, un poco tímida, se notaba nerviosa, y a veces un tanto absorta, pero en la medida que pasaba el tiempo se notaba dispuesta a aprender y a trabajar por su municipio, Bosconia, Cesar.
Pues esa joven de aquel entonces se ha convertido hoy en una gran mujer, y hace más de siete años, creó la Asociación de Artesanos de la Jagua de Ibirico – Asoarteja.
Su historia es muy particular, tiene raíces étnicas, es hermana gemela, su bisabuela paterna es de origen wayuu; todas las tardes Ana María la observaba tejer debajo de un frondoso palo de tamarindo.
Una tarde, un collar de mostacillas de su bisabuela, se soltó y se regaron todas las piedras, su abuela le pidió ayuda y luego de recoger la mostacilla la niña observó a su abuela tejiendo nuevamente su collar.
Esto volvió a su mente cuando su hijo, en el año 2008, le regaló una manilla del mismo material de aquel collar. Allí comenzó todo, sus recuerdos y las ganas de aprender le dieron fuerzas para iniciar su recorrido por el arte y el autoaprendizaje.
Eso que inició después de ver a su bisabuela, se convirtió en un hobby, que la hacía sentir muy bien y a creer que eso era lo suyo.
De su tierra natal se traslada a la Jagua de Ibirico, y creó un grupo de trabajo con sus vecinas, les enseñaba y creaban sus propios diseños. Fueron creciendo y les dieron rienda suelta a sus deseos de trabajar y darle forma a una asociación de mujeres emprendedoras y allí nace Asoarteja en el año 2017.
Vinieron las ferias, y Ana María comenzó a poner en práctica lo aprendido en la Escuela de Ciudadanía, su liderazgo fue creciendo. Comenzaron a darse resultados importantes: la alcaldesa de La Jagua 2016 – 2019, Yarcely Rangel Restrepo, les dio un espacio para trabajar en el centro comercial Ibirico Plaza; sin pagar arriendo hasta que fuesen autosostenibles. Hoy lo son.
Fueron objeto de un galardón especial, premios Julio Villazón Baquero de la Cámara de Comercio de Valledupar, en la categoría emprendimiento del año 2019, modalidad asociativa, patrocinada por Prodeco.
Su trabajo ha recorrido diferentes partes del mundo, Chile, Perú, Ecuador, Centroamérica; actualmente sus creaciones son vendidas en exclusiva en la tienda el Sabor de Colombia en Minnesota, Estados Unidos. En la Feria Valdivia de Chile también han promocionado sus productos.
Hoy es docente y enseña a mujeres de bajos estratos y se entrega de manera especial en esa labor; su unidad productiva está vigente y siguen los reconocimientos y premios por su labor. Éxitos, buen tejido en mostacilla y exaltación a Ana María Hernández de Asoarteja. Sólo Eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.