Fue en Fundación, Magdalena, donde lo identificaron como ‘El Pollo Vallenato’, debido a su procedencia provinciana que hoy está ubicada en el Cesar y La Guajira, la cual fue parte geográfica del departamento del Magdalena.
Luis Enrique Martínez, legendario acordeonero, considerado el más vanguardista de la música vallenata, nació el 24 de febrero de 1923, en El Hatico, corregimiento de Fonseca, La Guajira, en el hogar conformado por Natividad Argote y Santander Martínez.
Su padre Santander, además de labrar el campo, aserrar madera y techar casas de palma, fue excelente acordeonero de la primera generación, que con su grupo musical amenizaba las fiestas de los diferentes pueblos de la comarca.
En la cotidianidad del seno de la familia, Luis Enrique ayudaba a su progenitor en las labores del campo y de manera alterna integró la agrupación musical que este dirigía, actuando como intérprete del redoblante y las maracas en las giras musicales con su papá por las diferentes poblaciones, en las que eran frecuentes las faenas llamadas “colita” especialmente en Machobayo, La Guajira, donde conoció a Francisco Moscote.
A raíz de la separación de sus padres en 1937, su madre Natividad Argote, viaja y decide residir en la población Fundación, Magdalena, ´zona bananera’, en la que buscaba nuevos horizontes. Dicho poblado era conocido como “La esquina del progreso” por su gran actividad económica y allí, ‘El pollo vallenato’ laboró en el campo como hombre de siembra, hacha y machete; crianza de animales y vendedor de agua, trabajo este que hacía montado en burro.
Para el carnaval de 1939, con la venta de un cerdo por valor $90 decide comprar su primer acordeón de una hilera, que le costó 7 pesos y desde ese momento comenzó su aprendizaje con vocación -solo y de oídas- de dicho instrumento.
Periódicamente, los fines de semana acudía a una cantina del poblado a escuchar los acordeones que habitualmente se daban cita allí, entre ellos, Francisco ‘Pacho’ Rada, Leonardo Núñez, ‘El león de Granada’, Simón Caballero y ‘Juancho’ Polo Valencia.
De este último, le escuchó las notas y canto de su canción ‘Alicia Adorada’. También, acudían otros acordeoneros que llegaban a Fundación atraídos por la bonanza bananera de la época.
El aprendizaje de Luis Enrique fue eficaz y alcanzó rápidamente habilidades y destrezas en la ejecución del acordeón. Con este instrumento, a partir de 1940 tuvo otra alternativa para ganar mayores dividendos en las rutas que debía afrontar por las exigencias de la vida, lo cual le llevó paulatinamente a abandonar su actividad campesina que ordinariamente sólo le permitía ganar 50 centavos, mientras que percibía $3 pesos por amenizar una fiesta que llamaban “Merengue”.
De las remembranzas de Luis Enrique se registra que, en su población natal, El Hatico, siendo muy niño escuchó la interpretación de acordeoneros que iban a visitar y parrandear con su padre. A ‘Chico’ Bolaños le escuchó la interpretación ‘La Gota Fría’ de Emiliano Zuleta Baquero, quien también estuvo en su casa, e igualmente, Lorenzo Morales, Juan Muñoz, Diego Sarmiento, Fortunato Fernández, sus primos Luis Pitre y Luis Martínez.
Frente a tales encuentros, Martínez Argote, manifestó en diferentes ocasiones que en el ámbito de su aprendizaje escuchó a la mayoría de los acordeoneros de trascendencia, de los cuales tomaba atenta nota, que le permitió desde sus inicios, visionar su estilo creativo y original, finalmente sus consigna e identidad.
Fue en Fundación, Magdalena, donde lo identificaron como ‘El Pollo Vallenato’, debido a su procedencia provinciana que hoy está ubicada en el Cesar y La Guajira, la cual fue parte geográfica del departamento del Magdalena.
En aquellos años muchos de tales provincianos perdían la pigmentación de su piel, que según especialistas del ramo, era generada por la picadura de un zancudo, que ocasionaba la enfermedad de vitíligo. A raíz de este remoquete, la música de acordeón en la región tomó el nombre de vallenata, que antes era conocida como música provinciana.
Tal identidad motivó que Luis Enrique hiciera su primera canción en ritmo de son:
“Ay, soy Enrique Martínez
Ay, me llaman el vallenato
Ay, yo tengo un cariño firme
También un bonito trato.
Cuando toco mi acordeón
Dicen que toco bonito”.
Con logros y madurez alcanzada, Luis Enrique, diestro en la ejecución del acordeón, decidió volver a su pueblo natal para visitar a su papá, que al observar los adelantos musicales de su hijo, le obsequió su acordeón ‘Guacamayo’ de 2 teclados para que fortaleciera sus capacidades y avanzara exitosamente con calidad y autenticidad.
En 1943, el famoso acordeonero Abel Antonio Villa había grabado en Barranquilla algunas canciones que se escuchaban a través de las pocas vitrolas existentes en el Magdalena y sus pueblos provincianos, lo cual le otorgaba especial connotación a Villa, según criterios de algunos analistas que comparaban los dos estilos más avanzados para ejecutar el acordeón. Sin embargo, los amigos de Martínez Argote lo animaban para que también grabara sus canciones.
En 1948 Luís Enrique decidió viajar a Barranquilla, donde estaban establecidos varios estudios de grabación con tecnología propia de su época, en los cuales dicho proceso se realizaba en discos de cartón con una pasta de acetato por encima de 78 Rpm.
En ese contexto, estaban personalidades sobresalientes en la actividad, entre ellos, Carlos Dieppa, ‘El Che’ Granados, Luis Barrios, Víctor Amórtegui, la empresa ‘Foto Velasco’ de Emigdio Velasco, que tenía la licencia del sello disquero Odeón de Argentina, y a través de esta el ‘Pollo Vallenato’ realizó su primera grabación titulada, ‘Pa que sepa, Pa que Chupe’, dedicada como mensaje de reto para Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago, con quienes tenía una piquería.
La mencionada grabación fue llevada a cabo con el famoso acordeón de dos teclados denominado ‘Guacamayo’ que había reemplazado el acordeón de un solo teclado.
La capacidad y talento natural de Luis Enrique Martínez le permitieron ser versátil para interpretar diferentes géneros musicales.
En 1951 integró a su repertorio la canción ‘La Cama Berrochona’ una cumbia de Esteban Montaño, la cual hacía alusión a la vida sexual del compositor, siendo escuchada con agrado por Toño Fuentes, empresario del acetato, quien recomendó modificar su letra y el compositor de la misma accedió a tal cambio, siendo grabado como ‘La Cumbia Cienaguera’, tal vez el mayor éxito musical interpretado por Luis Enrique Martínez, que por esa y otras razones logró ser uno de los símbolos de la colombianidad, extendido a diferentes generaciones y fronteras geográficas mundiales, con versiones en diferentes ritmos e interpretada por muchos artistas en diversos países.
Tales circunstancias le permitieron a Luis Enrique conocer e interpretar, por primera vez, el acordeón de tres teclados, un instrumento que había adquirido Toño Fuentes en Estados Unidos para las grabaciones de su sello disquero en este tipo de música popular.
A partir de ese momento histórico, el novedoso acordeón fue el medio trascendental que impulsó la gesta de Luis Enrique Martínez para iniciar la verdadera revolución en la ejecución melodiosa y la implementación de cambios rítmicos con estética en la música vallenata tradicional.
Tales innovaciones cambiaron la manera de ejecutar esas esencias del folclor vallenato para edificar melodías y ritmos que perduran hasta nuestros días.
Con certeza se concluye que, Luis Enrique Martínez Argote fue el primer acordeonero en hacer acordes melódicos con los bajos del acordeón. Logró edificar arpegios novedosos que le permitieron ser el primero en recorrer y sacar notas a los tres teclados del acordeón vallenato y fusionar el sonido de los bajos con los pitos de este instrumento.
En ese trasegar creativo, Luis Enrique incorporó la guitarra como acompañante de su acordeón. Primero fue con Julio Bovea, después Esteban Montaño, luego Adriano Salas, que lo reemplaza Juan Esteban Madrid, su compañero por 40 años de faenas musicales, que además le apoyaba como segunda voz, otra figura estética del canto creada por el maestro Martínez.
Es precisos resaltar que una de las canciones de mayor impacto creada por Martínez, fue ‘Jardín de Fundación’, nacida de la gratitud por el terruño que lo acogió con su madre y su familia.
En ese canto innovó la forma de ejecutar el ritmo de paseo; le introdujo una figura musical diferente a como se venía haciendo, es decir, que comúnmente iniciaba con melodía del canto y en el medio creó otras figuras novedosas. El remate o final fue diferente a lo que usualmente expresaban todos los acordeoneros de la época y los que le antecedieron.
Son numerosos los testimonios de propios y extraños que ratifican la integralidad cultura del folclor vallenato con su acordeón, caja, guacharaca, canciones y cantos, que en su dinámica histórica e incluyente ha logrado ser un nicho de creatividad, emprendimientos y productividad variados que brinda espacios para que irradien narrativas alusivas a expresiones costumbristas y a las tradiciones.
También los valores como el amor y la amistad; la naturaleza y el medio ambiente, los usos, la magia, el arte, los ritos y lo sagrado, la religión, el lenguaje, la raza, los mitos y leyendas, la integración de los pueblos, la familia, y otras manifestaciones de articulación social en sentido amplio.
Emiliano Zuleta Díaz, afirma que “Luis Enrique ha sido el mejor acordeonero de la música vallenata, dejó un gran legado”. Andrés “El Turco” Gil manifiesta: “El Pollo vallenato” es el acordeonero más completo que ha tenido la música vallenata, el más creativo”. Emilio Oviedo dice que “Luis Enrique es un ícono, una insignia, un referente”.
Luis Enrique Martínez Argote por su talante y personalidad constituye una expresión histórica e integral de la música vallenata, enmarcada en el folclor nacional, porque su vida y obra lo llevó a edificar con vocación la diversidad de expresiones socioculturales aludidas, que abarcan desde su niñez hasta su partida eterna, para constituirse en juglar íntegro y referente moral que año tras año es emulado y recordado en muchos eventos y festivales como ejemplo excepcional por todas las generaciones de músicos, intérpretes, gestores culturales y ciudadanos del mundo.
Luis Enrique Martínez luego de dos intentos fallidos, en 1968 y 1971, ganó la corona de rey vallenato en 1973 enfrentado a excelsas figuras del Folclor Vallenato como Andrés Landeros y Julio De La Ossa, que más tarde alcanzaron a ser calificados y distinguidos en ese mismo lugar de los mejores.
El balance de la gestión y resultados de la vida musical de Luís Enrique Martínez Argote es un hito admirable e inconmensurable. Cualitativamente presenta una estampa histórica con más de 150 canciones de su autoría en los cuatro aires vallenatos.
Alcanzó a grabar cerca de 35 álbumes musicales con los que impulsó a muchos compositores que le acompañaron en el recorrido de su admirable legado cultural, entre ellos, César Marín, Adriano Salas, Esteban Montaño y muchos más. Luis Enrique Martínez, falleció en Santa Marta, Magdalena el 25 de marzo de 1995.
Por Celso Guerra Gutiérrez
Fue en Fundación, Magdalena, donde lo identificaron como ‘El Pollo Vallenato’, debido a su procedencia provinciana que hoy está ubicada en el Cesar y La Guajira, la cual fue parte geográfica del departamento del Magdalena.
Luis Enrique Martínez, legendario acordeonero, considerado el más vanguardista de la música vallenata, nació el 24 de febrero de 1923, en El Hatico, corregimiento de Fonseca, La Guajira, en el hogar conformado por Natividad Argote y Santander Martínez.
Su padre Santander, además de labrar el campo, aserrar madera y techar casas de palma, fue excelente acordeonero de la primera generación, que con su grupo musical amenizaba las fiestas de los diferentes pueblos de la comarca.
En la cotidianidad del seno de la familia, Luis Enrique ayudaba a su progenitor en las labores del campo y de manera alterna integró la agrupación musical que este dirigía, actuando como intérprete del redoblante y las maracas en las giras musicales con su papá por las diferentes poblaciones, en las que eran frecuentes las faenas llamadas “colita” especialmente en Machobayo, La Guajira, donde conoció a Francisco Moscote.
A raíz de la separación de sus padres en 1937, su madre Natividad Argote, viaja y decide residir en la población Fundación, Magdalena, ´zona bananera’, en la que buscaba nuevos horizontes. Dicho poblado era conocido como “La esquina del progreso” por su gran actividad económica y allí, ‘El pollo vallenato’ laboró en el campo como hombre de siembra, hacha y machete; crianza de animales y vendedor de agua, trabajo este que hacía montado en burro.
Para el carnaval de 1939, con la venta de un cerdo por valor $90 decide comprar su primer acordeón de una hilera, que le costó 7 pesos y desde ese momento comenzó su aprendizaje con vocación -solo y de oídas- de dicho instrumento.
Periódicamente, los fines de semana acudía a una cantina del poblado a escuchar los acordeones que habitualmente se daban cita allí, entre ellos, Francisco ‘Pacho’ Rada, Leonardo Núñez, ‘El león de Granada’, Simón Caballero y ‘Juancho’ Polo Valencia.
De este último, le escuchó las notas y canto de su canción ‘Alicia Adorada’. También, acudían otros acordeoneros que llegaban a Fundación atraídos por la bonanza bananera de la época.
El aprendizaje de Luis Enrique fue eficaz y alcanzó rápidamente habilidades y destrezas en la ejecución del acordeón. Con este instrumento, a partir de 1940 tuvo otra alternativa para ganar mayores dividendos en las rutas que debía afrontar por las exigencias de la vida, lo cual le llevó paulatinamente a abandonar su actividad campesina que ordinariamente sólo le permitía ganar 50 centavos, mientras que percibía $3 pesos por amenizar una fiesta que llamaban “Merengue”.
De las remembranzas de Luis Enrique se registra que, en su población natal, El Hatico, siendo muy niño escuchó la interpretación de acordeoneros que iban a visitar y parrandear con su padre. A ‘Chico’ Bolaños le escuchó la interpretación ‘La Gota Fría’ de Emiliano Zuleta Baquero, quien también estuvo en su casa, e igualmente, Lorenzo Morales, Juan Muñoz, Diego Sarmiento, Fortunato Fernández, sus primos Luis Pitre y Luis Martínez.
Frente a tales encuentros, Martínez Argote, manifestó en diferentes ocasiones que en el ámbito de su aprendizaje escuchó a la mayoría de los acordeoneros de trascendencia, de los cuales tomaba atenta nota, que le permitió desde sus inicios, visionar su estilo creativo y original, finalmente sus consigna e identidad.
Fue en Fundación, Magdalena, donde lo identificaron como ‘El Pollo Vallenato’, debido a su procedencia provinciana que hoy está ubicada en el Cesar y La Guajira, la cual fue parte geográfica del departamento del Magdalena.
En aquellos años muchos de tales provincianos perdían la pigmentación de su piel, que según especialistas del ramo, era generada por la picadura de un zancudo, que ocasionaba la enfermedad de vitíligo. A raíz de este remoquete, la música de acordeón en la región tomó el nombre de vallenata, que antes era conocida como música provinciana.
Tal identidad motivó que Luis Enrique hiciera su primera canción en ritmo de son:
“Ay, soy Enrique Martínez
Ay, me llaman el vallenato
Ay, yo tengo un cariño firme
También un bonito trato.
Cuando toco mi acordeón
Dicen que toco bonito”.
Con logros y madurez alcanzada, Luis Enrique, diestro en la ejecución del acordeón, decidió volver a su pueblo natal para visitar a su papá, que al observar los adelantos musicales de su hijo, le obsequió su acordeón ‘Guacamayo’ de 2 teclados para que fortaleciera sus capacidades y avanzara exitosamente con calidad y autenticidad.
En 1943, el famoso acordeonero Abel Antonio Villa había grabado en Barranquilla algunas canciones que se escuchaban a través de las pocas vitrolas existentes en el Magdalena y sus pueblos provincianos, lo cual le otorgaba especial connotación a Villa, según criterios de algunos analistas que comparaban los dos estilos más avanzados para ejecutar el acordeón. Sin embargo, los amigos de Martínez Argote lo animaban para que también grabara sus canciones.
En 1948 Luís Enrique decidió viajar a Barranquilla, donde estaban establecidos varios estudios de grabación con tecnología propia de su época, en los cuales dicho proceso se realizaba en discos de cartón con una pasta de acetato por encima de 78 Rpm.
En ese contexto, estaban personalidades sobresalientes en la actividad, entre ellos, Carlos Dieppa, ‘El Che’ Granados, Luis Barrios, Víctor Amórtegui, la empresa ‘Foto Velasco’ de Emigdio Velasco, que tenía la licencia del sello disquero Odeón de Argentina, y a través de esta el ‘Pollo Vallenato’ realizó su primera grabación titulada, ‘Pa que sepa, Pa que Chupe’, dedicada como mensaje de reto para Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago, con quienes tenía una piquería.
La mencionada grabación fue llevada a cabo con el famoso acordeón de dos teclados denominado ‘Guacamayo’ que había reemplazado el acordeón de un solo teclado.
La capacidad y talento natural de Luis Enrique Martínez le permitieron ser versátil para interpretar diferentes géneros musicales.
En 1951 integró a su repertorio la canción ‘La Cama Berrochona’ una cumbia de Esteban Montaño, la cual hacía alusión a la vida sexual del compositor, siendo escuchada con agrado por Toño Fuentes, empresario del acetato, quien recomendó modificar su letra y el compositor de la misma accedió a tal cambio, siendo grabado como ‘La Cumbia Cienaguera’, tal vez el mayor éxito musical interpretado por Luis Enrique Martínez, que por esa y otras razones logró ser uno de los símbolos de la colombianidad, extendido a diferentes generaciones y fronteras geográficas mundiales, con versiones en diferentes ritmos e interpretada por muchos artistas en diversos países.
Tales circunstancias le permitieron a Luis Enrique conocer e interpretar, por primera vez, el acordeón de tres teclados, un instrumento que había adquirido Toño Fuentes en Estados Unidos para las grabaciones de su sello disquero en este tipo de música popular.
A partir de ese momento histórico, el novedoso acordeón fue el medio trascendental que impulsó la gesta de Luis Enrique Martínez para iniciar la verdadera revolución en la ejecución melodiosa y la implementación de cambios rítmicos con estética en la música vallenata tradicional.
Tales innovaciones cambiaron la manera de ejecutar esas esencias del folclor vallenato para edificar melodías y ritmos que perduran hasta nuestros días.
Con certeza se concluye que, Luis Enrique Martínez Argote fue el primer acordeonero en hacer acordes melódicos con los bajos del acordeón. Logró edificar arpegios novedosos que le permitieron ser el primero en recorrer y sacar notas a los tres teclados del acordeón vallenato y fusionar el sonido de los bajos con los pitos de este instrumento.
En ese trasegar creativo, Luis Enrique incorporó la guitarra como acompañante de su acordeón. Primero fue con Julio Bovea, después Esteban Montaño, luego Adriano Salas, que lo reemplaza Juan Esteban Madrid, su compañero por 40 años de faenas musicales, que además le apoyaba como segunda voz, otra figura estética del canto creada por el maestro Martínez.
Es precisos resaltar que una de las canciones de mayor impacto creada por Martínez, fue ‘Jardín de Fundación’, nacida de la gratitud por el terruño que lo acogió con su madre y su familia.
En ese canto innovó la forma de ejecutar el ritmo de paseo; le introdujo una figura musical diferente a como se venía haciendo, es decir, que comúnmente iniciaba con melodía del canto y en el medio creó otras figuras novedosas. El remate o final fue diferente a lo que usualmente expresaban todos los acordeoneros de la época y los que le antecedieron.
Son numerosos los testimonios de propios y extraños que ratifican la integralidad cultura del folclor vallenato con su acordeón, caja, guacharaca, canciones y cantos, que en su dinámica histórica e incluyente ha logrado ser un nicho de creatividad, emprendimientos y productividad variados que brinda espacios para que irradien narrativas alusivas a expresiones costumbristas y a las tradiciones.
También los valores como el amor y la amistad; la naturaleza y el medio ambiente, los usos, la magia, el arte, los ritos y lo sagrado, la religión, el lenguaje, la raza, los mitos y leyendas, la integración de los pueblos, la familia, y otras manifestaciones de articulación social en sentido amplio.
Emiliano Zuleta Díaz, afirma que “Luis Enrique ha sido el mejor acordeonero de la música vallenata, dejó un gran legado”. Andrés “El Turco” Gil manifiesta: “El Pollo vallenato” es el acordeonero más completo que ha tenido la música vallenata, el más creativo”. Emilio Oviedo dice que “Luis Enrique es un ícono, una insignia, un referente”.
Luis Enrique Martínez Argote por su talante y personalidad constituye una expresión histórica e integral de la música vallenata, enmarcada en el folclor nacional, porque su vida y obra lo llevó a edificar con vocación la diversidad de expresiones socioculturales aludidas, que abarcan desde su niñez hasta su partida eterna, para constituirse en juglar íntegro y referente moral que año tras año es emulado y recordado en muchos eventos y festivales como ejemplo excepcional por todas las generaciones de músicos, intérpretes, gestores culturales y ciudadanos del mundo.
Luis Enrique Martínez luego de dos intentos fallidos, en 1968 y 1971, ganó la corona de rey vallenato en 1973 enfrentado a excelsas figuras del Folclor Vallenato como Andrés Landeros y Julio De La Ossa, que más tarde alcanzaron a ser calificados y distinguidos en ese mismo lugar de los mejores.
El balance de la gestión y resultados de la vida musical de Luís Enrique Martínez Argote es un hito admirable e inconmensurable. Cualitativamente presenta una estampa histórica con más de 150 canciones de su autoría en los cuatro aires vallenatos.
Alcanzó a grabar cerca de 35 álbumes musicales con los que impulsó a muchos compositores que le acompañaron en el recorrido de su admirable legado cultural, entre ellos, César Marín, Adriano Salas, Esteban Montaño y muchos más. Luis Enrique Martínez, falleció en Santa Marta, Magdalena el 25 de marzo de 1995.
Por Celso Guerra Gutiérrez