Optimismo verde afloras/ con el dos mil veintitrés/ que sin dudarlo esta vez/ nos traerás gran bendición/ y sea esta la ocasión/ para bajar la altivez”.
“Al ocaso de las horas/ del año que terminó/ el tiempo nos conminó/ al marchitar las auroras.
Optimismo verde afloras/ con el dos mil veintitrés/ que sin dudarlo esta vez/ nos traerás gran bendición/ y sea esta la ocasión/ para bajar la altivez”.
Con estas décimas, de mi autoría, arrancamos este nuevo año, con el consabido optimismo; con los deseos, y la esperanza, recargados, full total; es necesario que no bajemos la guardia y para la fortuna de nuestro pueblo amado, nuestro departamento, la región Caribe y el país en general, las cosas comiencen a tener forma y marchar.
Que los deshonrosos lugares en los que nos movemos: desnutrición infantil, desempleo, inseguridad y violencia tengan un asidero de trabajo por parte del alcalde del desorden va, del gobernador en cuerpo ajeno y del presidente, que aún no sabemos.
Que arranquen a trabajar en procura de bajarle a esos niveles estadísticos que nos tienen mal parados. Tristemente. Aunque ya les queda solo un año –gobernación y alcaldía – y en este año se dedicarán a meterle la ficha, es decir la plata, al candidato que les sucederá para que los cuide de las ías.
Es deplorable ver a Valledupar llena de huecos, sus calles parecen trincheras de guerra, la malla vial es un caos, la movilidad es nefasta, los agentes y reguladores del tránsito son convidados de piedra que solo se dedican, dicen por ahí, a constreñir a los infractores para su beneficio. ¿Recuerdan el caso de la agente de tránsito cacheteada por la mujer que reclamaba la plata de una infracción? Solo un caso, patético.
Me decía Wilfrido Rodríguez Orozco, el poeta del año, que había necesidad de escribir sobre ‘Valledupar West’; que esto era eso, un escenario al mejor estilo de Hollywood, y que cada quien armado aplique la ley del más fuerte, quien saque primero. Es increíble pero así estamos.
Un forajido, con machete en mano asusta y hace correr al vigilante y a toda la comunidad de ‘Lorenzo Morales’ y en ‘Nando Marín’ no están lejos de esa realidad. En medio de todo, estamos sitiados por la violencia y la inseguridad. Los buenos nos tenemos que esconder.
En fin, viene un año político, llegan unas cuantas caras nuevas y las otras, las mismas de siempre, a proponer este mundo y el otro. A convertir a Valledupar en un paraíso, sin Adán y sin Eva, pero en un paraíso.
Un año político en el que, al rigor de las propuestas vemos que todos tienen un diagnóstico preciso del caos que vivimos: obras con sobrecostos, algunas innecesarias, la salud en crisis, la educación igual, la cultura la cenicienta del paseo, la inseguridad, el desorden de la ciudad y un sinnúmero de detalles que para proponer soluciones todos están expeditos, al salir elegidos los ungidos calladitos.
Necesitamos gente con disposición al trabajo, líderes comprometidos, políticos de corazón y disposición no de emoción; necesitamos trabajadores de lo público ligados con la gestión pulcra y transparente, que sepan, no que tengan que contratar cien asesores, con sueldos exorbitantes y la vaina no funcione.
Aquí es donde debemos pararnos en la raya, escoger bien, no de estómago o de compromiso, tenemos el poder, ¿o el poder para qué?
Hasta donde vamos esto no aguanta, pero lo que viene no pinta de la mejor forma, así que nos toca ser responsables y saber elegir… Este es el año, ¡arranquemos! Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara
Optimismo verde afloras/ con el dos mil veintitrés/ que sin dudarlo esta vez/ nos traerás gran bendición/ y sea esta la ocasión/ para bajar la altivez”.
“Al ocaso de las horas/ del año que terminó/ el tiempo nos conminó/ al marchitar las auroras.
Optimismo verde afloras/ con el dos mil veintitrés/ que sin dudarlo esta vez/ nos traerás gran bendición/ y sea esta la ocasión/ para bajar la altivez”.
Con estas décimas, de mi autoría, arrancamos este nuevo año, con el consabido optimismo; con los deseos, y la esperanza, recargados, full total; es necesario que no bajemos la guardia y para la fortuna de nuestro pueblo amado, nuestro departamento, la región Caribe y el país en general, las cosas comiencen a tener forma y marchar.
Que los deshonrosos lugares en los que nos movemos: desnutrición infantil, desempleo, inseguridad y violencia tengan un asidero de trabajo por parte del alcalde del desorden va, del gobernador en cuerpo ajeno y del presidente, que aún no sabemos.
Que arranquen a trabajar en procura de bajarle a esos niveles estadísticos que nos tienen mal parados. Tristemente. Aunque ya les queda solo un año –gobernación y alcaldía – y en este año se dedicarán a meterle la ficha, es decir la plata, al candidato que les sucederá para que los cuide de las ías.
Es deplorable ver a Valledupar llena de huecos, sus calles parecen trincheras de guerra, la malla vial es un caos, la movilidad es nefasta, los agentes y reguladores del tránsito son convidados de piedra que solo se dedican, dicen por ahí, a constreñir a los infractores para su beneficio. ¿Recuerdan el caso de la agente de tránsito cacheteada por la mujer que reclamaba la plata de una infracción? Solo un caso, patético.
Me decía Wilfrido Rodríguez Orozco, el poeta del año, que había necesidad de escribir sobre ‘Valledupar West’; que esto era eso, un escenario al mejor estilo de Hollywood, y que cada quien armado aplique la ley del más fuerte, quien saque primero. Es increíble pero así estamos.
Un forajido, con machete en mano asusta y hace correr al vigilante y a toda la comunidad de ‘Lorenzo Morales’ y en ‘Nando Marín’ no están lejos de esa realidad. En medio de todo, estamos sitiados por la violencia y la inseguridad. Los buenos nos tenemos que esconder.
En fin, viene un año político, llegan unas cuantas caras nuevas y las otras, las mismas de siempre, a proponer este mundo y el otro. A convertir a Valledupar en un paraíso, sin Adán y sin Eva, pero en un paraíso.
Un año político en el que, al rigor de las propuestas vemos que todos tienen un diagnóstico preciso del caos que vivimos: obras con sobrecostos, algunas innecesarias, la salud en crisis, la educación igual, la cultura la cenicienta del paseo, la inseguridad, el desorden de la ciudad y un sinnúmero de detalles que para proponer soluciones todos están expeditos, al salir elegidos los ungidos calladitos.
Necesitamos gente con disposición al trabajo, líderes comprometidos, políticos de corazón y disposición no de emoción; necesitamos trabajadores de lo público ligados con la gestión pulcra y transparente, que sepan, no que tengan que contratar cien asesores, con sueldos exorbitantes y la vaina no funcione.
Aquí es donde debemos pararnos en la raya, escoger bien, no de estómago o de compromiso, tenemos el poder, ¿o el poder para qué?
Hasta donde vamos esto no aguanta, pero lo que viene no pinta de la mejor forma, así que nos toca ser responsables y saber elegir… Este es el año, ¡arranquemos! Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara