Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 30 diciembre, 2022

Aquellas cucarachas de antaño

Posiblemente si usted hoy manda a un muchacho con esta frase obtenga resultados distintos: Ves al Boliche, tráeme una muchacha que sea traquitraqui, tu premio será una chiricana grandota y picante.

Boton Wpp

Posiblemente si usted hoy manda a un muchacho con esta frase obtenga resultados distintos: Ves al Boliche, tráeme una muchacha que sea traquitraqui, tu premio será una chiricana grandota y picante. El muchacho es posible que no conozca los boliches, esos globitos de vidrios con colores en forma de llama por dentro generalmente rojos, azules, amarillos y verdes y era la pregunta obligada para los curiosos como metían esos colores ahí tan perfectos. Y lo peor, algunos adultos algo más formados llamaban canicas. 

Nosotros siempre los llamamos boliches y ya. Pensarán igual que una chica traquitraqui es algo traqueta como algunos músicos vallenatos, que luego se quejan porque siempre donde hay un grupo de narcos son los primeros en estar presentes, menos mal que el gobierno del norte trabaja secretamente en un listado donde analizará cuáles son esas joyitas para negarles entrada al país, y al mismo tiempo evitar lavaderos, no precisamente de ropa sucia.

Esas gotitas azules derramadas sobre basto papel eran los traquitraqui, que si bien tenían algo de peligro no pasaba de quemar la uña como advertencia. Tal vez esa generación fue menos adicta a los robos de cualquier especie, hoy con las transferencias se roban todo en la cara de todos y lo mejor, como si fuera premio casi todos aplauden como si esa fuera la misión. Y en cuanto a la chiricana grande, ese dulce extinto en la Provincia, los jóvenes pensaran que es alguna chica cantante de nombre Ana y famosa cada semana porque algo le agarran sus seguidores, como ella misma no encuentra de donde agarrarse en serio. Y en los castillos pasan muchas cosas, no olvidemos el verso del viejo vate cartagenero, ‘El Tuerto’ López:  La mujer que da en fumar, con aires de libertina, amarga con nicotina, la dulzura del besar, y   cuando suele bailar, remolina la cadera, va buscando lanzadera y se bebe y se emborracha, expone la cucaracha a que la pise cualquiera.

 No soy animista conceptual, pero tampoco pierdo los ánimos tratando de coleccionar cucarachas borrachas, un hobby con furor en las discotecas actuales y con las nuevas tendencias del vallenato, uno no encuentra cosa distinta. Ya Moralitos, viejo zorro del vallenato, hizo versos parecidos en busca de la cosa. Hoy los traductores indican que una mujer traquitraqui es puro fuego y si viene del sector del boliche la cosa no tiene preguntas. Desconocen que  la zona ya no es la misma llena de bares y cantinas, sino de viejos talleres de mecánica popular, con todos los dichos y el mundo, incluso tranquilo para conversar con los trabajadores de ahí, encuentras mil historias por escribir para deleite de la misma vallenatía, que ha perdido uno de sus mejores recursos: el cuento.

El picante de la chiricana dulcera de antaño se fue olvidando, las viejas maestras se fueron con sus fórmulas y saberes, los viejos polvoreros azules de los triquitraquis también pasaron a explosiones más dañinas que dejan muestras escalofriantes por todos partes, los reportes señalan más de 500 personas quemadas, algo grave en un país con visos de civilización, pero con herencias perversas de niños quemados, un país que solo debería soñar con quemar en las urnas a sus malos políticos.  Bueno al final del año, donde por temas de economía los regalos son ausentes, una mujer traquitraqui con grande chiricana se recibe a gusto, ya es hora de ir cambiando natillas y buñuelos industriales por algo hecho por la naturaleza sin tantos cirujanos moldeadores. Y dejen a  los castillos quietos, es posible que Ana Bolena reviva como Ana Botella, casos se han visto. A Cuidarse.

Por Edgardo Mendoza Guerra

Columnista
30 diciembre, 2022

Aquellas cucarachas de antaño

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Posiblemente si usted hoy manda a un muchacho con esta frase obtenga resultados distintos: Ves al Boliche, tráeme una muchacha que sea traquitraqui, tu premio será una chiricana grandota y picante.


Posiblemente si usted hoy manda a un muchacho con esta frase obtenga resultados distintos: Ves al Boliche, tráeme una muchacha que sea traquitraqui, tu premio será una chiricana grandota y picante. El muchacho es posible que no conozca los boliches, esos globitos de vidrios con colores en forma de llama por dentro generalmente rojos, azules, amarillos y verdes y era la pregunta obligada para los curiosos como metían esos colores ahí tan perfectos. Y lo peor, algunos adultos algo más formados llamaban canicas. 

Nosotros siempre los llamamos boliches y ya. Pensarán igual que una chica traquitraqui es algo traqueta como algunos músicos vallenatos, que luego se quejan porque siempre donde hay un grupo de narcos son los primeros en estar presentes, menos mal que el gobierno del norte trabaja secretamente en un listado donde analizará cuáles son esas joyitas para negarles entrada al país, y al mismo tiempo evitar lavaderos, no precisamente de ropa sucia.

Esas gotitas azules derramadas sobre basto papel eran los traquitraqui, que si bien tenían algo de peligro no pasaba de quemar la uña como advertencia. Tal vez esa generación fue menos adicta a los robos de cualquier especie, hoy con las transferencias se roban todo en la cara de todos y lo mejor, como si fuera premio casi todos aplauden como si esa fuera la misión. Y en cuanto a la chiricana grande, ese dulce extinto en la Provincia, los jóvenes pensaran que es alguna chica cantante de nombre Ana y famosa cada semana porque algo le agarran sus seguidores, como ella misma no encuentra de donde agarrarse en serio. Y en los castillos pasan muchas cosas, no olvidemos el verso del viejo vate cartagenero, ‘El Tuerto’ López:  La mujer que da en fumar, con aires de libertina, amarga con nicotina, la dulzura del besar, y   cuando suele bailar, remolina la cadera, va buscando lanzadera y se bebe y se emborracha, expone la cucaracha a que la pise cualquiera.

 No soy animista conceptual, pero tampoco pierdo los ánimos tratando de coleccionar cucarachas borrachas, un hobby con furor en las discotecas actuales y con las nuevas tendencias del vallenato, uno no encuentra cosa distinta. Ya Moralitos, viejo zorro del vallenato, hizo versos parecidos en busca de la cosa. Hoy los traductores indican que una mujer traquitraqui es puro fuego y si viene del sector del boliche la cosa no tiene preguntas. Desconocen que  la zona ya no es la misma llena de bares y cantinas, sino de viejos talleres de mecánica popular, con todos los dichos y el mundo, incluso tranquilo para conversar con los trabajadores de ahí, encuentras mil historias por escribir para deleite de la misma vallenatía, que ha perdido uno de sus mejores recursos: el cuento.

El picante de la chiricana dulcera de antaño se fue olvidando, las viejas maestras se fueron con sus fórmulas y saberes, los viejos polvoreros azules de los triquitraquis también pasaron a explosiones más dañinas que dejan muestras escalofriantes por todos partes, los reportes señalan más de 500 personas quemadas, algo grave en un país con visos de civilización, pero con herencias perversas de niños quemados, un país que solo debería soñar con quemar en las urnas a sus malos políticos.  Bueno al final del año, donde por temas de economía los regalos son ausentes, una mujer traquitraqui con grande chiricana se recibe a gusto, ya es hora de ir cambiando natillas y buñuelos industriales por algo hecho por la naturaleza sin tantos cirujanos moldeadores. Y dejen a  los castillos quietos, es posible que Ana Bolena reviva como Ana Botella, casos se han visto. A Cuidarse.

Por Edgardo Mendoza Guerra