En este tiempo se plantea una actitud subjetiva de los menores hacia los padres o, algunas veces, al padrastro o a la madrastra: odio, como manifestación y solución a las crisis y tensiones que ha vivido una familia y, en especial, aquellas situaciones que han afectado la psicología y afectividad del menor: los estados de […]
En este tiempo se plantea una actitud subjetiva de los menores hacia los padres o, algunas veces, al padrastro o a la madrastra: odio, como manifestación y solución a las crisis y tensiones que ha vivido una familia y, en especial, aquellas situaciones que han afectado la psicología y afectividad del menor: los estados de abandono, castigos laborales en trabajos pesados, malos tratos. Entre otros factores que hieren la personalidad del menor, lo conducen a esta situación.
Cuando las tensiones familiares y conflictos permanentes han avanzado, involucrando al menor, este decide, como una solución, abandonar transitoriamente el hogar. Algunas veces esta huida de la casa se debe a la venganza del menor por haber cometido una fechoría o acto que contraría los valores de los padres. Existen situaciones en las cuales los padrastros hacen imposible la vida del menor, optando como solución al conflicto el abandono del hogar.
La desintegración es la fase más aguda del fenómeno que se estudia, se presenta una total desarmonía en los roles que desempeñan los integrantes del grupo. Disfuncionalidad esta que conduce a la dispersión total o parcial del grupo familiar. La situación: abandono del hogar por parte del padre, de la madre o del menor. Es un problema común en nuestro medio. El fenómeno anterior viene a configurar la fase que se ha denominado como desintegración familiar, producida por factores objetivos y subjetivos que al mezclarse produce la ruptura. Los deberes contraídos por los cónyuges cesan y la participación en el grupo toma una característica negativa.
El aspecto del concubinato obedece a una unión que no se realiza de manera legal, al rompimiento de esta unión ilegal, en ciertas ocasiones y en otras, a la ruptura de un concubinato anterior, presentándose algunas veces la coexistencia con el matrimonio de un mismo individuo. Al no existir un reconocimiento legal a la institución del concubinato es la mujer, en la mayoría de las ocasiones, la que asume las obligaciones del padre. Cabe anotar que el concubinato se desintegra algunas veces por el deseo de uno de los concubinos de contraer matrimonio eclesiástico con una tercera persona, abandonando de esta forma los deberes contraídos en ese concubinato.
La desintegración familiar es un fenómeno producto de la desorganización institucional reinante en la sociedad. Su familia como núcleo de la sociedad soporta las fallas estructurales del sistema, que se proyecta en inadecuaciones sociales, desarrollándose un medio ambiente que atenta contra la integridad del grupo familiar.
La escasa preparación de las clases bajas, las circunstancias económicas y de conformación social, entre otros factores, son medios propicios para desarrollar tendencias delictivas. Se puede concluir que una de las causas fundamentales de la desintegración familiar es la carencia de seguridad social, por múltiples factores, entre otros por falta de empleo, de una adecuada educación y en general por la carencia de una política que abarque y proteja la institución familiar.
En este tiempo se plantea una actitud subjetiva de los menores hacia los padres o, algunas veces, al padrastro o a la madrastra: odio, como manifestación y solución a las crisis y tensiones que ha vivido una familia y, en especial, aquellas situaciones que han afectado la psicología y afectividad del menor: los estados de […]
En este tiempo se plantea una actitud subjetiva de los menores hacia los padres o, algunas veces, al padrastro o a la madrastra: odio, como manifestación y solución a las crisis y tensiones que ha vivido una familia y, en especial, aquellas situaciones que han afectado la psicología y afectividad del menor: los estados de abandono, castigos laborales en trabajos pesados, malos tratos. Entre otros factores que hieren la personalidad del menor, lo conducen a esta situación.
Cuando las tensiones familiares y conflictos permanentes han avanzado, involucrando al menor, este decide, como una solución, abandonar transitoriamente el hogar. Algunas veces esta huida de la casa se debe a la venganza del menor por haber cometido una fechoría o acto que contraría los valores de los padres. Existen situaciones en las cuales los padrastros hacen imposible la vida del menor, optando como solución al conflicto el abandono del hogar.
La desintegración es la fase más aguda del fenómeno que se estudia, se presenta una total desarmonía en los roles que desempeñan los integrantes del grupo. Disfuncionalidad esta que conduce a la dispersión total o parcial del grupo familiar. La situación: abandono del hogar por parte del padre, de la madre o del menor. Es un problema común en nuestro medio. El fenómeno anterior viene a configurar la fase que se ha denominado como desintegración familiar, producida por factores objetivos y subjetivos que al mezclarse produce la ruptura. Los deberes contraídos por los cónyuges cesan y la participación en el grupo toma una característica negativa.
El aspecto del concubinato obedece a una unión que no se realiza de manera legal, al rompimiento de esta unión ilegal, en ciertas ocasiones y en otras, a la ruptura de un concubinato anterior, presentándose algunas veces la coexistencia con el matrimonio de un mismo individuo. Al no existir un reconocimiento legal a la institución del concubinato es la mujer, en la mayoría de las ocasiones, la que asume las obligaciones del padre. Cabe anotar que el concubinato se desintegra algunas veces por el deseo de uno de los concubinos de contraer matrimonio eclesiástico con una tercera persona, abandonando de esta forma los deberes contraídos en ese concubinato.
La desintegración familiar es un fenómeno producto de la desorganización institucional reinante en la sociedad. Su familia como núcleo de la sociedad soporta las fallas estructurales del sistema, que se proyecta en inadecuaciones sociales, desarrollándose un medio ambiente que atenta contra la integridad del grupo familiar.
La escasa preparación de las clases bajas, las circunstancias económicas y de conformación social, entre otros factores, son medios propicios para desarrollar tendencias delictivas. Se puede concluir que una de las causas fundamentales de la desintegración familiar es la carencia de seguridad social, por múltiples factores, entre otros por falta de empleo, de una adecuada educación y en general por la carencia de una política que abarque y proteja la institución familiar.