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Columnista - 18 junio, 2013

Agoreros del desastre

Un sector mínimo de la opinión vallenata, es del concepto que música vallenata es sinónimo de vandalismo, caos, desorden, por estar ligada esta ,a la fiesta al jolgorio, alegría ,al regocijo pleno de todos los sentidos de la vida humana

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Por: Celso Guerra

Un sector mínimo de la opinión vallenata, es del concepto que música vallenata es sinónimo  de vandalismo, caos,  desorden, por estar ligada esta, a la fiesta al jolgorio, alegría ,al regocijo pleno de todos los sentidos  de la vida humana, desconocen estos agoreros del desastre, que el folclor vallenato y sus protagonistas, son los que nos han hecho visibles con su bellos cantos, ante Colombia y el mundo y por ende, responsables  del desarrollo que hemos tenido en los últimos 50 años.

Se olvidan estos profetas del desastre, que antes de darse a conocer  nacionalmente, la música  vallenata, a través del Festival de la Leyenda Vallenata, éramos una aldea de escasos 50 mil habitantes, que carecíamos  de los servicios básicos  elementales para alcanzar  el descollo que hemos logrado gracias a la vitrina que nos han dado nuestros cantores, lo que permitió que el país mirara hacia nosotros y viera nuestras bondades potenciales  para la inversión económica en nuestro suelo.  

Olvidan los apocalípticos del vallenato, que el folclor es la mayor industria sin humo, generadora de empleo que tenemos en la región, los grupos musicales nuestros, en su mayoría integrados por cerca de 20 personas oriundos de la comarca, todos los fines de semana, se diseminan por todo el país, en busca de los recursos para el sustento de sus familias.

El Concierto “La Novena Batalla” de Silvestre Dangond, el pasado viernes en el Parque de la Leyenda, al que muchos le achacan los males de Valledupar, como lo pregonó días después, un microfónico apocalíptico al decir que la ciudad se paralizó en beneficio de Silvestre; pues se escacharon, este fue un total éxito, no solo en la vida musical de su protagonista, si no en el sector  económico de la ciudad, este rubro se reactivó, como ocurre durante el Festival, la capacidad hotelera se copo durante tres días, el servicio de buses intermunicipales con destino  a Valledupar aumentó considerablemente, lo mismo los vuelos al aeropuerto Alfonso López, que  llegaron  desde diferentes partes del país y del exterior, el gremio de taxistas  apunta que este ha sido uno de sus mejores días económicamente, además de los fabricantes de cachuchas  y a los almacenes les fue muy bien con la venta de camisetas y ponchos en alusión al evento. Esto sin contar las sonrisas de un  gran sector de las ventas informales. 

No es culpa del artista, que el alcalde de Freddy Socarrás, en su deber de preservar  la tranquilidad ciudadana, disponga la no circulación, por pocas horas, de las motocicletas, el día del concierto, y esta medida desnude, la falta de un buen servicio de transporte urbano en Valledupar.

Valledupar, una ciudad musical con un parque exclusivo  para este tipo de eventos, necesita que promuevan con más frecuencias este tipo de actividades, para promocionar la ciudad y dinamizar nuestra economía, con la 9na Batalla, queda claro que los artistas locales si pueden llenar el Parque de la Leyenda.

  

Columnista
18 junio, 2013

Agoreros del desastre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Un sector mínimo de la opinión vallenata, es del concepto que música vallenata es sinónimo de vandalismo, caos, desorden, por estar ligada esta ,a la fiesta al jolgorio, alegría ,al regocijo pleno de todos los sentidos de la vida humana


Por: Celso Guerra

Un sector mínimo de la opinión vallenata, es del concepto que música vallenata es sinónimo  de vandalismo, caos,  desorden, por estar ligada esta, a la fiesta al jolgorio, alegría ,al regocijo pleno de todos los sentidos  de la vida humana, desconocen estos agoreros del desastre, que el folclor vallenato y sus protagonistas, son los que nos han hecho visibles con su bellos cantos, ante Colombia y el mundo y por ende, responsables  del desarrollo que hemos tenido en los últimos 50 años.

Se olvidan estos profetas del desastre, que antes de darse a conocer  nacionalmente, la música  vallenata, a través del Festival de la Leyenda Vallenata, éramos una aldea de escasos 50 mil habitantes, que carecíamos  de los servicios básicos  elementales para alcanzar  el descollo que hemos logrado gracias a la vitrina que nos han dado nuestros cantores, lo que permitió que el país mirara hacia nosotros y viera nuestras bondades potenciales  para la inversión económica en nuestro suelo.  

Olvidan los apocalípticos del vallenato, que el folclor es la mayor industria sin humo, generadora de empleo que tenemos en la región, los grupos musicales nuestros, en su mayoría integrados por cerca de 20 personas oriundos de la comarca, todos los fines de semana, se diseminan por todo el país, en busca de los recursos para el sustento de sus familias.

El Concierto “La Novena Batalla” de Silvestre Dangond, el pasado viernes en el Parque de la Leyenda, al que muchos le achacan los males de Valledupar, como lo pregonó días después, un microfónico apocalíptico al decir que la ciudad se paralizó en beneficio de Silvestre; pues se escacharon, este fue un total éxito, no solo en la vida musical de su protagonista, si no en el sector  económico de la ciudad, este rubro se reactivó, como ocurre durante el Festival, la capacidad hotelera se copo durante tres días, el servicio de buses intermunicipales con destino  a Valledupar aumentó considerablemente, lo mismo los vuelos al aeropuerto Alfonso López, que  llegaron  desde diferentes partes del país y del exterior, el gremio de taxistas  apunta que este ha sido uno de sus mejores días económicamente, además de los fabricantes de cachuchas  y a los almacenes les fue muy bien con la venta de camisetas y ponchos en alusión al evento. Esto sin contar las sonrisas de un  gran sector de las ventas informales. 

No es culpa del artista, que el alcalde de Freddy Socarrás, en su deber de preservar  la tranquilidad ciudadana, disponga la no circulación, por pocas horas, de las motocicletas, el día del concierto, y esta medida desnude, la falta de un buen servicio de transporte urbano en Valledupar.

Valledupar, una ciudad musical con un parque exclusivo  para este tipo de eventos, necesita que promuevan con más frecuencias este tipo de actividades, para promocionar la ciudad y dinamizar nuestra economía, con la 9na Batalla, queda claro que los artistas locales si pueden llenar el Parque de la Leyenda.