Un día, se despertó sin ninguna inspiración; sentía el alma vacía, el corazón aletargado, todo aquello que antes le ilusionaba escribir, invertir, pensar, se volvió indiferente para él.
Por la puerta de la casa atravesaba un cuervo maltratado y dañado en sus alas. Sus ojos sangraban, sus plumas se desvanecían como un pañuelo sucio en el aire, su color negro ébano se había opacado y el brillo de sus alas se escurría como pequeños filamentos hacia el suelo.
Había una vez una niña llamada Gatti le encantaba ir de aventuras con su perro Rilo. Un día, Gatti emprendió una aventura a otro mundo llamado el mundo misterioso el cual mandaba un rey muy pero muy malo llamado el rey Setal.
Eran las 6 y 30 pm de un día nublado cuando se realizó un robo por el líder de la pandilla Los ojos de águila; se hacían llamar así porque nadie se les escapaba, estaba conformada por: El Púa, Garras de León, El Chuki, El Rompe Hueso, El Exterminador, El Martillo, El Pimienta, entre otros, y Santi El Sicario su líder, era un joven alto y robusto, fileño y tenía una cicatriz terriblemente grande en el ojo izquierdo; tenía un tatuaje de una rosa ensangrentada entre llamas en el brazo izquierdo y usaba jean negros rotos y camisetas con calaveras dibujadas.
La historia trata de un capitán y un hombre llamado Kiel, quien era el encargado de la posada, El capitán le pagaba muy bien a Kiel que lo ayudaba constantemente, en lo que se ordenaba, pero el señor se embriagaba sin límites.
Iba movilizándome en un taxi, cuando de repente a la conductora se le pusieron los ojos grandes y empezó a moverse para todos lados. Se voló un semáforo y nos chocamos contra un camión de basura.
El silencio se apoderó de su tristeza al ver que se alejaba del ser amado.
En un pueblo muy lejano vivía una familia conformada por papá, mamá y un niño muy inquieto llamado Julio.
Hace unos cuantos años una familia se trasladó de la ciudad a una cabaña que tenían cerca de un bosque. La pequeña hija llamada Coral estaba muy feliz porque a ella le encantaba escuchar el canto de las aves, sentir el dulce y suave aroma de las rosas, el delicado paso del viento por sus mejillas y su cabello; sobre todo, inspirarse en el hermoso paisaje, pues soñaba con ser escritora y poeta.
Había una vez una princesa que le gustaba mucho leer cuentos, pero esa princesa soñaba con tener una biblioteca y con el paso de los años proveerse de muchos libros.
Érase una vez un pueblo llamado casita blanca, en aquel pueblo vivía una familia conformada por dos niños, una madre y un padre; al pasar un tiempo el padre fue perdido el interés por la madre de los niños, se había enamorado de otra mujer.
Había una vez un conejo que quería ser arquero, pero era muy bajito y los papas no lo podían meter a una escuela de futbol porque eran muy pobres.
Érase una vez, dos amigos que se encontraban en un campamento del colegio, decidieron caminar por el bosque después que levantaron sus carpas, los dos eran buenos amigos, siempre andaban juntos, de paseo por el bosque un amigo le pregunto al otro, de veras siempre serás mi amigo, y el otro le respondía, claro, siempre te voy apoyar en todo y el que se meta contigo se las verá conmigo, así como tú lo hiciste cuando aquel perro feroz me iba a morder.
Érase una vez un niño que creía que podía llegar a ser un gran inventor, en las clases de robótica de su colegio era el mejor, el profesor le decía que llegaría a ser un gran inventor y lo motivaba, sus compañeros del colegio no creían en el talento del niño y se burlaban de él.
En un pantano muy oscuro, tenebroso y deshabitado, se dice que quien iba allí nunca volvía. Las personas de esa zona les costaba pasar cerca, pues le tenía miedo.
En Caracolí, cinco hermanos que se querían mucho; tenían ¡súper poderes! Martín Elías, el mayor se tragaba el agua del mar. El segundo, llamado Cesarini, era sólido como el acero.
Armando, un niño inteligente y valiente, que salió una tarde de octubre, hacer un mandado en bicicleta al pueblo de Camperucho, al llegar a ´La Ye´, recordó se decía que salía un espanto con figura de mujer vestida de blanco, derramando sangre por los ojos.
Éramos felices… pues no éramos adinerados, mi esposa Lhea, una maravillosa mujer que me brindaba amor y, con mis dos hijos, Yorge y Lissa, vivíamos en un pueblo, porque hemos preferido el campo.
Pedro era un niño de 7 años que vivía con sus padres en un pequeño caserío afuera de la ciudad.
Un día de San Valentín, dos almas se anclaron en aquel sentimiento llenándolos de ilusión, Martí un chico de cabello castaño, sus ojos eran envidiados hasta por el sol, Diana una mujer hermosa de cabellos oscuros con una mirada sincera pero decaída ya que su antiguo amor lastimó su corazón.
En un ardiente pueblo del cesar crecía Matías, un niño de cara inocente, gustaba jugar canicas con sus amigos, soñaba con ver el festival, ya que recordaba que en abril montaba el burro de su padre andando por la calurosa sabana para llegar donde su abuelo, él que tenía un viejo radio casi obsoleto en el cual solía escuchar vallenato natural, pero al oír la emisora siempre escuchaba hablar de un festival.