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Leer es nuestro cuento - 10 agosto, 2019

Las enseñanzas de la vida

En un pueblo muy lejano vivía una familia conformada por papá, mamá y un niño muy inquieto llamado Julio.

Francisco Arturo Guerra

En un pueblo muy lejano vivía una familia conformada por papá, mamá y un niño muy inquieto llamado Julio.

A Julio le gustaba jugar con los insectos y los hacía sufrir hasta verlos morir.

Una vez jugando gritó: -Mamá, papá corran, ¿qué insecto es este? Ellos se acercaron y vieron que era un gusano de seda.

Julio nunca había visto tal clase de animal y le pidió fuertemente a su papá que lo matara porque no le gustaba su apariencia. El papá intentó de muchas formas acabar con la vida de ese benigno animalito y él todo asustadito se defendía de sus enemigos.

La madre, con su corazón noble, no pudo soportarlo más y le gritó: -ya no más, no lo hagas.

¿Por qué? Preguntó Julio.

Ella le respondió: -porque es un ser vivo como no todos nosotros y también tiene su mamá, su papá y tiene derecho a la vida cualquier ser humano.

El niño quedó sorprendido al escuchar las palabras de su madre, la nobleza con que se expresaba y el inmenso corazón que Dios le había regalado.

Además de la lección que recibió de su progenitora. De inmediato comprendió que estaba causándoles daño a unos inocentes e indefensos animales.

Su padre le comentó que realmente estaba haciendo el esfuerzo por no herir al gusano, pues nunca se había sentido a gusto cuando lo veía matar a los insectos sino que no sabía cómo hacerlo tomar conciencia.

El cambio que tuvo Julio después del incidente fue tan notorio que sus búsquedas en internet eran dedicadas al cuidado y preservación de los animales. La guerra que sostenía con los insectos había llegado a su fin y si por casualidad veía a otra persona intentando hacerle daño a algún animal, se convertía en el súper protector animalista y salía a su defensa con discursos un poco parecidos al de su mamá.

Con el tiempo, Julio se había convertido en profesor de ciencias naturales y sus clases eran tan divertidas que ningún estudiante quería perderse ni siquiera un minuto. Lo más impactante es que en su casa mantenía imágenes de los más hermosos insectos y gusanos de seda.

Hasta llegar a viejito se dedicó a formar seres con capacidades para entender que la vida es un regalo de Dios y no tiene preferencia alguna.

AUTOR: FRANCISCO ARTURO GUERRA LINARES – I.E. ANTONIO ENRIQUEZ DÍAZ, BADILLO

Leer es nuestro cuento
10 agosto, 2019

Las enseñanzas de la vida

En un pueblo muy lejano vivía una familia conformada por papá, mamá y un niño muy inquieto llamado Julio.


Francisco Arturo Guerra

En un pueblo muy lejano vivía una familia conformada por papá, mamá y un niño muy inquieto llamado Julio.

A Julio le gustaba jugar con los insectos y los hacía sufrir hasta verlos morir.

Una vez jugando gritó: -Mamá, papá corran, ¿qué insecto es este? Ellos se acercaron y vieron que era un gusano de seda.

Julio nunca había visto tal clase de animal y le pidió fuertemente a su papá que lo matara porque no le gustaba su apariencia. El papá intentó de muchas formas acabar con la vida de ese benigno animalito y él todo asustadito se defendía de sus enemigos.

La madre, con su corazón noble, no pudo soportarlo más y le gritó: -ya no más, no lo hagas.

¿Por qué? Preguntó Julio.

Ella le respondió: -porque es un ser vivo como no todos nosotros y también tiene su mamá, su papá y tiene derecho a la vida cualquier ser humano.

El niño quedó sorprendido al escuchar las palabras de su madre, la nobleza con que se expresaba y el inmenso corazón que Dios le había regalado.

Además de la lección que recibió de su progenitora. De inmediato comprendió que estaba causándoles daño a unos inocentes e indefensos animales.

Su padre le comentó que realmente estaba haciendo el esfuerzo por no herir al gusano, pues nunca se había sentido a gusto cuando lo veía matar a los insectos sino que no sabía cómo hacerlo tomar conciencia.

El cambio que tuvo Julio después del incidente fue tan notorio que sus búsquedas en internet eran dedicadas al cuidado y preservación de los animales. La guerra que sostenía con los insectos había llegado a su fin y si por casualidad veía a otra persona intentando hacerle daño a algún animal, se convertía en el súper protector animalista y salía a su defensa con discursos un poco parecidos al de su mamá.

Con el tiempo, Julio se había convertido en profesor de ciencias naturales y sus clases eran tan divertidas que ningún estudiante quería perderse ni siquiera un minuto. Lo más impactante es que en su casa mantenía imágenes de los más hermosos insectos y gusanos de seda.

Hasta llegar a viejito se dedicó a formar seres con capacidades para entender que la vida es un regalo de Dios y no tiene preferencia alguna.

AUTOR: FRANCISCO ARTURO GUERRA LINARES – I.E. ANTONIO ENRIQUEZ DÍAZ, BADILLO