Germán Castro falleció el pasado 15 de julio, en Bogotá, a la edad de los 81 años, aún lúcido y con la gloria de ser uno de los escritores más exitosos y vendidos a pesar de nunca escribir ficción.
La casa de la señora ‘Tina’ Cabas fue una de las más visitadas en el Valledupar de hace cuarenta, treinta años. Ubicada en el barrio Cañahuate, fue sitio de algunas de las parrandas más sentidas y recordadas de la ciudad, animadas por las muchas amistades de sus hijas y sus hijos: Álvaro Cabas, acordeonero y compositor; Rodolfo, cajero, y Angel Enrique, Jike Cabas, cajero, guacharaquero y cantante aficionado. Como nieto de Nícida Calderón, una de las mejores amigas de la ‘señora Tina’, Ernestina Pumarejo de Cabas, yo entraba y salía como “Pedro por su casa”.
Una noche, a mediados de los años setenta, pasaba por donde la señora Tina y conocí a un cachacho muy elegante, bien peinado y de bigote, era Germán Castro Caicedo, periodista de televisión de Bogotá, quien luego se convertiría en un extraordinario y destacado escritor de algunas de las mejores crónicas y reportajes del periodismo colombiano. Por esa época, Castro Caicedo investigó y denunció el leonino contrato de El Cerrejón, en La Guajira, entonces ilusión de la región y hoy triste realidad, que muy poco le ha aportado al cambio en las condiciones de vida de los guajiros.
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Ahí, en el Cañahuate, el periodista, director y presentador de Enviado Especial, programa histórico en el periodismo de televisión, conoció y se encantó con los cuentos de Moisés Perea, cuentista de la región, al punto que Castro Caicedo publicó un libro de crónicas y cuentos con el nombre de ‘El Cachalandrán Amarillo’, título de uno de los fantásticos cuentos de Moisés.
Germán Castro falleció el pasado 15 de julio, en Bogotá, a la edad de los 81 años, aún lúcido y con la gloria de ser uno de los escritores más exitosos y vendidos a pesar de nunca escribir ficción. Y, en su perspectiva y talento, tenía toda la razón: la realidad de este país tan complejo y curioso le deba para sus extraordinarios libros. El primero fue ‘Colombia amarga’, una serie de crónicas que había publicado en el diario El Tiempo de Bogotá. Después, se internó en la selva y escribió ‘Perdido en el Amazonas’, 1978, otro éxito literario y posteriormente: ‘Mi alma se la dejo al diablo’, 1982. Con los años vendrían más de una veintena de libros, en los que contó ese otro país que investigó a fondo: la guerrilla, el narcotráfico, el contrabando y el paramilitarismo, entre otros temas.
Le sirvieron de mucho a Castro Caicedo los años que estudió Antropología en la Universidad Nacional. Tenía la amplitud mental para entender, insisto, y contar, a ese otro país. Él mismo se definía como mestizo, indígena y se declaraba orgulloso de ello. Nacido en Zipaquirá, en marzo de 1940, Castro Caicedo se inició en La República, el diario económico, pero fue en El Tiempo donde pudo trabajar y demostrar su talento para la crónica. Castro Caicedo encontró en ese género periodístico, el ideal para contar y explicar esa nación tan compleja.
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De allí pasó a la televisión, con RTI Televisión, a hacer un programa que fue todo un éxito y aún hoy está en la memoria de muchos colombianos: Enviado Especial. Con el apoyo incondicional de Fernando Gómez Agudelo, el gerente de RTI, un ingeniero que había montado la televisión en Colombia, por allá por 1953-1954, durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, el Enviado Especial inició a recorrer las regiones del país y a denunciar sus problemas más sentidos, pero olvidados en la centralista Bogotá. Fue en una de esas correrías que pasó por Valledupar.
Los temas de la televisión le siguieron inspirando para seguir con sus crónicas y reportajes, y escribir una serie de libros ejemplos del buen periodismo y lectura imprescindible para entender nuestro querido país. Muchos años después, lo volví a saludar en Enviado Especial Libros, su librería, ubicada en el Centro Comercial Granahorrar, donde era fácil encontrarlo y hablar con él. Siempre un hombre cordial y sencillo. Se acordó –en medio de una sonrisa- de su paso por Valledupar y de Moisés Perea y su “Cachalandrán Amarillo”.
‘El Karina’ (1985); ‘El Hueco’ (1988); ‘El Hurakán’, en 1992; ‘La Bruja’ en 1994; ‘El Alcaraván’ en 1996; ‘Nuestra guerra ajena’ (2014); ‘La verdad oscura’ (2017); ‘Huellas’ (2019), y ‘Operación Pablo Escobar’, fueron algunos de sus libros más vendidos y reconocidos. Paz en la tumba del maestro Germán Castro Caicedo.
Por: Carlos Maestre Maya
Germán Castro falleció el pasado 15 de julio, en Bogotá, a la edad de los 81 años, aún lúcido y con la gloria de ser uno de los escritores más exitosos y vendidos a pesar de nunca escribir ficción.
La casa de la señora ‘Tina’ Cabas fue una de las más visitadas en el Valledupar de hace cuarenta, treinta años. Ubicada en el barrio Cañahuate, fue sitio de algunas de las parrandas más sentidas y recordadas de la ciudad, animadas por las muchas amistades de sus hijas y sus hijos: Álvaro Cabas, acordeonero y compositor; Rodolfo, cajero, y Angel Enrique, Jike Cabas, cajero, guacharaquero y cantante aficionado. Como nieto de Nícida Calderón, una de las mejores amigas de la ‘señora Tina’, Ernestina Pumarejo de Cabas, yo entraba y salía como “Pedro por su casa”.
Una noche, a mediados de los años setenta, pasaba por donde la señora Tina y conocí a un cachacho muy elegante, bien peinado y de bigote, era Germán Castro Caicedo, periodista de televisión de Bogotá, quien luego se convertiría en un extraordinario y destacado escritor de algunas de las mejores crónicas y reportajes del periodismo colombiano. Por esa época, Castro Caicedo investigó y denunció el leonino contrato de El Cerrejón, en La Guajira, entonces ilusión de la región y hoy triste realidad, que muy poco le ha aportado al cambio en las condiciones de vida de los guajiros.
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Ahí, en el Cañahuate, el periodista, director y presentador de Enviado Especial, programa histórico en el periodismo de televisión, conoció y se encantó con los cuentos de Moisés Perea, cuentista de la región, al punto que Castro Caicedo publicó un libro de crónicas y cuentos con el nombre de ‘El Cachalandrán Amarillo’, título de uno de los fantásticos cuentos de Moisés.
Germán Castro falleció el pasado 15 de julio, en Bogotá, a la edad de los 81 años, aún lúcido y con la gloria de ser uno de los escritores más exitosos y vendidos a pesar de nunca escribir ficción. Y, en su perspectiva y talento, tenía toda la razón: la realidad de este país tan complejo y curioso le deba para sus extraordinarios libros. El primero fue ‘Colombia amarga’, una serie de crónicas que había publicado en el diario El Tiempo de Bogotá. Después, se internó en la selva y escribió ‘Perdido en el Amazonas’, 1978, otro éxito literario y posteriormente: ‘Mi alma se la dejo al diablo’, 1982. Con los años vendrían más de una veintena de libros, en los que contó ese otro país que investigó a fondo: la guerrilla, el narcotráfico, el contrabando y el paramilitarismo, entre otros temas.
Le sirvieron de mucho a Castro Caicedo los años que estudió Antropología en la Universidad Nacional. Tenía la amplitud mental para entender, insisto, y contar, a ese otro país. Él mismo se definía como mestizo, indígena y se declaraba orgulloso de ello. Nacido en Zipaquirá, en marzo de 1940, Castro Caicedo se inició en La República, el diario económico, pero fue en El Tiempo donde pudo trabajar y demostrar su talento para la crónica. Castro Caicedo encontró en ese género periodístico, el ideal para contar y explicar esa nación tan compleja.
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De allí pasó a la televisión, con RTI Televisión, a hacer un programa que fue todo un éxito y aún hoy está en la memoria de muchos colombianos: Enviado Especial. Con el apoyo incondicional de Fernando Gómez Agudelo, el gerente de RTI, un ingeniero que había montado la televisión en Colombia, por allá por 1953-1954, durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, el Enviado Especial inició a recorrer las regiones del país y a denunciar sus problemas más sentidos, pero olvidados en la centralista Bogotá. Fue en una de esas correrías que pasó por Valledupar.
Los temas de la televisión le siguieron inspirando para seguir con sus crónicas y reportajes, y escribir una serie de libros ejemplos del buen periodismo y lectura imprescindible para entender nuestro querido país. Muchos años después, lo volví a saludar en Enviado Especial Libros, su librería, ubicada en el Centro Comercial Granahorrar, donde era fácil encontrarlo y hablar con él. Siempre un hombre cordial y sencillo. Se acordó –en medio de una sonrisa- de su paso por Valledupar y de Moisés Perea y su “Cachalandrán Amarillo”.
‘El Karina’ (1985); ‘El Hueco’ (1988); ‘El Hurakán’, en 1992; ‘La Bruja’ en 1994; ‘El Alcaraván’ en 1996; ‘Nuestra guerra ajena’ (2014); ‘La verdad oscura’ (2017); ‘Huellas’ (2019), y ‘Operación Pablo Escobar’, fueron algunos de sus libros más vendidos y reconocidos. Paz en la tumba del maestro Germán Castro Caicedo.
Por: Carlos Maestre Maya