El pasado 23 de septiembre de 2019, la joven activista Greta Thunberg de 16 años declaró enfática y enérgicamente ante la Cumbre sobre la Acción Climática de la ONU, la falta de acciones por parte de los líderes mundiales ante la crisis medio ambiental a la que nos enfrentamos a nivel global, expresando que “…la gente sufre, muere, y ecosistemas enteros están colapsando. Estamos al principio de una extinción masiva, y todo de lo que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas de eterno crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?”

El mencionado discurso le dio la vuelta al mundo por su sensibilidad y crudeza, por parte de una activista tan joven. Sin embargo, sorprende que los comentarios en los líderes y políticos de la esfera nacional hayan girado en torno a partidos de izquierda y de derecha con comentarios como “patético”, “mamerta”, etc. La poca sensibilidad y el mínimo respeto se nublan ante comentarios polarizados y llenos de odio provenientes de ambos sectores, tratando de desvirtuar la imagen de la joven activista.

Como es usual, nos estamos desviando de lo importante, enfocándonos en el mensajero y no en el mensaje. Señores, el cambio climático es una realidad que nos aqueja a todos, quiéranlo o no, es un hecho y a menos que su expectativa y plan de vida sea a muy corto plazo, esto hay que empezar a trabajarlo ya.

En todas las grandes ciudades del mundo, se movilizaron multitudinarias protestas, en donde la ciudadanía exige y reclama a sus gobernantes medidas a favor del medio ambiente. ¿Y nosotros?

Colombia es uno de los países con el nivel más alto de biodiversidad, lo que lo ha incluido en la lista mundial de los 17 países megadiversos. Ello, implica que uno de nuestros mayores atractivos a nivel internacional, está directamente relacionado con la flora, fauna y ecosistemas; y mientras en el mundo gritan y exigen acciones, aquí algunos pocos, muy pocos, salieron a protestar exigiendo proteger nuestra riqueza.

Nosotros, estamos todos sentados, dejando que nuestro mayor atractivo se destruya, para pasar de un país pobre, pero con gran riqueza eco- ambiental, a uno simplemente pobre.

¿Y el Cesar y Valledupar, en términos de responsabilidad ambiental que dicen?? Seguro nada. ¡Así somos!