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“Y la verdad os hará libres”

¿Qué es la verdad? Esta es una de las eternas preguntas de la filosofía. Muchos hombres y mujeres inquietos se han devanado el cerebro buscando la respuesta a tal cuestión a través de los siglos. Algunos identifican, con Nietzsche, el concepto de verdad con el de utilidad. Pero resulta que, ni la verdad es siempre […]

“Y la verdad os hará libres”

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¿Qué es la verdad? Esta es una de las eternas preguntas de la filosofía. Muchos hombres y mujeres inquietos se han devanado el cerebro buscando la respuesta a tal cuestión a través de los siglos.

Algunos identifican, con Nietzsche, el concepto de verdad con el de utilidad. Pero resulta que, ni la verdad es siempre útil ni todo lo útil es siempre verdadero. Otros, por su parte, tomados de la mano de los idealistas ingleses, afirman que la verdad es la coherencia perfecta entre el pensamiento y la experiencia humana, siendo el primero el elemento decisivo y condicionante del segundo. Pero resulta que no sólo el pensamiento condiciona y modifica la experiencia sino que, con la misma intensidad, recibe influencias y modificaciones por parte del mundo sensible.

Algunos, siguiendo a Platón y a san Agustín, dan por sentado que la verdad no es otra cosa si no conformidad a una regla que, para el uno es el concepto y para el otro es Dios. Pero resulta que ello plantea interrogantes mayores y tal vez imposibles de resolver para la filosofía: ¿qué es el concepto? y ¿quién es Dios? Otro grupo, no menos numeroso, sostiene que la verdad es revelación inmediata al hombre a través de las sensaciones y la intuición (empirismo), o revelación de conocimiento de la esencia de las cosas, su ser o su mismo principio (metafísica teológica). Pero resulta que, muchas veces, la experiencia sensible nos conduce al error y, por otra parte, quienes no admiten la existencia de Dios pueden también acceder la verdad.

Finalmente, siguiendo a los presocráticos, hay quienes afirman que la verdad es la correspondencia y relación entre el pensamiento y las cosas. Ésta última posición soporta la filosofía popular que afirma que “no todo es lo que parece, ni todo lo que parece es en realidad”.

Aunque sin ser taxativo, adhiero a esta última definición. Los seres humanos debemos ser sensatos y no dejarnos llevar de las opiniones, analizar e investigar a conciencia antes de lanzar improperios contra personas o instituciones, llevados simplemente por las emociones o, lo que es peor, los fanatismos.

Recordemos que “no todo es lo que parece y no todo lo que parece es en realidad”. Para comprender la verdad de esta afirmación no hace falta sino echar una mirada a nuestro alrededor:

1. No todos los inmigrantes sirios son terroristas, ni todos los terroristas son ni sirios, ni inmigrantes, ni militantes del estado islámico.

2. Los atentados a grandes e “importantes” países no son los únicos que se perpetran en el mundo, ni sus víctimas las únicas de la guerra fratricida que vivimos.

3. Las bases del estado islámico no son los únicos lugares bombardeados por Estados Unidos, Rusia, Francia, etc., ni mucho menos los terroristas son los únicos muertos. Hace un par de días llegó a mis manos el video de un padre desconsolado, que sostenía entre sus brazos los cuerpos sin vida de sus dos pequeños hijos, después de un bombardeo francés. Ellos no eran terroristas, su padre no es un terrorista pero ahora podría convertirse en uno. No lo culpo. Si me ocurriera lo mismo, quizás también me amarraría un chaleco bomba y me iría con Alá luego de matar muchos infieles. Como diría el Cacique de La Junta, “No sé, Ernesto, no sé”.

4. Ni la sotana ni un cargo religioso te hacen bueno. Conozco muchos lobos feroces vestidos de ovejas. No digo más.

5. El hecho de que vayas a la Misa o al culto no significa necesariamente que Dios es el rey de tu vida, de la misma manera que el hecho de no creer en Él no te convierte en una mala persona. Hoy es la Solemnidad de Cristo Rey y bueno sería meditar al respecto.

Feliz domingo.

 

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