La semana pasada vía twitter sostuve un debate fraterno con los honorables concejales Manolo Fernández Arzuaga y Wilber Hinojosa. La discusión obedeció al derecho que me asiste como ciudadano, inherente a demandar de nuestros dirigentes gestión y resultados, como una constante en el ejercicio que determina el derecho a los honorarios por la asistencia a […]
La semana pasada vía twitter sostuve un debate fraterno con los honorables concejales Manolo Fernández Arzuaga y Wilber Hinojosa. La discusión obedeció al derecho que me asiste como ciudadano, inherente a demandar de nuestros dirigentes gestión y resultados, como una constante en el ejercicio que determina el derecho a los honorarios por la asistencia a las sesiones. Esa labor comprendida en la función del control político debe estar sincronizada con la eficacia, pues de nada sirve decir “hacemos control político” sin que ello produzca el efecto deseado. No descubro nada nuevo al machacar sobre los serios problemas que sufre la ciudad, ni el logro de Mello Castro, como el peor alcalde de la ciudad desde 1995.
Es bastante probable que la mayoría de la ciudadanía no entienda cuál es la función del concejo, ni quienes lo componen, la gente reconoce al que le dio el voto o los que logran tener apariciones mediáticas. El concejo es el semillero de nuevos dirigentes, no obstante, suelen emerger políticos de elecciones. En el concejo de Valledupar hay buenos y malos concejales, sin embargo, la cláusula de las coaliciones esteriliza el retoño de liderazgo, relega los intereses y necesidades de la gente y cotiza la función de control político en la previa electoral. A propósito, Robert Greene, recomienda: es mucho más eficaz lograr la coincidencia de otros con usted a través de sus acciones, sin decir palabra alguna. No explique, demuestre.
La crítica situación socioeconómica de Valledupar y por la precariedad registrada por el ejecutivo necesita de un concejo vigoroso, con concejales que interpreten y representen las diferentes visiones de ciudad, y que eso lo comprenda la ciudadanía en vez de lo que en el argot político se conoce como empresas clientelistas. Ante un alcalde como el que califico se hace más expedito el camino para el encumbramiento de un concejal con verdaderas pretensiones en el ejercicio de la vida pública, sino termina por convertirse en un aprobador por efectos de la coalición y en un dador de facultades. Por esta razón insistí en preguntarles a mis contertulios en el debate fraterno: ¿Cuál problema de los que sufre la ciudad logró resolverse en consecuencia de los múltiples debates de control político realizados por el concejo al actual gobierno?
No hubo respuestas concretas, pero el día anterior al debate varios sectores de la ciudad evidenciaron la deficiencia del alcantarillado pluvial. Y eso que no hablamos de la facultad unánime otorgada al alcalde para la prestación del servicio de alumbrado público y la modernización tecnológica de la Secretaría de Tránsito y Transporte Municipal. (acuerdos 018 y 019 de 2022).
El actual Concejo de Valledupar asume una postura ensimismada, esa conducta denota aislamiento de las realidades socioeconómicas de la ciudad. Parece que estuvieran en una ciudad escandinava y no en una que sufre por desempleo, pobreza, malla vial en mal estado, inseguridad, sin sistema de transporte público, calles oscuras, deficiencias de alcantarillado pluvial, entre otros. No obstante, con obstinada existencia el concejal Manolo Fernández, me dijo: “cuando guste le comparto la estadística de los diferentes debates que hemos realizado desde 2020”. No he sido concejal, pero entiendo que la mayoría de esos debates los resuelve el ejecutivo con un contrato o de un plumazo. Señores concejales la ciudad necesita de una corporación que dimensione y responda por los problemas que ahogan la ciudad, no concejales con visión minúscula, predictivos, irrelevantes, ni simples dadores de facultades.
Miguel Ángel Ruiz Macías, autor del libro los cuatro acuerdos, nos enseña en el segundo acuerdo a “no tomarnos nada personalmente”. Aprendí de esta lectura lo siguiente: “Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos”. Lo que he descrito en esta columna no es nada personal contra los concejales que oficiaron como contertulios, para ambos mi absoluto respeto. Solo soy una voz con oportunidad de transmitir lo que mucha gente piensa del actual Concejo de Valledupar.
La semana pasada vía twitter sostuve un debate fraterno con los honorables concejales Manolo Fernández Arzuaga y Wilber Hinojosa. La discusión obedeció al derecho que me asiste como ciudadano, inherente a demandar de nuestros dirigentes gestión y resultados, como una constante en el ejercicio que determina el derecho a los honorarios por la asistencia a […]
La semana pasada vía twitter sostuve un debate fraterno con los honorables concejales Manolo Fernández Arzuaga y Wilber Hinojosa. La discusión obedeció al derecho que me asiste como ciudadano, inherente a demandar de nuestros dirigentes gestión y resultados, como una constante en el ejercicio que determina el derecho a los honorarios por la asistencia a las sesiones. Esa labor comprendida en la función del control político debe estar sincronizada con la eficacia, pues de nada sirve decir “hacemos control político” sin que ello produzca el efecto deseado. No descubro nada nuevo al machacar sobre los serios problemas que sufre la ciudad, ni el logro de Mello Castro, como el peor alcalde de la ciudad desde 1995.
Es bastante probable que la mayoría de la ciudadanía no entienda cuál es la función del concejo, ni quienes lo componen, la gente reconoce al que le dio el voto o los que logran tener apariciones mediáticas. El concejo es el semillero de nuevos dirigentes, no obstante, suelen emerger políticos de elecciones. En el concejo de Valledupar hay buenos y malos concejales, sin embargo, la cláusula de las coaliciones esteriliza el retoño de liderazgo, relega los intereses y necesidades de la gente y cotiza la función de control político en la previa electoral. A propósito, Robert Greene, recomienda: es mucho más eficaz lograr la coincidencia de otros con usted a través de sus acciones, sin decir palabra alguna. No explique, demuestre.
La crítica situación socioeconómica de Valledupar y por la precariedad registrada por el ejecutivo necesita de un concejo vigoroso, con concejales que interpreten y representen las diferentes visiones de ciudad, y que eso lo comprenda la ciudadanía en vez de lo que en el argot político se conoce como empresas clientelistas. Ante un alcalde como el que califico se hace más expedito el camino para el encumbramiento de un concejal con verdaderas pretensiones en el ejercicio de la vida pública, sino termina por convertirse en un aprobador por efectos de la coalición y en un dador de facultades. Por esta razón insistí en preguntarles a mis contertulios en el debate fraterno: ¿Cuál problema de los que sufre la ciudad logró resolverse en consecuencia de los múltiples debates de control político realizados por el concejo al actual gobierno?
No hubo respuestas concretas, pero el día anterior al debate varios sectores de la ciudad evidenciaron la deficiencia del alcantarillado pluvial. Y eso que no hablamos de la facultad unánime otorgada al alcalde para la prestación del servicio de alumbrado público y la modernización tecnológica de la Secretaría de Tránsito y Transporte Municipal. (acuerdos 018 y 019 de 2022).
El actual Concejo de Valledupar asume una postura ensimismada, esa conducta denota aislamiento de las realidades socioeconómicas de la ciudad. Parece que estuvieran en una ciudad escandinava y no en una que sufre por desempleo, pobreza, malla vial en mal estado, inseguridad, sin sistema de transporte público, calles oscuras, deficiencias de alcantarillado pluvial, entre otros. No obstante, con obstinada existencia el concejal Manolo Fernández, me dijo: “cuando guste le comparto la estadística de los diferentes debates que hemos realizado desde 2020”. No he sido concejal, pero entiendo que la mayoría de esos debates los resuelve el ejecutivo con un contrato o de un plumazo. Señores concejales la ciudad necesita de una corporación que dimensione y responda por los problemas que ahogan la ciudad, no concejales con visión minúscula, predictivos, irrelevantes, ni simples dadores de facultades.
Miguel Ángel Ruiz Macías, autor del libro los cuatro acuerdos, nos enseña en el segundo acuerdo a “no tomarnos nada personalmente”. Aprendí de esta lectura lo siguiente: “Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos”. Lo que he descrito en esta columna no es nada personal contra los concejales que oficiaron como contertulios, para ambos mi absoluto respeto. Solo soy una voz con oportunidad de transmitir lo que mucha gente piensa del actual Concejo de Valledupar.