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Columnista - 9 mayo, 2025

Verdades en la cara

Álvaro Leyva no se guardó nada. Una vez analizó la reacción de Petro, de sus amigos y de su familia, advirtió que la estrategia que estos pusieron en marcha fue la de desacreditar sus palabras y proteger al presidente con coartadas que le hicieran perder credibilidad. Pero esta semana reapareció recargado, más fuerte.

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Álvaro Leyva no se guardó nada. Una vez analizó la reacción de Petro, de sus amigos y de su familia, advirtió que la estrategia que estos pusieron en marcha fue la de desacreditar sus palabras y proteger al presidente con coartadas que le hicieran perder credibilidad. Pero esta semana reapareció recargado, más fuerte. Pegó de frente, al ejemplificar cómo en varias ocasiones, mientras fungía como su canciller, debió recoger los platos rotos, debió enfrentar adversidades y ofrecer disculpas a gobiernos extranjeros a los que Petro, de una u otra manera les falló, a causa de su enfermedad: la adicción a las drogas ilícitas. Leyva contó episodios en China, Alemania, Suiza, Chile, países en los que o canceló parte de su agenda, o adonde llegó a decir sus acostumbradas sandeces. Además, es curioso que, en 3 de esos países, los gobiernos, o son comunistas declarados -como el caso de la China-, o estaban siendo gobernados por la izquierda -como Chile-, o por partidos socialdemócratas, como en el caso alemán. Simplemente vergonzoso. No tenemos gobierno en Colombia, tenemos un presidente secuestrado -o “retenido”- por fantasmas ocasionados por su consumo sistemático de sustancias alucinógenas. Pero eso tiene otras consecuencias lógicas graves, muy graves: ¿cómo esperamos que desde el ejecutivo se combata a los criminales cuando el propio presidente es su cliente?

La constitución política dictamina lo que debe hacerse en estos caso y Leyva así lo manifiesta: el presidente debe dar un paso al costado, reconocer su incapacidad para gobernar y permitir el ascenso al poder de la vicepresidenta, Francia Márquez. No hay de otra. En Colombia, a diferencia de lo que sucede en el sistema parlamentario, no procede el adelantar elecciones, habiendo una figura que contrarresta eso: la vicepresidencia. Este cargo se activa cuando se ha declarado una falta permanente del presidente, cuando, como sería este caso, renuncia a dicha dignidad. Así las cosas, la señora del helicóptero, sí, Francia Márquez, terminaría el presente cuatrenio al que le restan escasos 15 meses. No hay otra opción. No podemos repetir la historia de Virgilio Barco, que, víctima de un Alzheimer incipiente, dejó en manos de Germán Montoya el gobierno de Colombia a finales de los años 80, y no nos dimos cuenta de eso, hasta varios años después.

El país debe unirse en un sentido: el presidente Petro debe apartarse del cargo, voluntariamente, no está en sus cabales, el daño que esto genera es incalculable. Pisotea nuestra historia y nuestra dignidad todos los días, da pena leer la segunda carta de Álvaro Leyva y no ponemos en duda ni una sola de sus palabras. Leyva esperó una actitud reflexiva por parte de Petro, pero al ver que sucedió lo contrario, arremetió con pruebas para comprobar que lo dicho por él antes es absolutamente cierto. El equipo de Petro eligió el camino más riesgoso, el de tapar y desmentir y, estoy seguro, nunca pensó que Leyva retomaría el tema con evidencias de cada afirmación que realizó. 

Complicado el panorama, valiente Leyva que, sabiendo que no pierde nada y que el gobierno le dio la espalda, no ha dudado en contar verdades que dejan a Petro muy mal parado. El gobierno no dimensionó a Leyva ni la información que el exministro conocía de primera mano, el gobierno lo subestimó y miren en lo que vamos. Señores, tocamos fondo, debemos exigir la renuncia de Petro, el ejecutivo está acéfalo, vacante, seguramente mientras escribo estas líneas el todavía presidente está alucinando, tirado en el piso y riéndose de sus miserias, perdido, desubicado, solo, solo con su enfermedad, solo en su locura, solo en palacio.

Mientras tanto, la Fiscalía General de la Nación no la pasa bien tampoco. Esa entidad, desacreditada por quien la dirige, por ser una fiscal de bolsillo del gobierno, debe avanzar en las múltiples investigaciones contra funcionarios, familiares y amigos de Petro. Colombia debe exigirle a la fiscal que ejerza sus funciones, que cumpla con su encargo. Es descarado lo que pasa allí, tapan y desvían, la justicia encegueció en Colombia…

Por: Jorge Eduardo Ávila.

Columnista
9 mayo, 2025

Verdades en la cara

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

Álvaro Leyva no se guardó nada. Una vez analizó la reacción de Petro, de sus amigos y de su familia, advirtió que la estrategia que estos pusieron en marcha fue la de desacreditar sus palabras y proteger al presidente con coartadas que le hicieran perder credibilidad. Pero esta semana reapareció recargado, más fuerte.


Álvaro Leyva no se guardó nada. Una vez analizó la reacción de Petro, de sus amigos y de su familia, advirtió que la estrategia que estos pusieron en marcha fue la de desacreditar sus palabras y proteger al presidente con coartadas que le hicieran perder credibilidad. Pero esta semana reapareció recargado, más fuerte. Pegó de frente, al ejemplificar cómo en varias ocasiones, mientras fungía como su canciller, debió recoger los platos rotos, debió enfrentar adversidades y ofrecer disculpas a gobiernos extranjeros a los que Petro, de una u otra manera les falló, a causa de su enfermedad: la adicción a las drogas ilícitas. Leyva contó episodios en China, Alemania, Suiza, Chile, países en los que o canceló parte de su agenda, o adonde llegó a decir sus acostumbradas sandeces. Además, es curioso que, en 3 de esos países, los gobiernos, o son comunistas declarados -como el caso de la China-, o estaban siendo gobernados por la izquierda -como Chile-, o por partidos socialdemócratas, como en el caso alemán. Simplemente vergonzoso. No tenemos gobierno en Colombia, tenemos un presidente secuestrado -o “retenido”- por fantasmas ocasionados por su consumo sistemático de sustancias alucinógenas. Pero eso tiene otras consecuencias lógicas graves, muy graves: ¿cómo esperamos que desde el ejecutivo se combata a los criminales cuando el propio presidente es su cliente?

La constitución política dictamina lo que debe hacerse en estos caso y Leyva así lo manifiesta: el presidente debe dar un paso al costado, reconocer su incapacidad para gobernar y permitir el ascenso al poder de la vicepresidenta, Francia Márquez. No hay de otra. En Colombia, a diferencia de lo que sucede en el sistema parlamentario, no procede el adelantar elecciones, habiendo una figura que contrarresta eso: la vicepresidencia. Este cargo se activa cuando se ha declarado una falta permanente del presidente, cuando, como sería este caso, renuncia a dicha dignidad. Así las cosas, la señora del helicóptero, sí, Francia Márquez, terminaría el presente cuatrenio al que le restan escasos 15 meses. No hay otra opción. No podemos repetir la historia de Virgilio Barco, que, víctima de un Alzheimer incipiente, dejó en manos de Germán Montoya el gobierno de Colombia a finales de los años 80, y no nos dimos cuenta de eso, hasta varios años después.

El país debe unirse en un sentido: el presidente Petro debe apartarse del cargo, voluntariamente, no está en sus cabales, el daño que esto genera es incalculable. Pisotea nuestra historia y nuestra dignidad todos los días, da pena leer la segunda carta de Álvaro Leyva y no ponemos en duda ni una sola de sus palabras. Leyva esperó una actitud reflexiva por parte de Petro, pero al ver que sucedió lo contrario, arremetió con pruebas para comprobar que lo dicho por él antes es absolutamente cierto. El equipo de Petro eligió el camino más riesgoso, el de tapar y desmentir y, estoy seguro, nunca pensó que Leyva retomaría el tema con evidencias de cada afirmación que realizó. 

Complicado el panorama, valiente Leyva que, sabiendo que no pierde nada y que el gobierno le dio la espalda, no ha dudado en contar verdades que dejan a Petro muy mal parado. El gobierno no dimensionó a Leyva ni la información que el exministro conocía de primera mano, el gobierno lo subestimó y miren en lo que vamos. Señores, tocamos fondo, debemos exigir la renuncia de Petro, el ejecutivo está acéfalo, vacante, seguramente mientras escribo estas líneas el todavía presidente está alucinando, tirado en el piso y riéndose de sus miserias, perdido, desubicado, solo, solo con su enfermedad, solo en su locura, solo en palacio.

Mientras tanto, la Fiscalía General de la Nación no la pasa bien tampoco. Esa entidad, desacreditada por quien la dirige, por ser una fiscal de bolsillo del gobierno, debe avanzar en las múltiples investigaciones contra funcionarios, familiares y amigos de Petro. Colombia debe exigirle a la fiscal que ejerza sus funciones, que cumpla con su encargo. Es descarado lo que pasa allí, tapan y desvían, la justicia encegueció en Colombia…

Por: Jorge Eduardo Ávila.