Nos desgastamos en predicamentos en medio de dos ideologías, de izquierda y de derecha, pero no miramos los valores de la persona para escrutar el buen gobernante. Dos ideologías que se contraponen dentro de un maniqueismo que se funda en la existencia de dos principios creadores, absolutos y en eterna pugna: el bien y el […]
Nos desgastamos en predicamentos en medio de dos ideologías, de izquierda y de derecha, pero no miramos los valores de la persona para escrutar el buen gobernante. Dos ideologías que se contraponen dentro de un maniqueismo que se funda en la existencia de dos principios creadores, absolutos y en eterna pugna: el bien y el mal, la luz y las tinieblas; una caracterizada por la igualdad de oportunidades en lo social y en lo económico, producto de cambios estructurales, y la otra por la defensa de libertades individuales, la propiedad privada y el libre mercado.
Lamentablemente el espacio para las ideas y el debate se ha convertido en objetivo militar, pero el tema de fondo lo plantea la corrupción, bautizada por el Libertador Simón Bolívar como la gran tragedia, al punto de decretar el 12 de enero de 1824 la pena capital contra los corruptos. Hoy el reto lo impone la necesidad de transparentar los procesos contractuales a la luz del Estatuto Anticorrupción -contratos tipo Sastre-, hechos a la medida del contratista, considerados el mayor foco de corrupción.
La cultura de la transparencia construida por países que hoy son potencias, inclusive hasta llegar a imponer la pena de muerte contra los corruptos, conscientes de que autoridad sin fuerza no vale, nos puede garantizar un venturoso 2019. Ventura tiene el equivalente de estar contento, alegre, feliz, optimista, lleno de dicha y prosperidad. Si cada año la corrupción le roba 50 billones de pesos a los colombianos, ¿cuántas muertes se generan por culpa de este flagelo?, pero lo más cruel es que mueran niños por hambre porque se roban los alimentos del PAE (Programa de Alimentación Escolar).
¿Por qué no emular a Singapur?, que tenía los mismos y peores problemas que cualquier país tercermundista, pero a partir de la transparencia que le permitió habilitar los recursos apropiadamente, de una política de puertas abiertas a la inversión extranjera y al talento, de la educación, el desarrollo de la cultura de la meritocracia y un enfoque de planeación a largo plazo, dio un vuelco y hoy esta nación que integra los 4 tigres asiáticos es una de las más competitivas del mundo.
Una anacrónica guerra que no admite el pluralismo ideológico no puede ser el faro para mirar más allá de las tinieblas, cuando la prioridad es construir país con base en la transparencia y la decencia, porque el problema no es de izquierda, de centro ni derecha, sino de derechos, reflexión del Constitucionalista Jaime Araújo Rentería que ilustra el tema, ni de Liberal o Conservador, de Uribistas ni Santistas, sino de corruptos sentados en el poder. El peor enemigo del hombre no es el hombre, sino el hambre, la miseria social que deja la corrupción.
Por Miguel Aroca Yepes
Nos desgastamos en predicamentos en medio de dos ideologías, de izquierda y de derecha, pero no miramos los valores de la persona para escrutar el buen gobernante. Dos ideologías que se contraponen dentro de un maniqueismo que se funda en la existencia de dos principios creadores, absolutos y en eterna pugna: el bien y el […]
Nos desgastamos en predicamentos en medio de dos ideologías, de izquierda y de derecha, pero no miramos los valores de la persona para escrutar el buen gobernante. Dos ideologías que se contraponen dentro de un maniqueismo que se funda en la existencia de dos principios creadores, absolutos y en eterna pugna: el bien y el mal, la luz y las tinieblas; una caracterizada por la igualdad de oportunidades en lo social y en lo económico, producto de cambios estructurales, y la otra por la defensa de libertades individuales, la propiedad privada y el libre mercado.
Lamentablemente el espacio para las ideas y el debate se ha convertido en objetivo militar, pero el tema de fondo lo plantea la corrupción, bautizada por el Libertador Simón Bolívar como la gran tragedia, al punto de decretar el 12 de enero de 1824 la pena capital contra los corruptos. Hoy el reto lo impone la necesidad de transparentar los procesos contractuales a la luz del Estatuto Anticorrupción -contratos tipo Sastre-, hechos a la medida del contratista, considerados el mayor foco de corrupción.
La cultura de la transparencia construida por países que hoy son potencias, inclusive hasta llegar a imponer la pena de muerte contra los corruptos, conscientes de que autoridad sin fuerza no vale, nos puede garantizar un venturoso 2019. Ventura tiene el equivalente de estar contento, alegre, feliz, optimista, lleno de dicha y prosperidad. Si cada año la corrupción le roba 50 billones de pesos a los colombianos, ¿cuántas muertes se generan por culpa de este flagelo?, pero lo más cruel es que mueran niños por hambre porque se roban los alimentos del PAE (Programa de Alimentación Escolar).
¿Por qué no emular a Singapur?, que tenía los mismos y peores problemas que cualquier país tercermundista, pero a partir de la transparencia que le permitió habilitar los recursos apropiadamente, de una política de puertas abiertas a la inversión extranjera y al talento, de la educación, el desarrollo de la cultura de la meritocracia y un enfoque de planeación a largo plazo, dio un vuelco y hoy esta nación que integra los 4 tigres asiáticos es una de las más competitivas del mundo.
Una anacrónica guerra que no admite el pluralismo ideológico no puede ser el faro para mirar más allá de las tinieblas, cuando la prioridad es construir país con base en la transparencia y la decencia, porque el problema no es de izquierda, de centro ni derecha, sino de derechos, reflexión del Constitucionalista Jaime Araújo Rentería que ilustra el tema, ni de Liberal o Conservador, de Uribistas ni Santistas, sino de corruptos sentados en el poder. El peor enemigo del hombre no es el hombre, sino el hambre, la miseria social que deja la corrupción.
Por Miguel Aroca Yepes