Humildad y sencillez de corazón fue la exhortación del obispo Oscar José Vélez Isaza, en el marco de la celebración eucarística.
En las calles se siente el aroma de incienso que evoca la llegada de la Semana Santa o Semana Mayor en la Iglesia católica. Ayer con las celebraciones eucarísticas y procesión del Domingo de Ramos se dio inicio formal a esta festividad que revive la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Como es tradicional, niños, jóvenes y adultos llegaron a los diferentes templos de la ciudad con ramas de palma, olivo o de cualquier árbol en las manos para rememorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamaba.
La bendición de los ramos se dio en la catedral ‘Nuestra Señora del Rosario’ por el obispo Oscar José Vélez Isaza, quien estaba ataviado de rojo con blanco. El rito continuó con la lectura del evangelio y el mensaje de Vélez Isaza, quien destacó que la multitud que aclamó a Jesús era gente humilde y sencilla de corazón, asegurando que tal recibimiento se debió por la obra de Jesús y sus milagros, a tal modo que su fama se había extendido a varios lugares y mucha gente quería encontrarse con él.
Posteriormente, se dio la procesión que recorrió las calles céntricas de Valledupar, donde alzaban la cruz, velas, la imagen de Jesús y ángeles. Con devoción, los feligreses hicieron el recorrido, proclamando oraciones como el Padre Nuestro y el Ave María; muchos la hacían con la fe que Dios cumpliría las peticiones de su corazón.
Por estar tan presente y de una forma muy marcada la Pasión de Cristo, el color litúrgico de este día es el rojo. Entró en Jerusalén para padecer, morir y resucitar allí.
Humildad y sencillez de corazón fue la exhortación del obispo Oscar José Vélez Isaza, en el marco de la celebración eucarística.
En las calles se siente el aroma de incienso que evoca la llegada de la Semana Santa o Semana Mayor en la Iglesia católica. Ayer con las celebraciones eucarísticas y procesión del Domingo de Ramos se dio inicio formal a esta festividad que revive la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Como es tradicional, niños, jóvenes y adultos llegaron a los diferentes templos de la ciudad con ramas de palma, olivo o de cualquier árbol en las manos para rememorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamaba.
La bendición de los ramos se dio en la catedral ‘Nuestra Señora del Rosario’ por el obispo Oscar José Vélez Isaza, quien estaba ataviado de rojo con blanco. El rito continuó con la lectura del evangelio y el mensaje de Vélez Isaza, quien destacó que la multitud que aclamó a Jesús era gente humilde y sencilla de corazón, asegurando que tal recibimiento se debió por la obra de Jesús y sus milagros, a tal modo que su fama se había extendido a varios lugares y mucha gente quería encontrarse con él.
Posteriormente, se dio la procesión que recorrió las calles céntricas de Valledupar, donde alzaban la cruz, velas, la imagen de Jesús y ángeles. Con devoción, los feligreses hicieron el recorrido, proclamando oraciones como el Padre Nuestro y el Ave María; muchos la hacían con la fe que Dios cumpliría las peticiones de su corazón.
Por estar tan presente y de una forma muy marcada la Pasión de Cristo, el color litúrgico de este día es el rojo. Entró en Jerusalén para padecer, morir y resucitar allí.