Recientemente la Universidad de Santander (UDES) graduó la primera cohorte de médicos formados en Valledupar. Los nuevos médicos que reciben con orgullo y mérito la posibilidad de servir a la solución de los problemas de salud del departamento, hacen parte de los más de 4.500 que juran los principios hipocráticos por año en el país. Los cesarenses debemos aplaudir el fortalecimiento de las instituciones educativas que forman a los paisanos y la apertura de nuevos programas, generando consigo el ambiente académico necesario para mantener a la vanguardia del conocimiento a quienes hoy ejercen y se mantienen cercanos a los centros educativos.
Estos nuevos profesionales tienen la misión de ejercer un impacto positivo en la recuperación y atención de los miles de pacientes del departamento que hoy padecen de -en orden de importancia- enfermedades cardiovasculares, enfermedades infectocontagiosas y lesiones principalmente en accidentes de tránsito, entre otras tantas. Estas situaciones de no abordarse con la suficiente maestría, tienen serias implicaciones sobre la capacidad laboral, en la reducción de años de vida productivos y en el aumento de los costos en el ya agobiado sistema de salud. Sin embargo, pese a la alegría que representa este hito, es necesario poner sobre la mesa la situación a la que se exponen estos nuevos profesionales. Tras asumir elevados valores en las matrículas y altos costos de sostenimiento, difícilmente verán retribuidos sus esfuerzos.
El promedio de salarios en el departamento del Cesar está por debajo de la media nacional la cual no supera los $3.700.000. Teniendo en cuenta que se estima que un médico en Colombia tarda entre 16 y 24 años en obtener el retorno de la inversión realizada en sus estudios, los galenos vallenatos están en desventaja. Por otra parte, y más allá del salario, las condiciones laborales adversas impiden recompensar todo su esfuerzo y la de sus familias. Un gran porcentaje deberán vincularse a las instituciones a través de modelos tercerizados de contratación (ilegal para el sector), y asumir costos adicionales para firmar un contrato (cursos, actualizaciones, pólizas de responsabilidad). En resumen, hoy los médicos y profesionales de la salud, tanto o más que los pacientes, son víctimas de un sistema de salud que no ha logrado garantizar dignidad a su capital humano.
Si el departamento desea mantener su fuerza laboral e intelectual evitando una “fuga de cerebros”, debemos replantear las ofertas laborales de nuestros profesionales, fortaleciéndolas, y ofreciendo mejores condiciones contractuales y salariales. Esto en el caso del sector salud, se reflejaría en mejor atención y mayor expectativa de vida para la población. ¡Felicitaciones a los nuevos colegas! Siempre recuerden la promesa de servir y el sentido humano que los impulsó a tomar la decisión más importante de su vida: ser médicos.
Oscar Araújo Quintana
Médico
@oscararaujoq
