El cine permite cuestionar intenciones, escudriñar apuestas estéticas, abordar problemas filosóficos e intenta mostrar las relaciones humanas en sus múltiples procesos históricos y culturales. Un arte que también indigna y conmueve.
Me gusta vivir en Valledupar, lo he dicho en repetidas ocasiones. Pero también es cierto que echo de menos ciertas cosas que hay en Bogotá que en la ciudad vallenata no. Una de ellas es el cine. No solo extraño la cartelera con sus múltiples y variadas opciones, sino, además, las voces originales de los actores y actrices.
El cine cumple su cometido de distraer, por supuesto, y, en consecuencia, calma. Pero también permite pensar. Las obras cinematográficas están cargadas de narrativas, de preguntas sobre el mundo, la vida, las emociones, el tiempo, la existencia. El cine permite cuestionar intenciones, escudriñar apuestas estéticas, abordar problemas filosóficos e intenta mostrar las relaciones humanas en sus múltiples procesos históricos y culturales. Un arte que también indigna y conmueve.
Por otro lado, cuando pensamos en países ejemplo en comprensión lectora acudimos a Finlandia. Este país nórdico lleva la delantera en lo que tiene que ver con educación. Según Xavier Melgarejo, psicólogo y pedagogo español, referente en el mundo pedagógico sobre su conocimiento en el sistema educativo finlandés y sus investigaciones comparadas, los componentes que contribuyen al éxito lector en Finlandia no tienen que ver, como se creería, con la extensa carga horaria en lectura y lenguaje -de hecho, es el país que menos horas le dedica a ello-, sino que tiene que ver con el trabajo mancomunado entre la familia, la escuela y las estructuras socioculturales. En esta última me quiero detener.
A través de varios libros, columnas y videos Melgarejo explica que en Finlandia una de las estructuras que ayuda a la lectura es la televisión: la televisión en este país nórdico siempre emite todos los programas en la lengua original y subtitulado en la lengua finlandesa, incluso los dibujos animados: “cuando los niños aprenden a leer ver la televisión los motiva muchísimo, y como los subtítulos van muy de prisa el proceso de lectura es reforzado por la televisión”.
Ahora bien, en Colombia se elimina la posibilidad de tener subtítulos en la televisión y en especial el cine, exceptuando las ciudades grandes. En Valledupar todas las películas las proyectan dobladas. Y, creo yo, que es por razones comerciales: si las pasan con subtítulos, la gente iría menos a cine. Esto por la pereza de leer o por no poder leer a la velocidad que exigen los subtítulos, y me inclino más por esta segunda opción que por la primera. Así, seguro que las proveedoras de cine entrarían en pérdidas.
Si en Valledupar y en el Cesar –y en Colombia- deseamos mejorar la comprensión lectora de niños y jóvenes, deberíamos unir esfuerzos para ello. No estoy proponiendo cambiar el sistema, sino dar pequeños pasos. Por el momento dos: evitar la música mientras se estudia en casa y en instituciones educativas, y fomentar y proyectar las películas en su idioma original con subtítulos en español.
El cine es fantástico y debería ser disfrutado en su idioma original, cifrando con ello además un fortalecimiento de la lectura.
Por: Laura Gómez.
El cine permite cuestionar intenciones, escudriñar apuestas estéticas, abordar problemas filosóficos e intenta mostrar las relaciones humanas en sus múltiples procesos históricos y culturales. Un arte que también indigna y conmueve.
Me gusta vivir en Valledupar, lo he dicho en repetidas ocasiones. Pero también es cierto que echo de menos ciertas cosas que hay en Bogotá que en la ciudad vallenata no. Una de ellas es el cine. No solo extraño la cartelera con sus múltiples y variadas opciones, sino, además, las voces originales de los actores y actrices.
El cine cumple su cometido de distraer, por supuesto, y, en consecuencia, calma. Pero también permite pensar. Las obras cinematográficas están cargadas de narrativas, de preguntas sobre el mundo, la vida, las emociones, el tiempo, la existencia. El cine permite cuestionar intenciones, escudriñar apuestas estéticas, abordar problemas filosóficos e intenta mostrar las relaciones humanas en sus múltiples procesos históricos y culturales. Un arte que también indigna y conmueve.
Por otro lado, cuando pensamos en países ejemplo en comprensión lectora acudimos a Finlandia. Este país nórdico lleva la delantera en lo que tiene que ver con educación. Según Xavier Melgarejo, psicólogo y pedagogo español, referente en el mundo pedagógico sobre su conocimiento en el sistema educativo finlandés y sus investigaciones comparadas, los componentes que contribuyen al éxito lector en Finlandia no tienen que ver, como se creería, con la extensa carga horaria en lectura y lenguaje -de hecho, es el país que menos horas le dedica a ello-, sino que tiene que ver con el trabajo mancomunado entre la familia, la escuela y las estructuras socioculturales. En esta última me quiero detener.
A través de varios libros, columnas y videos Melgarejo explica que en Finlandia una de las estructuras que ayuda a la lectura es la televisión: la televisión en este país nórdico siempre emite todos los programas en la lengua original y subtitulado en la lengua finlandesa, incluso los dibujos animados: “cuando los niños aprenden a leer ver la televisión los motiva muchísimo, y como los subtítulos van muy de prisa el proceso de lectura es reforzado por la televisión”.
Ahora bien, en Colombia se elimina la posibilidad de tener subtítulos en la televisión y en especial el cine, exceptuando las ciudades grandes. En Valledupar todas las películas las proyectan dobladas. Y, creo yo, que es por razones comerciales: si las pasan con subtítulos, la gente iría menos a cine. Esto por la pereza de leer o por no poder leer a la velocidad que exigen los subtítulos, y me inclino más por esta segunda opción que por la primera. Así, seguro que las proveedoras de cine entrarían en pérdidas.
Si en Valledupar y en el Cesar –y en Colombia- deseamos mejorar la comprensión lectora de niños y jóvenes, deberíamos unir esfuerzos para ello. No estoy proponiendo cambiar el sistema, sino dar pequeños pasos. Por el momento dos: evitar la música mientras se estudia en casa y en instituciones educativas, y fomentar y proyectar las películas en su idioma original con subtítulos en español.
El cine es fantástico y debería ser disfrutado en su idioma original, cifrando con ello además un fortalecimiento de la lectura.
Por: Laura Gómez.