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Informe - 13 marzo, 2016

Una década de la desmovilización paramilitar

El jueves anterior se cumplieron diez años del proceso de desmovilización del Bloque Norte de las Autodefensas que comandó durante varios años, Rodrigo Tovar Pupo, conocido como 'Jorge 40' en las filas de las organización.

Leonardo Cárdenas cambió el fusil por los pinceles y el fútbol, se desmovilizó en el 2006 y ahora es un gestor del deporte y la cultura que trabaja con niños y jóvenes de Valledupar.
Leonardo Cárdenas cambió el fusil por los pinceles y el fútbol, se desmovilizó en el 2006 y ahora es un gestor del deporte y la cultura que trabaja con niños y jóvenes de Valledupar.

Esta es una historia marcada por la violencia que incluyó muertes, masacres, desplazamientos y terror en todo el país, especialmente en los departamentos del Cesar y La Guajira.

El pasado jueves 10 de marzo se cumplió una década de la desmovilización del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, Auc, que comandó durante varios años, Rodrigo Tovar Pupo, conocido como ‘Jorge 40’ en las filas de las organización. Se estima que fueron 6.250 el número de excombatientes que retornaron a la vida civil.

Las desmovilizaciones del Bloque Norte se dieron en tres etapas. La primera fue en Torcoroma, San Martín; la segunda en Chimila, corregimiento de El Copey, la tercera y última, considerada la más trascendental, fue en el corregimiento de La Mesa, norte de Valledupar.

Después de 10 años del desarme de las Auc, EL PILÓN regresó al pueblo ubicado a unos 15 kilómetros de la capital del Cesar, el mismo al que llegaron un viernes del mes de marzo en 2006 el exgobernador del Cesar, Hernando Molina Araujo; el fallecido compositor Rafael Escalona Martínez; el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo; el exsenador y exgobernador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro; el exministro Álvaro Araujo Noguera; el exalcalde Ciro Pupo Castro, entre otras personalidades públicas de la población civil, para asistir al acto formal de desmovilización.

Hoy el panorama es totalmente diferente. En aquel entonces la carretera era destapada y el recorrido se hacía interminable; en la actualidad el asfalto acompaña a los viajeros desde la salida de Valledupar hasta el final del corregimiento que conduce a la sierra de Azúcar Buena.

Cuando se toma la vía a La Mesa, solo se recorren cinco minutos y ya se observa la Cárcel de Alta y Mediana Seguridad, de ahí en adelante se observa un camino golpeado por el fuerte verano: el pasto seco, quemado y la tierra quebrantada ante la falta de agua.

Al llegar a La Mesa se percibe un promisorio ambiente de paz, alejado de la violencia que en otrora se encargó de acabar con familias enteras, segar sueños y hacer huir a los campesinos e indígenas arahuacos asentados en la zona.

En la cancha de fútbol (al costado derecho de la entrada principal), el mayor escenario a campo abierto de la pequeña población fueron concentrados en 2006 unos 2.325 insurgentes, entre hombres y mujeres, pertenecientes a la fuerza de choque y a la red de apoyo social o milicias urbanas.

El jueves fue todo lo contrario, los hijos de esas personas se situaron en el campo, acompañados de estudiantes de la institución educativa Virgen del Carmen, indígenas e integrantes de la Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la Educación Especial, Fides, se unieron para pedir por la paz de Colombia, especialmente por el respeto a la vida.

Una de esas personas que dejó las armas fue Leonardo Cárdenas, quien contó cómo fue el proceso de reunión y luego entrega de armas ante el Gobierno Nacional, que dejó un sinsabor en la población civil porque fueron muchas personas las desmovilizadas que nunca hicieron parte de las Autodefensas.

“Previo a la entrega de armas nos trasladaron 15 días antes y nos concentraron en la vereda El Mamón, diariamente bajábamos a La Mesa para realizar papeles con la Fiscalía, el DAS, la seguridad social y los beneficios que nos prometieron y nos cumplieron”, declaró Cárdenas.

“Aquí se reunieron ese día el frente ‘Mártires del Cesar’, ‘Resistencia Tairona’ y ‘Contrainsurgencia Wayúu’, en la cancha de fútbol del corregimiento y posteriormente entregaron las armas por pelotones. Dejé toda la ropa aquí, simplemente me llevé las ganas de salir adelante y luchar por mi familia”.

Fueron tres años y seis meses los que pasó Leonardo en las filas de las Auc, durante ese tiempo perdió su identidad porque era llamado por un alias, “ese día solté el arma y esperé el carro de la vía para que me llevara hacia la ciudad, sentí gran confianza porque salí sano y salvo del conflicto”. Al retirarse de las autodefensas tenía 24 años, no oculta su verdadera identidad porque está convencido que la sociedad sabe su ayer y el hoy de su visión.

Por sus mejillas corrían lágrimas al recordar la fecha. Fueron los días más eternos de su vida. “Regreso al mismo lugar donde dejamos las armas y siento mucha alegría porque en vez de encontrar hombres armados (lágrimas), encontré un montón de niños emocionados con un solo objetivo que es recrearse a través del deporte”, aunque lloraba al rememorar los hechos que cobraron miles de vidas en todo el Cesar, este hombre de 34 años confía en que el país saldrá adelante en la construcción de la paz.

“Por el solo hecho de haber pertenecido a un grupo armado ilegal, contribuiste a dañar muchas vidas, con el solo hecho de portar un arma y sembrar el terror, tú causaste mucho daño tanto a la sociedad como a la madre Tierra, por eso quiero cambiar con mis acciones el pensamiento de reconciliación y paz”.

Leonardo Cárdenas ya culminó su proceso con la Agencia Colombiana para la Reintegración, ACR, hoy dedica su tiempo libre a promover el deporte en los niños y jóvenes de las comunas más vulnerables de Valledupar, además es pintor: “Yo tenía un arte dentro de mí guardado pero nunca lo explotaba”. Es decir, que cambió las armas por un pincel y un balón de fútbol. Junto con su esposa -desplazada por la violencia en el corregimiento de La Mesa- trabajan para cumplir los sueños de los menores de edad para que no caigan en las garras de la violencia.

El Cesar tiene 2.288 desmovilizados y en proceso de reintegración 1.984, de esos 486 culminaron el proceso, es decir, un 16.9 por ciento. Según cifras de las Agencia Colombia para la Reintegración, el 40 por ciento de los excombatientes ingresaron a los grupos armados siendo menores de edad, mientras que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar aduce que unos seis mil niños han hecho parte del conflicto armado.

OTRO TERRITORIO

Ya pasaron diez años de la desmovilización paramilitar y el recuerdo de la violencia sigue presente entre los pobladores de La Mesa. Aunque las calles se ven tranquilas y la Estación de Policía funciona normalmente, las huellas del conflicto rondan el lugar.

Este fue un punto de concentración de los paramilitares, que en cabeza de David Hernández Rojas, alias ’39’, tomaran el control del acceso hacia la Sierra Nevada de Santa Marta y obligaron a dueños de fincas, cultivadores y habitantes a pagar el llamado ‘impuesto de la guerra’.

El 11 de diciembre de 1999 ocurrió la primera masacre en La Mesa. Mataron a seis personas que quedaron tendidas en la vía principal del pueblo. Las víctimas fueron Nelson Rafael Acosta Castro, César Elías Ripian Jiménez, Nelson Rafael Acosta Carvajal, Alexander Mora Quesada, Roque Manuel Rubio González y José María Arias Martínez.

El Juzgado Penal del Circuito Especializado de Descongestión Adjunto de Valledupar, condenó por estos hechos a John Jairo Esquivel Cuadrado, alias ‘El Tigre’, como coautor.

Al recorrer la carretera principal se ven muchas personas en las puertas de las casas, cosa que en el pasado no se podía hacer, como declaró Manuel Bustamante, un labriego que en la actualidad sube y baja a cualquier hora de la Sierra Nevada; pasa por las veredas y caseríos cercanos y no le pasa nada. “Antes tenía que pedir permiso, salir con el sol y llegar con el sol, porque si me cogía la noche corría el peligro de que me asesinaran o me subieran a donde los comandantes”, relató.

LLEGÓ LA HORA LA PAZ

El periodista Gustavo Cuello Díaz se encargó de hacer el cubrimiento de la última desmovilización de las Auca, a través del Diario EL PILÓN narró en dos páginas publicadas el lunes 13 de marzo de 2006 cómo fue la histórica jornada.

Ese día dieron diez discursos. Unos largos con sabor proselitista y otros muy cortos, pero sustanciosos y centrados en la materia, dice el informe. El último, que tardó 50 minutos, fue el más amplio, lo dio precisamente Rodrigo Tovar Pupo, aun con la investidura de Comandante del Bloque Norte de las Autodefensas.

Intervinieron Iván Hinojosa, agricultor de la región; el exsenador y exgobernador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro; el dirigente arahuaco Vicente Villafañe; Francisco Mosquera habló en representación de los jóvenes; el exministro Álvaro Araujo Noguera; la reinsertada del EPL, Alma Castro; el alcalde Ciro Pupo Castro; el gobernador Hernando Molina Araujo; el Alto Comisionado para la Paz, Luis Camilo Restrepo; y Rodrigo Tovar Pupo.

“Llegó la hora de la paz. Terminó para siempre el discurso de fuego de las armas… Entré a las armas como patriota consagrado, pero hoy muere ‘Jorge 40’ y empieza a surgir un hombre que solo anhela ser ejemplo en la memoria de la gente, cuando recuerden al que nació el día que renunciamos a la guerra”, fueron frases de Tovar Pupo, hoy recluido en una cárcel de Estados Unidos.

POR LA RECONCILIACIÓN

Hijos de excombatientes participaron ayer en el Primer Torneo para la Construcción de Paz Fideos. La jornada fue liderada por la Gobernación del Cesar, en cabeza de la primera dama, Edna María Viga.

“Muy importante estar en este lugar, se reunieron las diferentes poblaciones como indígenas, afros, hijos de padres que han sido golpeados por la violencia. Queremos que sientan el respaldo del gobierno porque es importante hacer una inclusión social”, declaró Viga.

El fútbol como herramienta para la inclusión, la equidad y la construcción de paz en Colombia, fue lo que congregó a los niños en el corregimiento de La Mesa. A este torneo relámpago se unió la Agencia Colombiana para la Reintegración.

Por su parte, Alejandro Escalón, presidente de Fideos, explicó que el escenario de lágrimas, tristezas y amarguras para muchos colombianos, se cambió con la participación de los niños Fideos que dejaron recuerdos de felicidad para el futuro.

El diez de marzo de 2006 el Alto Comisionado para la Paz, Luis Camilo Restrepo, salió en defensa del proceso de paz con las autodefensas y dijo que los desmovilizados estarían bajo el control del Gobierno Nacional.
Armas largas y cortas, como fusiles, carabinas, ametralladoras, subametralladoras, pistolas, escopetas y revólveres, además de munición, hicieron parte del arsenal entregado en La Mesa por el Bloque Norte de las Autodefensas.
El 11 de diciembre de 1999 ocurrió la primera masacre en La Mesa. Mataron a seis personas que quedaron tendidas en la vía principal del pueblo.
“Llegó la hora de la paz. Terminó para siempre el discurso de fuego de las armas… Entré a las armas como patriota consagrado, pero hoy muere ‘Jorge 40’”: Rodrigo Tovar Pupo.
“Regreso al mismo lugar donde dejamos las armas y siento mucha alegría porque en vez de encontrar hombres armados, encontré un montón de niños emocionados con un solo objetivo que es recrearse a través del deporte”: Leonardo Cárdenas.

 

Por Carlos Mario Jiménez
[email protected]

Informe
13 marzo, 2016

Una década de la desmovilización paramilitar

El jueves anterior se cumplieron diez años del proceso de desmovilización del Bloque Norte de las Autodefensas que comandó durante varios años, Rodrigo Tovar Pupo, conocido como 'Jorge 40' en las filas de las organización.


Leonardo Cárdenas cambió el fusil por los pinceles y el fútbol, se desmovilizó en el 2006 y ahora es un gestor del deporte y la cultura que trabaja con niños y jóvenes de Valledupar.
Leonardo Cárdenas cambió el fusil por los pinceles y el fútbol, se desmovilizó en el 2006 y ahora es un gestor del deporte y la cultura que trabaja con niños y jóvenes de Valledupar.

Esta es una historia marcada por la violencia que incluyó muertes, masacres, desplazamientos y terror en todo el país, especialmente en los departamentos del Cesar y La Guajira.

El pasado jueves 10 de marzo se cumplió una década de la desmovilización del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, Auc, que comandó durante varios años, Rodrigo Tovar Pupo, conocido como ‘Jorge 40’ en las filas de las organización. Se estima que fueron 6.250 el número de excombatientes que retornaron a la vida civil.

Las desmovilizaciones del Bloque Norte se dieron en tres etapas. La primera fue en Torcoroma, San Martín; la segunda en Chimila, corregimiento de El Copey, la tercera y última, considerada la más trascendental, fue en el corregimiento de La Mesa, norte de Valledupar.

Después de 10 años del desarme de las Auc, EL PILÓN regresó al pueblo ubicado a unos 15 kilómetros de la capital del Cesar, el mismo al que llegaron un viernes del mes de marzo en 2006 el exgobernador del Cesar, Hernando Molina Araujo; el fallecido compositor Rafael Escalona Martínez; el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo; el exsenador y exgobernador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro; el exministro Álvaro Araujo Noguera; el exalcalde Ciro Pupo Castro, entre otras personalidades públicas de la población civil, para asistir al acto formal de desmovilización.

Hoy el panorama es totalmente diferente. En aquel entonces la carretera era destapada y el recorrido se hacía interminable; en la actualidad el asfalto acompaña a los viajeros desde la salida de Valledupar hasta el final del corregimiento que conduce a la sierra de Azúcar Buena.

Cuando se toma la vía a La Mesa, solo se recorren cinco minutos y ya se observa la Cárcel de Alta y Mediana Seguridad, de ahí en adelante se observa un camino golpeado por el fuerte verano: el pasto seco, quemado y la tierra quebrantada ante la falta de agua.

Al llegar a La Mesa se percibe un promisorio ambiente de paz, alejado de la violencia que en otrora se encargó de acabar con familias enteras, segar sueños y hacer huir a los campesinos e indígenas arahuacos asentados en la zona.

En la cancha de fútbol (al costado derecho de la entrada principal), el mayor escenario a campo abierto de la pequeña población fueron concentrados en 2006 unos 2.325 insurgentes, entre hombres y mujeres, pertenecientes a la fuerza de choque y a la red de apoyo social o milicias urbanas.

El jueves fue todo lo contrario, los hijos de esas personas se situaron en el campo, acompañados de estudiantes de la institución educativa Virgen del Carmen, indígenas e integrantes de la Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la Educación Especial, Fides, se unieron para pedir por la paz de Colombia, especialmente por el respeto a la vida.

Una de esas personas que dejó las armas fue Leonardo Cárdenas, quien contó cómo fue el proceso de reunión y luego entrega de armas ante el Gobierno Nacional, que dejó un sinsabor en la población civil porque fueron muchas personas las desmovilizadas que nunca hicieron parte de las Autodefensas.

“Previo a la entrega de armas nos trasladaron 15 días antes y nos concentraron en la vereda El Mamón, diariamente bajábamos a La Mesa para realizar papeles con la Fiscalía, el DAS, la seguridad social y los beneficios que nos prometieron y nos cumplieron”, declaró Cárdenas.

“Aquí se reunieron ese día el frente ‘Mártires del Cesar’, ‘Resistencia Tairona’ y ‘Contrainsurgencia Wayúu’, en la cancha de fútbol del corregimiento y posteriormente entregaron las armas por pelotones. Dejé toda la ropa aquí, simplemente me llevé las ganas de salir adelante y luchar por mi familia”.

Fueron tres años y seis meses los que pasó Leonardo en las filas de las Auc, durante ese tiempo perdió su identidad porque era llamado por un alias, “ese día solté el arma y esperé el carro de la vía para que me llevara hacia la ciudad, sentí gran confianza porque salí sano y salvo del conflicto”. Al retirarse de las autodefensas tenía 24 años, no oculta su verdadera identidad porque está convencido que la sociedad sabe su ayer y el hoy de su visión.

Por sus mejillas corrían lágrimas al recordar la fecha. Fueron los días más eternos de su vida. “Regreso al mismo lugar donde dejamos las armas y siento mucha alegría porque en vez de encontrar hombres armados (lágrimas), encontré un montón de niños emocionados con un solo objetivo que es recrearse a través del deporte”, aunque lloraba al rememorar los hechos que cobraron miles de vidas en todo el Cesar, este hombre de 34 años confía en que el país saldrá adelante en la construcción de la paz.

“Por el solo hecho de haber pertenecido a un grupo armado ilegal, contribuiste a dañar muchas vidas, con el solo hecho de portar un arma y sembrar el terror, tú causaste mucho daño tanto a la sociedad como a la madre Tierra, por eso quiero cambiar con mis acciones el pensamiento de reconciliación y paz”.

Leonardo Cárdenas ya culminó su proceso con la Agencia Colombiana para la Reintegración, ACR, hoy dedica su tiempo libre a promover el deporte en los niños y jóvenes de las comunas más vulnerables de Valledupar, además es pintor: “Yo tenía un arte dentro de mí guardado pero nunca lo explotaba”. Es decir, que cambió las armas por un pincel y un balón de fútbol. Junto con su esposa -desplazada por la violencia en el corregimiento de La Mesa- trabajan para cumplir los sueños de los menores de edad para que no caigan en las garras de la violencia.

El Cesar tiene 2.288 desmovilizados y en proceso de reintegración 1.984, de esos 486 culminaron el proceso, es decir, un 16.9 por ciento. Según cifras de las Agencia Colombia para la Reintegración, el 40 por ciento de los excombatientes ingresaron a los grupos armados siendo menores de edad, mientras que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar aduce que unos seis mil niños han hecho parte del conflicto armado.

OTRO TERRITORIO

Ya pasaron diez años de la desmovilización paramilitar y el recuerdo de la violencia sigue presente entre los pobladores de La Mesa. Aunque las calles se ven tranquilas y la Estación de Policía funciona normalmente, las huellas del conflicto rondan el lugar.

Este fue un punto de concentración de los paramilitares, que en cabeza de David Hernández Rojas, alias ’39’, tomaran el control del acceso hacia la Sierra Nevada de Santa Marta y obligaron a dueños de fincas, cultivadores y habitantes a pagar el llamado ‘impuesto de la guerra’.

El 11 de diciembre de 1999 ocurrió la primera masacre en La Mesa. Mataron a seis personas que quedaron tendidas en la vía principal del pueblo. Las víctimas fueron Nelson Rafael Acosta Castro, César Elías Ripian Jiménez, Nelson Rafael Acosta Carvajal, Alexander Mora Quesada, Roque Manuel Rubio González y José María Arias Martínez.

El Juzgado Penal del Circuito Especializado de Descongestión Adjunto de Valledupar, condenó por estos hechos a John Jairo Esquivel Cuadrado, alias ‘El Tigre’, como coautor.

Al recorrer la carretera principal se ven muchas personas en las puertas de las casas, cosa que en el pasado no se podía hacer, como declaró Manuel Bustamante, un labriego que en la actualidad sube y baja a cualquier hora de la Sierra Nevada; pasa por las veredas y caseríos cercanos y no le pasa nada. “Antes tenía que pedir permiso, salir con el sol y llegar con el sol, porque si me cogía la noche corría el peligro de que me asesinaran o me subieran a donde los comandantes”, relató.

LLEGÓ LA HORA LA PAZ

El periodista Gustavo Cuello Díaz se encargó de hacer el cubrimiento de la última desmovilización de las Auca, a través del Diario EL PILÓN narró en dos páginas publicadas el lunes 13 de marzo de 2006 cómo fue la histórica jornada.

Ese día dieron diez discursos. Unos largos con sabor proselitista y otros muy cortos, pero sustanciosos y centrados en la materia, dice el informe. El último, que tardó 50 minutos, fue el más amplio, lo dio precisamente Rodrigo Tovar Pupo, aun con la investidura de Comandante del Bloque Norte de las Autodefensas.

Intervinieron Iván Hinojosa, agricultor de la región; el exsenador y exgobernador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro; el dirigente arahuaco Vicente Villafañe; Francisco Mosquera habló en representación de los jóvenes; el exministro Álvaro Araujo Noguera; la reinsertada del EPL, Alma Castro; el alcalde Ciro Pupo Castro; el gobernador Hernando Molina Araujo; el Alto Comisionado para la Paz, Luis Camilo Restrepo; y Rodrigo Tovar Pupo.

“Llegó la hora de la paz. Terminó para siempre el discurso de fuego de las armas… Entré a las armas como patriota consagrado, pero hoy muere ‘Jorge 40’ y empieza a surgir un hombre que solo anhela ser ejemplo en la memoria de la gente, cuando recuerden al que nació el día que renunciamos a la guerra”, fueron frases de Tovar Pupo, hoy recluido en una cárcel de Estados Unidos.

POR LA RECONCILIACIÓN

Hijos de excombatientes participaron ayer en el Primer Torneo para la Construcción de Paz Fideos. La jornada fue liderada por la Gobernación del Cesar, en cabeza de la primera dama, Edna María Viga.

“Muy importante estar en este lugar, se reunieron las diferentes poblaciones como indígenas, afros, hijos de padres que han sido golpeados por la violencia. Queremos que sientan el respaldo del gobierno porque es importante hacer una inclusión social”, declaró Viga.

El fútbol como herramienta para la inclusión, la equidad y la construcción de paz en Colombia, fue lo que congregó a los niños en el corregimiento de La Mesa. A este torneo relámpago se unió la Agencia Colombiana para la Reintegración.

Por su parte, Alejandro Escalón, presidente de Fideos, explicó que el escenario de lágrimas, tristezas y amarguras para muchos colombianos, se cambió con la participación de los niños Fideos que dejaron recuerdos de felicidad para el futuro.

El diez de marzo de 2006 el Alto Comisionado para la Paz, Luis Camilo Restrepo, salió en defensa del proceso de paz con las autodefensas y dijo que los desmovilizados estarían bajo el control del Gobierno Nacional.
Armas largas y cortas, como fusiles, carabinas, ametralladoras, subametralladoras, pistolas, escopetas y revólveres, además de munición, hicieron parte del arsenal entregado en La Mesa por el Bloque Norte de las Autodefensas.
El 11 de diciembre de 1999 ocurrió la primera masacre en La Mesa. Mataron a seis personas que quedaron tendidas en la vía principal del pueblo.
“Llegó la hora de la paz. Terminó para siempre el discurso de fuego de las armas… Entré a las armas como patriota consagrado, pero hoy muere ‘Jorge 40’”: Rodrigo Tovar Pupo.
“Regreso al mismo lugar donde dejamos las armas y siento mucha alegría porque en vez de encontrar hombres armados, encontré un montón de niños emocionados con un solo objetivo que es recrearse a través del deporte”: Leonardo Cárdenas.

 

Por Carlos Mario Jiménez
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