Esta fue una de las expresiones lanzadas por el senador Ernesto Macías en el discurso con el que recibía al nuevo presidente Iván Duque, lo dicho por el congresista no es más que el mismo libreto con el que pretenden hacer ver que el país está acabado y solo la mano redentora de un solo […]
Esta fue una de las expresiones lanzadas por el senador Ernesto Macías en el discurso con el que recibía al nuevo presidente Iván Duque, lo dicho por el congresista no es más que el mismo libreto con el que pretenden hacer ver que el país está acabado y solo la mano redentora de un solo hombre puede salvarlo, un discurso que ignora la realidad del país resumida en las elecciones del plebiscito del Octubre del 2016 y la elecciones presidenciales del 2018, en la primera con la victoria de No y la segunda con la victoria del recién posesionado mandatario; no quiere decir ello que fueron triunfos aplastantes, por el contrario la diferencia no fue holgada, por lo que el nuevo gobierno debe buscar la manera de conectarse con esa otra Colombia, que es numerosa y no comulga con los que incendian al país con su llamado a la hoguera.
La oportunidad que brinda la vida para mostrar liderazgos debe ser aprovechada para llenar de esperanza y magnánimas ilusiones a toda una Nación, mostrar el camino por el que se va a continuar construyendo sobre lo construido, proponiendo vías para salir de los problemas que sin dudas los tenemos y mejorar lo que nos dejó el anterior gobierno porque para ser justos no todo fue malo, Juan Manuel Santos puede que no haya dejado el mejor país pero si nos dejó una visión para conseguir un mejor país, con todos los errores hoy Colombia cuenta con un gran número de guerrilleros desmovilizados y comprometidos con la paz, pero también convocó a cada colombiano hablar de paz y eso en algún momento debe tener sus efectos en este país golpeado por tanta violencia, ya en las regiones se habla de paz y se crean puentes y aquellos que estén en orillas diferentes puedan hablar sin ofenderse; así ocurre en Valledupar con iniciativas como diálogos improbables desarrollada hace pocos días, proyectos que nacen precisamente de un proceso de paz que busca no solo el desarme de una guerrilla sino la reconciliación de los colombianos.
La posesión del 7 de Agosto dejó en evidencia el tedio que provocan las manifestaciones revanchistas, provocadoras y de conclusiones simples o amañadas con las que se pretende restarle méritos a quien se la jugó toda por un noble propósito, porque el enemigo del país no es el presidente que culminó su periodo, el enemigo del país o mejor dicho los enemigos del país continúan con vida y son históricos, la inhumana prestación de servicio de salud, la desigualdades que se viven en las zonas rurales, la corrupción, educación de calidad cuestionable, la contaminación ahora con fracking incluido, la pobreza extrema; todos esos males que ahora son los retos para el presidente Duque de quien se espera los afronte con acierto lejos de las posiciones equivocadas y mentirosas como las del senador Macías.
Por Carlos Andrés Añez
Esta fue una de las expresiones lanzadas por el senador Ernesto Macías en el discurso con el que recibía al nuevo presidente Iván Duque, lo dicho por el congresista no es más que el mismo libreto con el que pretenden hacer ver que el país está acabado y solo la mano redentora de un solo […]
Esta fue una de las expresiones lanzadas por el senador Ernesto Macías en el discurso con el que recibía al nuevo presidente Iván Duque, lo dicho por el congresista no es más que el mismo libreto con el que pretenden hacer ver que el país está acabado y solo la mano redentora de un solo hombre puede salvarlo, un discurso que ignora la realidad del país resumida en las elecciones del plebiscito del Octubre del 2016 y la elecciones presidenciales del 2018, en la primera con la victoria de No y la segunda con la victoria del recién posesionado mandatario; no quiere decir ello que fueron triunfos aplastantes, por el contrario la diferencia no fue holgada, por lo que el nuevo gobierno debe buscar la manera de conectarse con esa otra Colombia, que es numerosa y no comulga con los que incendian al país con su llamado a la hoguera.
La oportunidad que brinda la vida para mostrar liderazgos debe ser aprovechada para llenar de esperanza y magnánimas ilusiones a toda una Nación, mostrar el camino por el que se va a continuar construyendo sobre lo construido, proponiendo vías para salir de los problemas que sin dudas los tenemos y mejorar lo que nos dejó el anterior gobierno porque para ser justos no todo fue malo, Juan Manuel Santos puede que no haya dejado el mejor país pero si nos dejó una visión para conseguir un mejor país, con todos los errores hoy Colombia cuenta con un gran número de guerrilleros desmovilizados y comprometidos con la paz, pero también convocó a cada colombiano hablar de paz y eso en algún momento debe tener sus efectos en este país golpeado por tanta violencia, ya en las regiones se habla de paz y se crean puentes y aquellos que estén en orillas diferentes puedan hablar sin ofenderse; así ocurre en Valledupar con iniciativas como diálogos improbables desarrollada hace pocos días, proyectos que nacen precisamente de un proceso de paz que busca no solo el desarme de una guerrilla sino la reconciliación de los colombianos.
La posesión del 7 de Agosto dejó en evidencia el tedio que provocan las manifestaciones revanchistas, provocadoras y de conclusiones simples o amañadas con las que se pretende restarle méritos a quien se la jugó toda por un noble propósito, porque el enemigo del país no es el presidente que culminó su periodo, el enemigo del país o mejor dicho los enemigos del país continúan con vida y son históricos, la inhumana prestación de servicio de salud, la desigualdades que se viven en las zonas rurales, la corrupción, educación de calidad cuestionable, la contaminación ahora con fracking incluido, la pobreza extrema; todos esos males que ahora son los retos para el presidente Duque de quien se espera los afronte con acierto lejos de las posiciones equivocadas y mentirosas como las del senador Macías.
Por Carlos Andrés Añez