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Columnista - 17 noviembre, 2018

Un entorno reverdecido y una fauna colmada de alegría

Haciendo alusión a ese hermoso canto de la autoría de Diomedes Diaz e interpretado en la inigualable y almibarada voz del gran Rafael Orozco y el acordeón criollo de Emilio Oviedo, titulado “Cariñito de mi vida”, primer tema grabado al “Cacique de la Junta” y precisamente donde Orozco lo bautizó así. Refiriéndome al estribillo donde […]

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Haciendo alusión a ese hermoso canto de la autoría de Diomedes Diaz e interpretado en la inigualable y almibarada voz del gran Rafael Orozco y el acordeón criollo de Emilio Oviedo, titulado “Cariñito de mi vida”, primer tema grabado al “Cacique de la Junta” y precisamente donde Orozco lo bautizó así. Refiriéndome al estribillo donde dice “… y se reverdece la sábana, se colma la fauna de alegría…” no puede ser más cierto, pues cuando llegan las lluvias, la naturaleza despierta y muestra su ímpetu de numerosas formas, muchas veces hasta con furia, pero generalmente aflorando todo su esplendor y belleza. Hace poco tiempo estuve en la Sierra Nevada, específicamente a tres horas a lomo de mula arriba de Chemesquemena, muy cerca de Donachui población Arhuaca, pero en territorio Kankuamo, allí quedé anonadado, abrumado, extasiado con tanta belleza ante mis ojos, con tanto aire puro, verdor, fauna, nunca había escuchado y visto tal diversidad de aves cantando y volando, a raíz de ese viaje reafirmé lo que ya había comprobado en otra travesía al complejo cenagoso de la Zapatosa, que el Cesar definitivamente es una potencia eco-turistica subexplotada. La Zapatosa es el humedal continental más grande de agua dulce que tiene Colombia, y quizás el más importante de Latinoamérica, cuenta con una extensión de entre 30.000 y 40.000 hectáreas en verano y 70.000 hectáreas en invierno, además de funcionar como amortiguador de las crecientes del río Magdalena, alberga gran biodiversidad, ya que contiene cerca de 500 plantas vasculares, 45 especies de peces y 30 especies de mamíferos, además es el hogar de gran cantidad de aves nativas y migratorias que llegan de Canadá y de otras partes del mundo a reproducirse y a alimentarse. Las especies más comunes que encontramos en este ecosistema son: la guacharaca caribeña, esmeralda pico rojo, el carpintero costeño, rastrojero y Chavarri, entre otras. Estos dos sitios mágicos están en gran parte ubicados en el Cesar, y las autoridades deberían crear un estrategia masiva de mercadeo para atraer turismo e inversión nacional y extranjera e inicialmente crear una infraestructura básica, nuestro departamento cuenta con una Oficina de Turismo que debe ser fortalecida, está en cabeza de Liana Castro, una funcionaria joven y capaz que con el respaldo adecuado haría muchas más cosas para aumentar el flujo de turistas hacia estos dos lugares especialmente hacia la sierra Nevada, pero por los lados de Atánquez y Chemesquemena, un entorno prácticamente virgen, hermoso e ideal para un turismo ecológico y de aventura, senderismo, cabalgatas, caminata, rafting, parapentismo etc.

En realidad, hay mucho por conocer, descubrir y mostrar en el Cesar. Gracias a Dios todas las mañanas escucho más de un centenar de aves silvestres que cantan en los árboles vecinos a mi casa, mirlas, pericos, cotorros, canarios azulejos, y hasta unos loros llegan a veces a un mango cercano y algunos cantos que desconozco pues no soy un experto ornitólogo, tal cual como lo he manifestado anteriormente también llega un ave negra, familia de la María Mulata, lo digo por su parecido, además por la gran similitud de su canto, inquietud que confirmé con mi amigo Tomás Darío Gutiérrez, ambientalista y ornitólogo experto, quien me manifestó que en efecto se trata de un ave de la misma familia, del que existe un monumento en la ciudad. Dicha ave que no es endémica nuestra es muy voraz y la he visto devorar los huevos y pichones de otras aves y comerse iguanas pequeñas, por lo tanto, Corpocesar debe tomar cartas urgentes en el asunto.

Por Julio Mario Celedón-@juliomceledon

Columnista
17 noviembre, 2018

Un entorno reverdecido y una fauna colmada de alegría

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Haciendo alusión a ese hermoso canto de la autoría de Diomedes Diaz e interpretado en la inigualable y almibarada voz del gran Rafael Orozco y el acordeón criollo de Emilio Oviedo, titulado “Cariñito de mi vida”, primer tema grabado al “Cacique de la Junta” y precisamente donde Orozco lo bautizó así. Refiriéndome al estribillo donde […]


Haciendo alusión a ese hermoso canto de la autoría de Diomedes Diaz e interpretado en la inigualable y almibarada voz del gran Rafael Orozco y el acordeón criollo de Emilio Oviedo, titulado “Cariñito de mi vida”, primer tema grabado al “Cacique de la Junta” y precisamente donde Orozco lo bautizó así. Refiriéndome al estribillo donde dice “… y se reverdece la sábana, se colma la fauna de alegría…” no puede ser más cierto, pues cuando llegan las lluvias, la naturaleza despierta y muestra su ímpetu de numerosas formas, muchas veces hasta con furia, pero generalmente aflorando todo su esplendor y belleza. Hace poco tiempo estuve en la Sierra Nevada, específicamente a tres horas a lomo de mula arriba de Chemesquemena, muy cerca de Donachui población Arhuaca, pero en territorio Kankuamo, allí quedé anonadado, abrumado, extasiado con tanta belleza ante mis ojos, con tanto aire puro, verdor, fauna, nunca había escuchado y visto tal diversidad de aves cantando y volando, a raíz de ese viaje reafirmé lo que ya había comprobado en otra travesía al complejo cenagoso de la Zapatosa, que el Cesar definitivamente es una potencia eco-turistica subexplotada. La Zapatosa es el humedal continental más grande de agua dulce que tiene Colombia, y quizás el más importante de Latinoamérica, cuenta con una extensión de entre 30.000 y 40.000 hectáreas en verano y 70.000 hectáreas en invierno, además de funcionar como amortiguador de las crecientes del río Magdalena, alberga gran biodiversidad, ya que contiene cerca de 500 plantas vasculares, 45 especies de peces y 30 especies de mamíferos, además es el hogar de gran cantidad de aves nativas y migratorias que llegan de Canadá y de otras partes del mundo a reproducirse y a alimentarse. Las especies más comunes que encontramos en este ecosistema son: la guacharaca caribeña, esmeralda pico rojo, el carpintero costeño, rastrojero y Chavarri, entre otras. Estos dos sitios mágicos están en gran parte ubicados en el Cesar, y las autoridades deberían crear un estrategia masiva de mercadeo para atraer turismo e inversión nacional y extranjera e inicialmente crear una infraestructura básica, nuestro departamento cuenta con una Oficina de Turismo que debe ser fortalecida, está en cabeza de Liana Castro, una funcionaria joven y capaz que con el respaldo adecuado haría muchas más cosas para aumentar el flujo de turistas hacia estos dos lugares especialmente hacia la sierra Nevada, pero por los lados de Atánquez y Chemesquemena, un entorno prácticamente virgen, hermoso e ideal para un turismo ecológico y de aventura, senderismo, cabalgatas, caminata, rafting, parapentismo etc.

En realidad, hay mucho por conocer, descubrir y mostrar en el Cesar. Gracias a Dios todas las mañanas escucho más de un centenar de aves silvestres que cantan en los árboles vecinos a mi casa, mirlas, pericos, cotorros, canarios azulejos, y hasta unos loros llegan a veces a un mango cercano y algunos cantos que desconozco pues no soy un experto ornitólogo, tal cual como lo he manifestado anteriormente también llega un ave negra, familia de la María Mulata, lo digo por su parecido, además por la gran similitud de su canto, inquietud que confirmé con mi amigo Tomás Darío Gutiérrez, ambientalista y ornitólogo experto, quien me manifestó que en efecto se trata de un ave de la misma familia, del que existe un monumento en la ciudad. Dicha ave que no es endémica nuestra es muy voraz y la he visto devorar los huevos y pichones de otras aves y comerse iguanas pequeñas, por lo tanto, Corpocesar debe tomar cartas urgentes en el asunto.

Por Julio Mario Celedón-@juliomceledon