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Columnista - 21 febrero, 2020

Tú estarás conmigo

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Salmos 23,4 Sometidos, como estamos, a un mundo que maldice, desde pequeños se nos ha inculcado que valemos por lo que hacemos, logramos y tenemos, haciéndonos frágiles y solitarios ante los desafíos de la vida misma. Uno de los […]

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Salmos 23,4

Sometidos, como estamos, a un mundo que maldice, desde pequeños se nos ha inculcado que valemos por lo que hacemos, logramos y tenemos, haciéndonos frágiles y solitarios ante los desafíos de la vida misma. Uno de los privilegios más grandes de ser parte de la familia de Dios es que podemos gozar de su compañía y de tener la certeza que, de cara a las adversidades y conflictos, Dios caminará a nuestro lado.

Ciertamente, la razón de nuestra confianza no está en la esperanza de que las circunstancias cambien, ni en tener la idea de una vida libre de complicaciones y conflictos. Al contrario, caminando por este valle de lágrimas, nos fortalece la convicción que, aun transitando en un valle de sombra de muerte, Dios caminará a nuestro lado y su vara y cayado nos infundirán aliento.

Son muchas las circunstancias y personajes a las que Dios les hizo la promesa que estaría con ellos aun en las peores circunstancias. Todas ellas tienen algo en común: Sus protagonistas estaban inmersos en circunstancias que infundían temor y desvalimiento.

Jacob, tenía miedo de volver a casa, porque su hermano había jurado matarlo. El Señor lo visitó y le dijo: ¡Yo estaré contigo! Moisés, sintió temor de volver a Egipto, porque el faraón deseaba su muerte, El Señor le dijo: ¡Yo estaré contigo! Josué, estaba atemorizado ante la enorme tarea de guiar al pueblo hacia la conquista de la tierra prometida. Dios le habló, diciendo: ¡El Señor, tu Dios estará contigo donde quiera que vayas! Gedeón, se sintió poca cosa ante la tarea de liberar a Israel del yugo madianita. Pero el Señor le dijo: ¡Ciertamente, yo estaré contigo! Jeremías, sentía que era inútil proclamar la palabra de Dios al pueblo. El Señor le recordó: ¡Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo! Pablo, se sintió asustado ante la oposición en Atenas. Por medio de una visión de noche, el Señor le dijo: ¡No temas, habla y no calles, porque yo estoy contigo!

Queridos amigos, la situación actual es de crisis general, de liderazgo, de valores y principios, de recursos y, sobre todo, de seguridad y estabilidad. En medio de un valle de corrupción y violencia galopante, donde cada vez nos sentimos más temerosos, desprotegidos y vulnerables, se hace necesario, volver nuestros ojos suplicantes al Señor para apropiarnos de la promesa de su dulce compañía.

Este tiempo de crisis tendrá un valor inestimable para todos aquellos que puedan experimentar una vida de mayor dependencia de Dios. Para aquellos que, en medio de un valle de conflictos y problemas no resueltos, aun así, puedan decir: ¡Aunque pase por un valle de sombra de muerte, tú estarás conmigo!

El presente nos invita a dudar de nuestros recursos y a confiar plenamente en sus promesas: ¡Mi presencia te acompañará y te daré descanso! Moisés respondió: ¡Si tu presencia no ha de acompañarnos, no nos saques de aquí! Tomados de su mano, nos espera un futuro promisorio y especial

¡Adelante! Un abrazo solidario.

Columnista
21 febrero, 2020

Tú estarás conmigo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Salmos 23,4 Sometidos, como estamos, a un mundo que maldice, desde pequeños se nos ha inculcado que valemos por lo que hacemos, logramos y tenemos, haciéndonos frágiles y solitarios ante los desafíos de la vida misma. Uno de los […]


“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Salmos 23,4

Sometidos, como estamos, a un mundo que maldice, desde pequeños se nos ha inculcado que valemos por lo que hacemos, logramos y tenemos, haciéndonos frágiles y solitarios ante los desafíos de la vida misma. Uno de los privilegios más grandes de ser parte de la familia de Dios es que podemos gozar de su compañía y de tener la certeza que, de cara a las adversidades y conflictos, Dios caminará a nuestro lado.

Ciertamente, la razón de nuestra confianza no está en la esperanza de que las circunstancias cambien, ni en tener la idea de una vida libre de complicaciones y conflictos. Al contrario, caminando por este valle de lágrimas, nos fortalece la convicción que, aun transitando en un valle de sombra de muerte, Dios caminará a nuestro lado y su vara y cayado nos infundirán aliento.

Son muchas las circunstancias y personajes a las que Dios les hizo la promesa que estaría con ellos aun en las peores circunstancias. Todas ellas tienen algo en común: Sus protagonistas estaban inmersos en circunstancias que infundían temor y desvalimiento.

Jacob, tenía miedo de volver a casa, porque su hermano había jurado matarlo. El Señor lo visitó y le dijo: ¡Yo estaré contigo! Moisés, sintió temor de volver a Egipto, porque el faraón deseaba su muerte, El Señor le dijo: ¡Yo estaré contigo! Josué, estaba atemorizado ante la enorme tarea de guiar al pueblo hacia la conquista de la tierra prometida. Dios le habló, diciendo: ¡El Señor, tu Dios estará contigo donde quiera que vayas! Gedeón, se sintió poca cosa ante la tarea de liberar a Israel del yugo madianita. Pero el Señor le dijo: ¡Ciertamente, yo estaré contigo! Jeremías, sentía que era inútil proclamar la palabra de Dios al pueblo. El Señor le recordó: ¡Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo! Pablo, se sintió asustado ante la oposición en Atenas. Por medio de una visión de noche, el Señor le dijo: ¡No temas, habla y no calles, porque yo estoy contigo!

Queridos amigos, la situación actual es de crisis general, de liderazgo, de valores y principios, de recursos y, sobre todo, de seguridad y estabilidad. En medio de un valle de corrupción y violencia galopante, donde cada vez nos sentimos más temerosos, desprotegidos y vulnerables, se hace necesario, volver nuestros ojos suplicantes al Señor para apropiarnos de la promesa de su dulce compañía.

Este tiempo de crisis tendrá un valor inestimable para todos aquellos que puedan experimentar una vida de mayor dependencia de Dios. Para aquellos que, en medio de un valle de conflictos y problemas no resueltos, aun así, puedan decir: ¡Aunque pase por un valle de sombra de muerte, tú estarás conmigo!

El presente nos invita a dudar de nuestros recursos y a confiar plenamente en sus promesas: ¡Mi presencia te acompañará y te daré descanso! Moisés respondió: ¡Si tu presencia no ha de acompañarnos, no nos saques de aquí! Tomados de su mano, nos espera un futuro promisorio y especial

¡Adelante! Un abrazo solidario.