En los procesos electorales que ofrece nuestra maltrecha democracia, conozco cinco tipos de votos: el de opinión, el que se ejerce por constreñimiento, el comprado, el voto útil y el voto en blanco. El voto comprado y el constreñido suelen parecerse; el primero ocurre, por lo general, durante el día de las elecciones y puede […]
En los procesos electorales que ofrece nuestra maltrecha democracia, conozco cinco tipos de votos: el de opinión, el que se ejerce por constreñimiento, el comprado, el voto útil y el voto en blanco. El voto comprado y el constreñido suelen parecerse; el primero ocurre, por lo general, durante el día de las elecciones y puede ser en especie o en efectivo y sus usufructuarios pueden o no participar en el proceso electoral; esta transacción, por lo general, se hace entre un tercero en representación de un candidato y los sectores más deprimidos de la sociedad.
Se dice en los pasillos electorales que también se compra al por mayor en la misma Registraduría donde operan algunos funcionarios corruptos y softwares envenenados. El voto por constreñimiento es extorsivo y se obtiene a través de los empleados, ya del ente público, ya de los contratistas de este.
Estas dos modalidades son el cáncer de la democracia contra los cuales no existen remedios y poquísimas personas han purgado penas por estos delitos. El voto en blanco es una herramienta de repudio que, bien organizado y conducido, saca de la contienda a algunos aspirantes corruptos pero que luego reemplazan con gentes del mismo ADN, sus familiares y además, es difícil concretar 50% más uno de los votos que obligaría a convocar nuevas elecciones. Este voto podría ser un saludo a la bandera.
El voto de opinión es el ideal pero en un país de ignorantes políticos casi nadie vota a conciencia y por unas propuestas. Con este tipo de voto, con excepción de algunas regiones del país, es difícil construir democracia a nivel local y regional; el voto emotivo, comprado y constreñido siempre lo matarán.
Si la mayoría tuviera criterio para votar a conciencia, es seguro que la gobernación debería tocarle a Jaime Araujo y la alcaldía de Valledupar a Alaín Jiménez, dos candidatos no convencionales. Más, es difícil que lo logren, el síndrome Cristian no es reproducible así la lógica lo indique; el mundo de la política es amorfo.
Nos queda el voto útil que tiene aplicación cuando el elector le quiere cerrar el camino a un candidato cuyas credenciales y pasado obligan a una defenestración por medio de las urnas. Este voto también requiere un mínimo de lógica y de entendimiento acerca del futuro local, regional o nacional.
En estos casos, el elector podría inclinarse por el segundo en las opciones, así considere que no es el ideal pero que podría interrumpir la continuidad de algún grupo o familia en el poder; esto daría un compás de espera para que otras fuerzas, que han sido marginadas por largos periodos, puedan organizarse; esto se podría pactar.
En nuestro caso, la gente podría inclinarse por Kaleb y por el “Mello” para la gobernación del Cesar y la alcaldía de Valledupar respectivamente. Esta podría ser una estrategia válida que no compromete principios, en especial en un régimen presidencialista.
Esto equivale a una retirada que no implica una derrota para un ejército sino una estrategia de acomodamiento de la guerra. Recuerdo cuando Stalin se retiró hacia el oriente soviético, pero en verdad, esperaba la crudeza del invierno para atacar.
Así, Hitler perdió la guerra, ya ganada, y las “razas inferiores” nos libramos del exterminio nazzi. También, con el voto útil se puede ganar una batalla y después la guerra. Por primera vez, mi voto será útil.
En los procesos electorales que ofrece nuestra maltrecha democracia, conozco cinco tipos de votos: el de opinión, el que se ejerce por constreñimiento, el comprado, el voto útil y el voto en blanco. El voto comprado y el constreñido suelen parecerse; el primero ocurre, por lo general, durante el día de las elecciones y puede […]
En los procesos electorales que ofrece nuestra maltrecha democracia, conozco cinco tipos de votos: el de opinión, el que se ejerce por constreñimiento, el comprado, el voto útil y el voto en blanco. El voto comprado y el constreñido suelen parecerse; el primero ocurre, por lo general, durante el día de las elecciones y puede ser en especie o en efectivo y sus usufructuarios pueden o no participar en el proceso electoral; esta transacción, por lo general, se hace entre un tercero en representación de un candidato y los sectores más deprimidos de la sociedad.
Se dice en los pasillos electorales que también se compra al por mayor en la misma Registraduría donde operan algunos funcionarios corruptos y softwares envenenados. El voto por constreñimiento es extorsivo y se obtiene a través de los empleados, ya del ente público, ya de los contratistas de este.
Estas dos modalidades son el cáncer de la democracia contra los cuales no existen remedios y poquísimas personas han purgado penas por estos delitos. El voto en blanco es una herramienta de repudio que, bien organizado y conducido, saca de la contienda a algunos aspirantes corruptos pero que luego reemplazan con gentes del mismo ADN, sus familiares y además, es difícil concretar 50% más uno de los votos que obligaría a convocar nuevas elecciones. Este voto podría ser un saludo a la bandera.
El voto de opinión es el ideal pero en un país de ignorantes políticos casi nadie vota a conciencia y por unas propuestas. Con este tipo de voto, con excepción de algunas regiones del país, es difícil construir democracia a nivel local y regional; el voto emotivo, comprado y constreñido siempre lo matarán.
Si la mayoría tuviera criterio para votar a conciencia, es seguro que la gobernación debería tocarle a Jaime Araujo y la alcaldía de Valledupar a Alaín Jiménez, dos candidatos no convencionales. Más, es difícil que lo logren, el síndrome Cristian no es reproducible así la lógica lo indique; el mundo de la política es amorfo.
Nos queda el voto útil que tiene aplicación cuando el elector le quiere cerrar el camino a un candidato cuyas credenciales y pasado obligan a una defenestración por medio de las urnas. Este voto también requiere un mínimo de lógica y de entendimiento acerca del futuro local, regional o nacional.
En estos casos, el elector podría inclinarse por el segundo en las opciones, así considere que no es el ideal pero que podría interrumpir la continuidad de algún grupo o familia en el poder; esto daría un compás de espera para que otras fuerzas, que han sido marginadas por largos periodos, puedan organizarse; esto se podría pactar.
En nuestro caso, la gente podría inclinarse por Kaleb y por el “Mello” para la gobernación del Cesar y la alcaldía de Valledupar respectivamente. Esta podría ser una estrategia válida que no compromete principios, en especial en un régimen presidencialista.
Esto equivale a una retirada que no implica una derrota para un ejército sino una estrategia de acomodamiento de la guerra. Recuerdo cuando Stalin se retiró hacia el oriente soviético, pero en verdad, esperaba la crudeza del invierno para atacar.
Así, Hitler perdió la guerra, ya ganada, y las “razas inferiores” nos libramos del exterminio nazzi. También, con el voto útil se puede ganar una batalla y después la guerra. Por primera vez, mi voto será útil.