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Columnista - 10 enero, 2019

Tiempos de esperanza y reflexión

Para los gobiernos locales y regionales, el 2019 es el año de los repartos finales del presupuesto y de las componendas políticas para seguir repartiendo; es una mecánica centenaria. En cambio, para los grupos alternativos de poder, lo que se impone es la reflexión temática que conduzca, en forma pragmática, al análisis de las posibilidades […]

Para los gobiernos locales y regionales, el 2019 es el año de los repartos finales del presupuesto y de las componendas políticas para seguir repartiendo; es una mecánica centenaria. En cambio, para los grupos alternativos de poder, lo que se impone es la reflexión temática que conduzca, en forma pragmática, al análisis de las posibilidades de poder en todos los niveles de la institucionalidad.  Para quiénes nos encontramos en esta franja, la racionalidad debe imponerse por encima de las mezquindades tribales. Son dos cosas las que debemos atender: las aspiraciones territoriales a las distintas dignidades de elección popular de este año y la unidad nacional con miras a la Casa de Nariño en el 2022. No va a ser fácil por la diversidad de vertientes que allí han de confluir y por la falta de claridad y celos de algunos sectores. En el caso concreto de la Colombia Humana donde nada está construido pero que ya muchos se consideran con la franquicia de las ideas de Gustavo Petro, hay que prepararse para recibir las nuevas ciudadanías, no entendidas aún por muchos sectores que quieren limitar el movimiento a un reducido grupo de activistas que ignoran y/o rechazan la llegada de nuevos ciudadanos que desde su silencio comparten estas ideas pero que los fundamentalistas los miran con desdén y desconfianza. En el concepto de nuevas ciudadanías el veto no debe existir, solo así se crece. Hay quienes creen que los votos de GP son un bufete que cada quien puede llegar a servirse. NO. Cada quien debe conseguir los suyos con la filosofía de la Colombia Humana para hacerla crecer y no al contrario. Que nadie se engañe. Por esta corriente de pensamiento ya hay varios candidatos a la Alcaldía de Valledupar, legítimas todas, pero ninguna es interlocutora de GP. “Que se abran las mil escuelas y florezcan las mil flores”, como dijo Mao. Al final debe quedar uno solo de consenso, sin camarillas iluminadas, sino que tenga aceptación de las nuevas ciudadanías. GP no ha querido entrometerse en las decisiones territoriales pero, por lo visto, le va tocar tirar líneas. Estamos a diez meses de las elecciones y esos candidatos de consenso no existen porque los personalismos nacieron primero que la organización, el parto de los montes, había prisa en lanzarse y ahí fue Troya. El sistema electoral colombiano es perverso y en ausencia de mucho dinero para adelantar una campaña proselitista debe mediar, al menos, una buena organización y un candidato que, además de intachable, ofrezca un mínimo de resistencia y despierte amores para poder derrotar a los que tienen el poder y la maquinaria, infiltrada muchas veces por las mafias electorales. No veo a nadie para la Gobernación del Cesar con la etiqueta de la CH convencional, pero a título personal voy a sugerir uno, así me caigan rayos y centellas de los puritanos ayatolas; se llama Jaime Araujo Rentería, un hombre probo y coherente conceptualmente, quién, pese a llevar ese apellido, es una garantía. Hay que ir paso a paso. Para la Alcaldía de Valledupar, además de los otros aspirantes, les agrego un hombre cívico, estructurado y sin manchas: se llama Carlos Quintero Romero. De Jaime no soy amigo, con Carlos he interactuado, a ninguno de ellos he consultado; que me excusen mi osadía. He dado los naipes pero el juego no ha terminado; la política es como el póker y necesitamos ligar una escalera flor.

Columnista
10 enero, 2019

Tiempos de esperanza y reflexión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Para los gobiernos locales y regionales, el 2019 es el año de los repartos finales del presupuesto y de las componendas políticas para seguir repartiendo; es una mecánica centenaria. En cambio, para los grupos alternativos de poder, lo que se impone es la reflexión temática que conduzca, en forma pragmática, al análisis de las posibilidades […]


Para los gobiernos locales y regionales, el 2019 es el año de los repartos finales del presupuesto y de las componendas políticas para seguir repartiendo; es una mecánica centenaria. En cambio, para los grupos alternativos de poder, lo que se impone es la reflexión temática que conduzca, en forma pragmática, al análisis de las posibilidades de poder en todos los niveles de la institucionalidad.  Para quiénes nos encontramos en esta franja, la racionalidad debe imponerse por encima de las mezquindades tribales. Son dos cosas las que debemos atender: las aspiraciones territoriales a las distintas dignidades de elección popular de este año y la unidad nacional con miras a la Casa de Nariño en el 2022. No va a ser fácil por la diversidad de vertientes que allí han de confluir y por la falta de claridad y celos de algunos sectores. En el caso concreto de la Colombia Humana donde nada está construido pero que ya muchos se consideran con la franquicia de las ideas de Gustavo Petro, hay que prepararse para recibir las nuevas ciudadanías, no entendidas aún por muchos sectores que quieren limitar el movimiento a un reducido grupo de activistas que ignoran y/o rechazan la llegada de nuevos ciudadanos que desde su silencio comparten estas ideas pero que los fundamentalistas los miran con desdén y desconfianza. En el concepto de nuevas ciudadanías el veto no debe existir, solo así se crece. Hay quienes creen que los votos de GP son un bufete que cada quien puede llegar a servirse. NO. Cada quien debe conseguir los suyos con la filosofía de la Colombia Humana para hacerla crecer y no al contrario. Que nadie se engañe. Por esta corriente de pensamiento ya hay varios candidatos a la Alcaldía de Valledupar, legítimas todas, pero ninguna es interlocutora de GP. “Que se abran las mil escuelas y florezcan las mil flores”, como dijo Mao. Al final debe quedar uno solo de consenso, sin camarillas iluminadas, sino que tenga aceptación de las nuevas ciudadanías. GP no ha querido entrometerse en las decisiones territoriales pero, por lo visto, le va tocar tirar líneas. Estamos a diez meses de las elecciones y esos candidatos de consenso no existen porque los personalismos nacieron primero que la organización, el parto de los montes, había prisa en lanzarse y ahí fue Troya. El sistema electoral colombiano es perverso y en ausencia de mucho dinero para adelantar una campaña proselitista debe mediar, al menos, una buena organización y un candidato que, además de intachable, ofrezca un mínimo de resistencia y despierte amores para poder derrotar a los que tienen el poder y la maquinaria, infiltrada muchas veces por las mafias electorales. No veo a nadie para la Gobernación del Cesar con la etiqueta de la CH convencional, pero a título personal voy a sugerir uno, así me caigan rayos y centellas de los puritanos ayatolas; se llama Jaime Araujo Rentería, un hombre probo y coherente conceptualmente, quién, pese a llevar ese apellido, es una garantía. Hay que ir paso a paso. Para la Alcaldía de Valledupar, además de los otros aspirantes, les agrego un hombre cívico, estructurado y sin manchas: se llama Carlos Quintero Romero. De Jaime no soy amigo, con Carlos he interactuado, a ninguno de ellos he consultado; que me excusen mi osadía. He dado los naipes pero el juego no ha terminado; la política es como el póker y necesitamos ligar una escalera flor.