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Columnista - 28 agosto, 2024

¿Tendremos nuestro propio Ragnarök?

La matazón con los cristianos vino mucho después. Allí aprendimos a apreciar a Loki y a entender algunas razones para su resentimiento y sus controversiales decisiones. 

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Gracias a Hollywood y a Netflix, muchos sudamericanos hemos podido comprender mejor la mitología nórdica. Thor, su dios más popular en estos momentos, inclusive por encima de Odín, padre y dios supremo, es el encanto de muchos de nuestros jóvenes. Además, Mjölnir, su martillo, es un juguete preciado por muchos niños. 

Por ellos, los nórdicos, sabemos que los gigantes fueron desplazados por los dioses; cuando estos acapararon el cariño y las ofrendas de aquellos se generaron muchas controversias. Como los vikingos eran, más que de palabras, de armas tomar, hubo muertes un montón para refrendar esa transición en las creencias… La matazón con los cristianos vino mucho después. Allí aprendimos a apreciar a Loki y a entender algunas razones para su resentimiento y sus controversiales decisiones. 

Los gigantes, al igual que los movimientos políticos tradicionales, eran bienamados (o temidos lo suficientemente para no ser desafiados) en todas partes y gozaban del aprecio de los nórdicos, quienes los tributaban y de ser necesario hacían sacrificios, por ello los defendían. Cuando Odín, Thor y los otros dioses generan un cambio y comienzan a recibir aquellos tributos, inclusive de sangre, por supuesto que los gigantes se enardecieron hasta que se da la gran batalla en la cual el mismo Thor queda mortalmente lesionado.

Loki quien se debate entre sus dos “razas” al ser mitad gigante mitad dios, eventualmente tomaba uno u otro partido. Es decir, traicionaba a unos u otros. Más producto de sus tribulaciones, de su necesidad de cariño y respeto, que de su mala fe. 

Esperemos que las circunstancias locales, este cambio de nuestros nuevos dioses por nuestros antiguos e imbatibles gigantes no nos lleven a nuestro propio Ragnarök. Que el fin del mundo no nos llegue producto de aquellos que al igual que Loki están debatiéndose entre unos y otros. Como ya está claro que ni con un Mjölnir de nuestro lado es suficiente para ponerle fin a la debacle entre nosotros, tratemos que nuestra transición local no termine como el cristianismo por borrar a gigantes y dioses, en otra carnicería muy pacificadora.

A todas estas, ¿quiénes son los gigantes o los dioses del Cesar? Aspiremos a no llegar al fin de nuestra era desesperanzados por no alcanzar nuestro ‘Valhalla /cielo’. Quizás es más posible identificar al Loki cesarense, aquel que después de una transición muy pacífica nos vendió al poder ya derrocado y se los devolvió solo para que se le perdonase la vida a su insaciable hija; esa que terminó siendo la artífice del Ragnarök.  

El Ragnarök, el fin del mundo como se conoce, puede evitarse si entendemos que estamos sometidos a una fantasía y que en verdad no hay ni gigantes ni dioses si no una caterva insaciable de poderosos, antiguos o incipientes, a quienes les conviene mantenernos bajo el temor permanente. Quizás sea el momento de encontrar unos nuevos líderes, más humanos, más nuestros, que propugnan por un auténtico bienestar para todos nosotros aquí en nuestro Midgard, nuestro Cesar.

Por Cenaida R. Alvis B.

Columnista
28 agosto, 2024

¿Tendremos nuestro propio Ragnarök?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Cenaida Alvis Barranco

La matazón con los cristianos vino mucho después. Allí aprendimos a apreciar a Loki y a entender algunas razones para su resentimiento y sus controversiales decisiones. 


Gracias a Hollywood y a Netflix, muchos sudamericanos hemos podido comprender mejor la mitología nórdica. Thor, su dios más popular en estos momentos, inclusive por encima de Odín, padre y dios supremo, es el encanto de muchos de nuestros jóvenes. Además, Mjölnir, su martillo, es un juguete preciado por muchos niños. 

Por ellos, los nórdicos, sabemos que los gigantes fueron desplazados por los dioses; cuando estos acapararon el cariño y las ofrendas de aquellos se generaron muchas controversias. Como los vikingos eran, más que de palabras, de armas tomar, hubo muertes un montón para refrendar esa transición en las creencias… La matazón con los cristianos vino mucho después. Allí aprendimos a apreciar a Loki y a entender algunas razones para su resentimiento y sus controversiales decisiones. 

Los gigantes, al igual que los movimientos políticos tradicionales, eran bienamados (o temidos lo suficientemente para no ser desafiados) en todas partes y gozaban del aprecio de los nórdicos, quienes los tributaban y de ser necesario hacían sacrificios, por ello los defendían. Cuando Odín, Thor y los otros dioses generan un cambio y comienzan a recibir aquellos tributos, inclusive de sangre, por supuesto que los gigantes se enardecieron hasta que se da la gran batalla en la cual el mismo Thor queda mortalmente lesionado.

Loki quien se debate entre sus dos “razas” al ser mitad gigante mitad dios, eventualmente tomaba uno u otro partido. Es decir, traicionaba a unos u otros. Más producto de sus tribulaciones, de su necesidad de cariño y respeto, que de su mala fe. 

Esperemos que las circunstancias locales, este cambio de nuestros nuevos dioses por nuestros antiguos e imbatibles gigantes no nos lleven a nuestro propio Ragnarök. Que el fin del mundo no nos llegue producto de aquellos que al igual que Loki están debatiéndose entre unos y otros. Como ya está claro que ni con un Mjölnir de nuestro lado es suficiente para ponerle fin a la debacle entre nosotros, tratemos que nuestra transición local no termine como el cristianismo por borrar a gigantes y dioses, en otra carnicería muy pacificadora.

A todas estas, ¿quiénes son los gigantes o los dioses del Cesar? Aspiremos a no llegar al fin de nuestra era desesperanzados por no alcanzar nuestro ‘Valhalla /cielo’. Quizás es más posible identificar al Loki cesarense, aquel que después de una transición muy pacífica nos vendió al poder ya derrocado y se los devolvió solo para que se le perdonase la vida a su insaciable hija; esa que terminó siendo la artífice del Ragnarök.  

El Ragnarök, el fin del mundo como se conoce, puede evitarse si entendemos que estamos sometidos a una fantasía y que en verdad no hay ni gigantes ni dioses si no una caterva insaciable de poderosos, antiguos o incipientes, a quienes les conviene mantenernos bajo el temor permanente. Quizás sea el momento de encontrar unos nuevos líderes, más humanos, más nuestros, que propugnan por un auténtico bienestar para todos nosotros aquí en nuestro Midgard, nuestro Cesar.

Por Cenaida R. Alvis B.