Hiroshima conmemoró el pasado 6 de agosto el 80 aniversario del bombardeo atómico estadounidense sobre la ciudad japonesa. Esta conmemoración ocurrió en un contexto crítico. La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) informó que Irán violó sus obligaciones de no proliferación por primera vez en casi 20 años, hecho que desencadenó la guerra de los 12 días entre Irán e Israel, iniciada con un “ataque preventivo” ordenado por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
El bombardeo de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 destruyó la ciudad y mató a 140.000 personas. Tres días después, una segunda bomba lanzada sobre Nagasaki mató a otras 70.000. Japón se rindió el 15 de agosto, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial y a casi medio siglo de agresión japonesa en Asia. Todavía persisten especulaciones sobre la negativa japonesa a rendirse antes del uso de las bombas, con el supuesto interés estadounidense de probar la fuerza y establecer el poder disuasivo del arma atómica.
La progresiva aceptación del armamentismo nuclear como parte de la seguridad nacional —en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, y los conflictos en Oriente Medio— preocupa a la comunidad internacional, considerando que EE. UU. y Rusia poseen la mayoría de las ojivas nucleares del mundo. El fracaso en el cumplimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) ha sido rotundo. Acudiendo al argumento de seguridad nacional, Israel adoptó la “Doctrina Begin”, que justifica ataques preventivos contra países de Medio Oriente que instalen reactores nucleares con capacidad armamentista.
El desarme nuclear y la paz mundial no han avanzado. El año 2024 registró 61 conflictos armados, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. La OTAN se ha debilitado, y no hay certeza de que EE. UU. protegerá a sus aliados, independientemente de quién sea su presidente. Con una Rusia cada vez más agresiva, Europa busca defenderse uniendo su capacidad nuclear entre Francia, Reino Unido y, posiblemente, Alemania.
Las armas nucleares siguen siendo tan aterradoras como absurdas, pero eliminarlas —y más aún, borrar el conocimiento para fabricarlas— parece cada vez más difícil en este mundo peligroso. Es hora de reflexionar sobre el costo humano de la guerra nuclear. Es urgente desenmascarar la mentira de que las armas nucleares protegen; en realidad, representan una amenaza constante.
El aniversario de Hiroshima coincide con la escalada de conflictos en Ucrania y Medio Oriente, confirmando que el mundo ignora las tragedias nucleares. La guerra en Ucrania sigue bajo la amenaza de una escalada atómica. El genocidio intensificado contra el pueblo palestino, con apoyo armamentista nuclear, incluye nuevas amenazas de ataques militares contra Irán. La tensión en Asia-Pacífico también crece.
Hoy, la amenaza de que las armas nucleares vuelvan a usarse nunca ha sido tan grave. La comunidad internacional parece haber olvidado las lecciones más dolorosas de la historia.
Por: Luis Elquis Díaz.












