El hombre de 30 años inició este proyecto hace 5 meses con su familia, era una segunda oportunidad después de una antigua pérdida, pero con créditos y esfuerzos volvió a emprender y hoy está sumido en la tristeza.
“Eso fue muy maluco, yo pensé que me iba a morir, que se iba a acabar el mundo en ese momento aquí en el barrio”, expresó una de las damnificadas. Momentos así vivieron comerciantes, madres cabeza de hogar, niños y otras personas de escasos recursos que aún esperan la ayuda estatal.