Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ
“A quien se le canta aquí, a quien se le dan las gracias, a los que vienen de afuera o a los dueños de la casa” Este verso del romancero y popular, del Amor- Amor, encuadra perfectamente en la conducta observada por las miles de personas de todas las clases, credos y razas que nos visitaron en el Festival, incluyendo a los malandros y ladronzuelos que para hacer sus fechorías no utilizaron la violencia, sino su profesionalismo y destreza, tal como le paso a mi ingenua y buena hermana Dina, a la que le sacaron la cartera del bolso y lo cerraron nuevamente para que no se diera cuenta enseguida sino al cabo rato cuando fuera a pagar y ya no hubiera remedio.
Si, felicitaciones al turista que vino que ha adquirido conciencia y cultura de que al Valle se viene es a fiestear, a bailar, a beber, a comer y dormir poco porque no hay tiempo para eso; felicitaciones y que vuelvan, porque todavía hoy están arrochelaos aquí, pero que vengan acompañados y con buen “billullo” en el bolsillo.
Felicitaciones, a esos troncos de anfitriones que son Valledupar y su población, que por espacio de 5 días se convirtieron en el centro de recreación y jolgorio, con la parranda más grande del mundo, amenizada con esa música incomparable que nos dejaron como legado: Chico Bolaño, Tobías Enrique Pumarejo, Luis Enrique Martínez y el inmortal Rafael Escalona, entre otros.
Felicitaciones a los organismos de seguridad como son la Policía Nacional, el Ejercito y el DAS, que estuvieron prestos y dispuestos, cuando de sus servicios se requirieron.
Felicitaciones a los Acordeoneros, Compositores y verseadores, que fueron “La Veneca” que movió el inmenso engranaje del Festival Vallenato, felicitaciones también a las emisoras, a la televisión que cubrieron palmo a palmo todos los eventos que se desarrollaban.
Felicitaciones especiales al El Pilón, mi periódico, por el completo cubrimiento y la ilustración que les dieron a sus lectores respecto a todos los certámenes Festivaleros, el grupo de periodistas y reporteros que conforman la familia pilonera.
Pero también hay que felicitar a los que con trasnochos y esfuerzos hicieron la fiesta, la fiesta grande: al Club Valledupar y sus directivas que – generosamente- abrieron las puertas de sus elegantes instalaciones para que todo el que quisiera y se supiera comportar lo visitara en sus dos esplendidos bailes al igual que el Club Campestre donde también hubo derroche de alegría y diversión, amen de óptimo servicio.
Felicitaciones a los organizadores del Festival Celestial, quienes a su manera y sanamente gozaron también de este caudaloso rio de alegría.
Para distinguir, Rio Luna, de Álvaro Castro Castro, así sin el doctor, pues con muy buenos resultados ha dejado el ejercicio del derecho para convertirse en un exitoso e innovador empresario musical, presentando conjuntos de fama mundial con excelentes resultados y ha puesto la plana para que se le imite. Felicitaciones a las casetas y caseticas que por espacio de 5 días tuvieron abiertas sus puertas oyendo vallenato, salsa y de cuanta música hay.
Felicitaciones, lógicamente a la Fundación de la Leyenda Vallenata, motor y nervio de estas fiestas, por el orden impecable que le imprimieron a los actos festivaleros y para terminar felicitaciones al Restaurante Patacón Pisao y a su propietaria doña Edith Sarmiento “La Mona” que bajó los precios y abrió las 24 horas del día, imítenla.
No todo fue bueno, pero Gracias A Dios todo en su inmensa mayoría nos salió bien en este Gran Festival de la Leyenda Vallenata, que así se llama esta fiesta porque hubo lunares y grandes y a ellos, especialmente a uno me referiré en mi próxima columna con su nombre como titulo.












