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Columnista - 11 julio, 2021

Soplan vientos de dictadura

Después de haber vivido en el siglo pasado, décadas de zozobra, sometimientos, destierros, desplazamientos y desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, expropiaciones y toda clase de violación a los derechos fundamentales e imponiendo mordaza a los medios de comunicación y a sus periodistas para ocultar sus atrocidades; Centroamérica se enfrenta nuevamente a la reaparición del fantasma de […]

Después de haber vivido en el siglo pasado, décadas de zozobra, sometimientos, destierros, desplazamientos y desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, expropiaciones y toda clase de violación a los derechos fundamentales e imponiendo mordaza a los medios de comunicación y a sus periodistas para ocultar sus atrocidades; Centroamérica se enfrenta nuevamente a la reaparición del fantasma de las dictaduras en Nicaragua y El Salvador.

Poco a poco la situación política y administrativa de esos pequeños países, nos retrotrae a aquellas épocas de las dictaduras perpetradas por las dinastías Somoza (Nicaragua) y Duvalier (Haití), Fulgencio Batista y Fidel Castro (Cuba), Alfredo Stroessner (Paraguay), Jorge Rafael Videla (Argentina), Augusto Pinochet (Chile), entre otros; unos mas nefastos y sanguinarios que otros, pero dictadores al fin. Hoy nos encontramos frente a dos figuras centroamericanas de tendencias ideológicas distintas (uno de izquierda y otro de derecha) pero con un mismo fin y un propósito en común: perpetuarse en el poder a como dé lugar violando todas las garantías y derechos individuales de sus gobernados. En Nicaragua encontramos a Daniel Ortega, un ex guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), encargado de realizar importantes acciones revolucionarias en contra del entonces dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle quien se vio forzado a renunciar y a exiliarse en Paraguay en el año de 1979 donde posteriormente fue asesinado. El primer periodo presidencial de Daniel Ortega fue de 1985-90 y volvió al poder en el 2007 y desde entonces ha utilizado toda clase de maniobras no muy santas para continuar en el poder. Últimamente ha puesto en marcha una macabra y tenebrosa estrategia aprendida de sus maestros cubanos, rusos y en especial de Nicolás Maduro: encarcelar a todos sus opositores con procesos inventados para no tener contendores de peso en las próximas elecciones. De esta manera otros terminan exiliados por el miedo y el terror que infunde la dictadura. Esta misma dosis se la aplican a los medios de comunicación que se ven obligados a callar o cerrar sus periódicos o canales de televisión para no correr la misma suerte de otros.

En El Salvador encontramos a Nayib Bukele quien en el 2019 se convirtió en el presidente más joven de El Salvador con 37 años. Tras ser expulsado en 2017 del oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) (partido de izquierda), Bukele se unió al Cambio Democrático de centroizquierda pero finalmente terminó siendo el candidato del derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Aunque su periodo de 5 años aun no llega a la mitad, ya está tomando medidas que dejan ver su vocación dictatorial, ya que el modus operandi parece calcado de los anteriores dictadores mencionados. Bukele, se hizo del poder en el congreso, y de inmediato procedió a destituir a 5 magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la más importante de ese tribunal, y al fiscal general de la República, Raúl Melara de quien se dice venia adelantando unas investigaciones en su contra. De inmediato procedieron a nombrar personas recomendadas por el presidente, lo cual según la oposición significa la concentración de poderes en una sola persona, rompiendo así con los contrapesos necesarios para evitar abusos de poder. Si no existe independencia de poderes se corre el riesgo de caer en atrocidades, violaciones de derechos constitucionales, persecución y encarcelamiento de todos sus adversarios políticos y periodistas independientes. Luego adaptan la constitución a su antojo para terminar perpetuándose en el poder y sometiendo a la población.

Tres de los pilares de la democracia son precisamente la alternancia en el poder, garantías para la oposición y la libertad e independencia de la prensa, ya que la historia nos ha demostrado que no existen dictaduras buenas ni regulares (ya sean de izquierda o de derecha), todas son malas, perversas, maquiavélicas y esclavizantes, que solo conducen al enriquecimiento ilícito de sus gobernantes y su núcleo familiar, secundados por el nepotismo, mientras el pueblo bajo su yugo opresor muere de hambre viéndolos disfrutar y ostentar de sus riquezas. Por estas y otras razones, Lord Acton consideraba que: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Columnista
11 julio, 2021

Soplan vientos de dictadura

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gabriel Dario Serna Gomez

Después de haber vivido en el siglo pasado, décadas de zozobra, sometimientos, destierros, desplazamientos y desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, expropiaciones y toda clase de violación a los derechos fundamentales e imponiendo mordaza a los medios de comunicación y a sus periodistas para ocultar sus atrocidades; Centroamérica se enfrenta nuevamente a la reaparición del fantasma de […]


Después de haber vivido en el siglo pasado, décadas de zozobra, sometimientos, destierros, desplazamientos y desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, expropiaciones y toda clase de violación a los derechos fundamentales e imponiendo mordaza a los medios de comunicación y a sus periodistas para ocultar sus atrocidades; Centroamérica se enfrenta nuevamente a la reaparición del fantasma de las dictaduras en Nicaragua y El Salvador.

Poco a poco la situación política y administrativa de esos pequeños países, nos retrotrae a aquellas épocas de las dictaduras perpetradas por las dinastías Somoza (Nicaragua) y Duvalier (Haití), Fulgencio Batista y Fidel Castro (Cuba), Alfredo Stroessner (Paraguay), Jorge Rafael Videla (Argentina), Augusto Pinochet (Chile), entre otros; unos mas nefastos y sanguinarios que otros, pero dictadores al fin. Hoy nos encontramos frente a dos figuras centroamericanas de tendencias ideológicas distintas (uno de izquierda y otro de derecha) pero con un mismo fin y un propósito en común: perpetuarse en el poder a como dé lugar violando todas las garantías y derechos individuales de sus gobernados. En Nicaragua encontramos a Daniel Ortega, un ex guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), encargado de realizar importantes acciones revolucionarias en contra del entonces dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle quien se vio forzado a renunciar y a exiliarse en Paraguay en el año de 1979 donde posteriormente fue asesinado. El primer periodo presidencial de Daniel Ortega fue de 1985-90 y volvió al poder en el 2007 y desde entonces ha utilizado toda clase de maniobras no muy santas para continuar en el poder. Últimamente ha puesto en marcha una macabra y tenebrosa estrategia aprendida de sus maestros cubanos, rusos y en especial de Nicolás Maduro: encarcelar a todos sus opositores con procesos inventados para no tener contendores de peso en las próximas elecciones. De esta manera otros terminan exiliados por el miedo y el terror que infunde la dictadura. Esta misma dosis se la aplican a los medios de comunicación que se ven obligados a callar o cerrar sus periódicos o canales de televisión para no correr la misma suerte de otros.

En El Salvador encontramos a Nayib Bukele quien en el 2019 se convirtió en el presidente más joven de El Salvador con 37 años. Tras ser expulsado en 2017 del oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) (partido de izquierda), Bukele se unió al Cambio Democrático de centroizquierda pero finalmente terminó siendo el candidato del derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Aunque su periodo de 5 años aun no llega a la mitad, ya está tomando medidas que dejan ver su vocación dictatorial, ya que el modus operandi parece calcado de los anteriores dictadores mencionados. Bukele, se hizo del poder en el congreso, y de inmediato procedió a destituir a 5 magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la más importante de ese tribunal, y al fiscal general de la República, Raúl Melara de quien se dice venia adelantando unas investigaciones en su contra. De inmediato procedieron a nombrar personas recomendadas por el presidente, lo cual según la oposición significa la concentración de poderes en una sola persona, rompiendo así con los contrapesos necesarios para evitar abusos de poder. Si no existe independencia de poderes se corre el riesgo de caer en atrocidades, violaciones de derechos constitucionales, persecución y encarcelamiento de todos sus adversarios políticos y periodistas independientes. Luego adaptan la constitución a su antojo para terminar perpetuándose en el poder y sometiendo a la población.

Tres de los pilares de la democracia son precisamente la alternancia en el poder, garantías para la oposición y la libertad e independencia de la prensa, ya que la historia nos ha demostrado que no existen dictaduras buenas ni regulares (ya sean de izquierda o de derecha), todas son malas, perversas, maquiavélicas y esclavizantes, que solo conducen al enriquecimiento ilícito de sus gobernantes y su núcleo familiar, secundados por el nepotismo, mientras el pueblo bajo su yugo opresor muere de hambre viéndolos disfrutar y ostentar de sus riquezas. Por estas y otras razones, Lord Acton consideraba que: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.