“Y si Dios se me lleva la voz tuve el gusto de cantar para ti, mis canciones se partieron en dos, no lo niego también quise morir” Imposible iniciar estas líneas sin trascribir el aparte que antecede de la canción titulada “Solo tú mi Dios” interpretada por el recién fallecido Martín Elías a propósito del […]
“Y si Dios se me lleva la voz tuve el gusto de cantar para ti, mis canciones se partieron en dos, no lo niego también quise morir”
Imposible iniciar estas líneas sin trascribir el aparte que antecede de la canción titulada “Solo tú mi Dios” interpretada por el recién fallecido Martín Elías a propósito del tema que ocupa nuestra atención. Hemos observado con justificada inquietud que muchos de los intérpretes de música vallenata que han fallecido trágicamente en algún momento de su periplo vital han cantado canciones que se refieren a la muerte, como si presintieran su prematura partida, los ejemplos son muchos y podemos destacar algunos para mayor ilustración del lector; Mario Zuleta Díaz, en la canción “Heridas de mi alma” dice: “Después de analizar lo que ha sido mi vida, todo lo que he sufrido desde el día que nací puedo manifestar que el destino a mí solo me ha deparado sufrimientos y heridas, veo a mi pobre alma condolida que a gritos me suplica no vivir”. Dios escuchó las suplicas de su alma y se lo llevó.
Héctor Zuleta Díaz, en la canción “Penas de un soldado”, dijo “Aquel soldado cayó y ya casi muerto dijo, el que nació de un cariño, por un amor se murió”, y en “Vendo el alma”, dijo “El alma de un hombre joven la están vendiendo si alguien quiere negociarla puede buscarme, yo no la quiero tener porque es muy cobarde… no puede sufrir dolor aunque sea pequeño, porque se queda inconsciente por varios días cuando viene a despertar ya yo estoy muriendo”. Joven en el mejor momento de músico y compositor entregó su alma, Freddy Molina, en “Historia del indio”, dice, “cuentan que el indio partió volviendo a los pocos días, y de soledad murió su compañera que le quería… eso demuestra que aquel que ama sinceramente con mucha calma para ser feliz recibe la muerte”. Ya en “Los tiempos de las cometas” había expresado lo siguiente: “Cuanto deseo porque perdure mi vida…”. Su deseo no se cumplió, murió en la plenitud de su juventud un año después.
Hernando Marín en la canción titulada “Fatalidad” manifestó lo siguiente: “Yo seguiré cantando por vivir, es mi intención y seguiré luchando, viviré de verso en verso mientras el que envidia vivirá en la decepción, no moriré tan fácil, soy flor de cualquier tiempo”. Sus canciones son flores que permanecen.
Jesús Manuel, canción “El viejo sillón”, dice: “No puedo reprocharte Dios Celestial, sé que en la tierra se hace tu voluntad, yo quiero preguntarte Dios por qué te llevaste a mi papá”, Dios se lo llevó a él, la respuesta la recibió en el cielo. Patricia Teherán en la canción titulada “Todo daría por ti”, dice así: “Y siempre que quise olvidarte en silencio, sentí morir en cada intento, pero quién me comprenderá”. Murió sin haberlo intentado, y a quien olvidaron fue a ella.
Luis Cuadros en la canción “Muriendo lentamente” dice “Muriendo lentamente sin remedio estoy yo, mi vida es un calvario desde que se marchó, ya mi vida se acabó”, y lentamente murió después de muchas horas inconsciente. Martín Maestre, canción “Muñequita linda”, decía “Muchachita linda mía se acaba Martín Maestre, mucha pena sufrirías si se muere para siempre”. Para siempre murió en 1979.
Kaleth Morales en “Vivo en el limbo” dijo, “Me siento como aquel que está muriendo…de la dicha”. No sabía que la muerte evidentemente lo seguía de cerca. Juancho Rois, en “Porque razón” le dice a la chica, “Que Dios me quite la vida si no te quiero”. Fatal coincidencia, Dios lo llevó con él.
Octavio Daza en la canción “De rodillas” advierte a la chica lo siguiente: “Podrá la muerte en su afán callar mi voz y que tu no escuches mis canciones”. Fue silenciado.
Martín Elías, en la canción citada preliminarmente también dice: “Quiero respirar vida y no he podido”, finalmente se lo llevó su implacable complicación respiratoria. ¡Qué vaina!
Por Luis Eduardo Acosta
“Y si Dios se me lleva la voz tuve el gusto de cantar para ti, mis canciones se partieron en dos, no lo niego también quise morir” Imposible iniciar estas líneas sin trascribir el aparte que antecede de la canción titulada “Solo tú mi Dios” interpretada por el recién fallecido Martín Elías a propósito del […]
“Y si Dios se me lleva la voz tuve el gusto de cantar para ti, mis canciones se partieron en dos, no lo niego también quise morir”
Imposible iniciar estas líneas sin trascribir el aparte que antecede de la canción titulada “Solo tú mi Dios” interpretada por el recién fallecido Martín Elías a propósito del tema que ocupa nuestra atención. Hemos observado con justificada inquietud que muchos de los intérpretes de música vallenata que han fallecido trágicamente en algún momento de su periplo vital han cantado canciones que se refieren a la muerte, como si presintieran su prematura partida, los ejemplos son muchos y podemos destacar algunos para mayor ilustración del lector; Mario Zuleta Díaz, en la canción “Heridas de mi alma” dice: “Después de analizar lo que ha sido mi vida, todo lo que he sufrido desde el día que nací puedo manifestar que el destino a mí solo me ha deparado sufrimientos y heridas, veo a mi pobre alma condolida que a gritos me suplica no vivir”. Dios escuchó las suplicas de su alma y se lo llevó.
Héctor Zuleta Díaz, en la canción “Penas de un soldado”, dijo “Aquel soldado cayó y ya casi muerto dijo, el que nació de un cariño, por un amor se murió”, y en “Vendo el alma”, dijo “El alma de un hombre joven la están vendiendo si alguien quiere negociarla puede buscarme, yo no la quiero tener porque es muy cobarde… no puede sufrir dolor aunque sea pequeño, porque se queda inconsciente por varios días cuando viene a despertar ya yo estoy muriendo”. Joven en el mejor momento de músico y compositor entregó su alma, Freddy Molina, en “Historia del indio”, dice, “cuentan que el indio partió volviendo a los pocos días, y de soledad murió su compañera que le quería… eso demuestra que aquel que ama sinceramente con mucha calma para ser feliz recibe la muerte”. Ya en “Los tiempos de las cometas” había expresado lo siguiente: “Cuanto deseo porque perdure mi vida…”. Su deseo no se cumplió, murió en la plenitud de su juventud un año después.
Hernando Marín en la canción titulada “Fatalidad” manifestó lo siguiente: “Yo seguiré cantando por vivir, es mi intención y seguiré luchando, viviré de verso en verso mientras el que envidia vivirá en la decepción, no moriré tan fácil, soy flor de cualquier tiempo”. Sus canciones son flores que permanecen.
Jesús Manuel, canción “El viejo sillón”, dice: “No puedo reprocharte Dios Celestial, sé que en la tierra se hace tu voluntad, yo quiero preguntarte Dios por qué te llevaste a mi papá”, Dios se lo llevó a él, la respuesta la recibió en el cielo. Patricia Teherán en la canción titulada “Todo daría por ti”, dice así: “Y siempre que quise olvidarte en silencio, sentí morir en cada intento, pero quién me comprenderá”. Murió sin haberlo intentado, y a quien olvidaron fue a ella.
Luis Cuadros en la canción “Muriendo lentamente” dice “Muriendo lentamente sin remedio estoy yo, mi vida es un calvario desde que se marchó, ya mi vida se acabó”, y lentamente murió después de muchas horas inconsciente. Martín Maestre, canción “Muñequita linda”, decía “Muchachita linda mía se acaba Martín Maestre, mucha pena sufrirías si se muere para siempre”. Para siempre murió en 1979.
Kaleth Morales en “Vivo en el limbo” dijo, “Me siento como aquel que está muriendo…de la dicha”. No sabía que la muerte evidentemente lo seguía de cerca. Juancho Rois, en “Porque razón” le dice a la chica, “Que Dios me quite la vida si no te quiero”. Fatal coincidencia, Dios lo llevó con él.
Octavio Daza en la canción “De rodillas” advierte a la chica lo siguiente: “Podrá la muerte en su afán callar mi voz y que tu no escuches mis canciones”. Fue silenciado.
Martín Elías, en la canción citada preliminarmente también dice: “Quiero respirar vida y no he podido”, finalmente se lo llevó su implacable complicación respiratoria. ¡Qué vaina!
Por Luis Eduardo Acosta