“El Cesar para 2032 estará entre los diez departamentos más competitivos del país, el principal motor de desarrollo será su capital humano integral emprendedor, que hará uso de la investigación y la tecnología…” Así encabeza la visión 2032 en el Plan Departamental de Desarrollo ‘Lo haremos Mejor’. Convertirnos en uno de los departamentos más competitivos […]
“El Cesar para 2032 estará entre los diez departamentos más competitivos del país, el principal motor de desarrollo será su capital humano integral emprendedor, que hará uso de la investigación y la tecnología…”
Así encabeza la visión 2032 en el Plan Departamental de Desarrollo ‘Lo haremos Mejor’.
Convertirnos en uno de los departamentos más competitivos del país, sin duda es un reto que nos entusiasma a todos, y en el que deseamos trabajar para hacerlo realidad.
De acuerdo al último informe del Consejo Privado de Competitividad (2019), el departamento del Cesar obtuvo una calificación de 4.32 sobre 10 posibles, lo que lo ubica en el lugar 19 de 33 entidades territoriales.
4.32 es una nota muy baja, que promedia los resultados en los 13 pilares evaluados en el Índice de Competitividad.
Los indicadores muestran que nuestros peores resultados se encuentran en los índices de: Innovación y dinámica empresarial, Sistema financiero, Educación superior y formación para el trabajo. Lo que lógicamente se espera es que una visión de desarrollo enfocada en mejorar el desempeño competitivo del departamento debe fortalecer estos tres sectores. Por eso, desde la discusión del Plan de Desarrollo en la Asamblea departamental, hemos planteado la necesidad de apostar con más creatividad y contundencia en ellos.
El Cesar requiere más inversión para jalonar los sectores productivos, máxime en estos momentos de masiva destrucción de empleos. Así por ejemplo, para el programa Transformación del Campo advertimos el bajo presupuesto asignado para que los productores del campo tengan acceso a herramientas como: el agua, el crédito, la regularización de la propiedad, el acceso a mercados, conectividad, la innovación para la productividad y servicios públicos para mejorar la calidad de vida en el sector rural. Sin embargo, la apuesta principal para el sector se encuentra en la ambiciosa meta de infraestructura vial.
Respecto de la apuesta por la educación, el Plan de Desarrollo ejecutará 2.1 billones de pesos en el Programa Educación incluyente para el desarrollo humano. De ellos, 1.8 billones corresponden a transferencias nacionales destinadas a garantizar la continuidad del servicio educativo en preescolar, básica y media vocacional. Estos recursos que corresponden al Sistema General de Participaciones tienen destinación específica para cumplir con las competencias otorgadas por la Ley 715 de 2001 a los departamentos, es decir, sobre ellos no puede disponer el gobierno para sus apuestas de inversión.
El esfuerzo del departamento se representa en la asignación de aproximadamente 326 mil millones (sustentados en 84 % con regalías y 16 % recaudos por estampillas), los cuales, también están destinados principalmente a proyectos de infraestructura como la sede de la Universidad Popular en Aguachica, la segunda fase de la Universidad Nacional y desarrollar un proyecto deportivo para estudiantes de la UPC en el antiguo parque La Vallenata. Es decir, también para la educación la apuesta del departamento está en la infraestructura.
Como lo vemos, en ambos sectores, la apuesta está centrada no en la gente, sino el concreto. Cemento que nos produce tantas decepciones por las obras inconclusas, sobre costeadas, retrasadas y de baja calidad como el Estadio de Fútbol Armando Maestre Pavajeau, El Hospital José David Padilla en Aguachica, la sede de la Universidad Nacional, la construcción del CDT Pesquero, el polideportivo El Progreso en San Alberto, el patinodromo de Aguachica, el hospital local del corregimiento de La Loma, El Parque lineal del municipio de El Paso, entre otros.
La ejecución de una obra pública dinamiza la economía, pero solo cuando ella cumple su fin social se genera desarrollo humano. ¿Para qué más carreteras si la escasez de nuestros campesinos no permite un desarrollo productivo del campo? ¿Para qué tres sedes de la universidad si esta es insostenible financieramente y la pobreza impide que los estudiantes se matriculen en ella?
Más del 70 % de los estudiantes de nuestras universidades públicas son de estrato uno, la mayoría no tiene garantizado el acceso a equipos de cómputo y conectividad. Solo la Universidad Popular del Cesar registró un decrecimiento de 45 % del promedio de inscritos por semestre. Esta realidad la comparten otras universidades.
La Asamblea departamental del Cesar le pide al gobierno un esfuerzo para apoyar la educación superior; yo voy más lejos, por una sola vez, y considerando la crisis que atravesamos, le pido la gratuidad de la matrícula para garantizar la permanencia de los estudiantes de las universidades públicas del departamento. Sin educación no hay competitividad.
“El Cesar para 2032 estará entre los diez departamentos más competitivos del país, el principal motor de desarrollo será su capital humano integral emprendedor, que hará uso de la investigación y la tecnología…” Así encabeza la visión 2032 en el Plan Departamental de Desarrollo ‘Lo haremos Mejor’. Convertirnos en uno de los departamentos más competitivos […]
“El Cesar para 2032 estará entre los diez departamentos más competitivos del país, el principal motor de desarrollo será su capital humano integral emprendedor, que hará uso de la investigación y la tecnología…”
Así encabeza la visión 2032 en el Plan Departamental de Desarrollo ‘Lo haremos Mejor’.
Convertirnos en uno de los departamentos más competitivos del país, sin duda es un reto que nos entusiasma a todos, y en el que deseamos trabajar para hacerlo realidad.
De acuerdo al último informe del Consejo Privado de Competitividad (2019), el departamento del Cesar obtuvo una calificación de 4.32 sobre 10 posibles, lo que lo ubica en el lugar 19 de 33 entidades territoriales.
4.32 es una nota muy baja, que promedia los resultados en los 13 pilares evaluados en el Índice de Competitividad.
Los indicadores muestran que nuestros peores resultados se encuentran en los índices de: Innovación y dinámica empresarial, Sistema financiero, Educación superior y formación para el trabajo. Lo que lógicamente se espera es que una visión de desarrollo enfocada en mejorar el desempeño competitivo del departamento debe fortalecer estos tres sectores. Por eso, desde la discusión del Plan de Desarrollo en la Asamblea departamental, hemos planteado la necesidad de apostar con más creatividad y contundencia en ellos.
El Cesar requiere más inversión para jalonar los sectores productivos, máxime en estos momentos de masiva destrucción de empleos. Así por ejemplo, para el programa Transformación del Campo advertimos el bajo presupuesto asignado para que los productores del campo tengan acceso a herramientas como: el agua, el crédito, la regularización de la propiedad, el acceso a mercados, conectividad, la innovación para la productividad y servicios públicos para mejorar la calidad de vida en el sector rural. Sin embargo, la apuesta principal para el sector se encuentra en la ambiciosa meta de infraestructura vial.
Respecto de la apuesta por la educación, el Plan de Desarrollo ejecutará 2.1 billones de pesos en el Programa Educación incluyente para el desarrollo humano. De ellos, 1.8 billones corresponden a transferencias nacionales destinadas a garantizar la continuidad del servicio educativo en preescolar, básica y media vocacional. Estos recursos que corresponden al Sistema General de Participaciones tienen destinación específica para cumplir con las competencias otorgadas por la Ley 715 de 2001 a los departamentos, es decir, sobre ellos no puede disponer el gobierno para sus apuestas de inversión.
El esfuerzo del departamento se representa en la asignación de aproximadamente 326 mil millones (sustentados en 84 % con regalías y 16 % recaudos por estampillas), los cuales, también están destinados principalmente a proyectos de infraestructura como la sede de la Universidad Popular en Aguachica, la segunda fase de la Universidad Nacional y desarrollar un proyecto deportivo para estudiantes de la UPC en el antiguo parque La Vallenata. Es decir, también para la educación la apuesta del departamento está en la infraestructura.
Como lo vemos, en ambos sectores, la apuesta está centrada no en la gente, sino el concreto. Cemento que nos produce tantas decepciones por las obras inconclusas, sobre costeadas, retrasadas y de baja calidad como el Estadio de Fútbol Armando Maestre Pavajeau, El Hospital José David Padilla en Aguachica, la sede de la Universidad Nacional, la construcción del CDT Pesquero, el polideportivo El Progreso en San Alberto, el patinodromo de Aguachica, el hospital local del corregimiento de La Loma, El Parque lineal del municipio de El Paso, entre otros.
La ejecución de una obra pública dinamiza la economía, pero solo cuando ella cumple su fin social se genera desarrollo humano. ¿Para qué más carreteras si la escasez de nuestros campesinos no permite un desarrollo productivo del campo? ¿Para qué tres sedes de la universidad si esta es insostenible financieramente y la pobreza impide que los estudiantes se matriculen en ella?
Más del 70 % de los estudiantes de nuestras universidades públicas son de estrato uno, la mayoría no tiene garantizado el acceso a equipos de cómputo y conectividad. Solo la Universidad Popular del Cesar registró un decrecimiento de 45 % del promedio de inscritos por semestre. Esta realidad la comparten otras universidades.
La Asamblea departamental del Cesar le pide al gobierno un esfuerzo para apoyar la educación superior; yo voy más lejos, por una sola vez, y considerando la crisis que atravesamos, le pido la gratuidad de la matrícula para garantizar la permanencia de los estudiantes de las universidades públicas del departamento. Sin educación no hay competitividad.