Menester comprender que, las diferencias en la tasa de crecimiento económico de las naciones a menudo se deben a los insumos (factores de producción) y en la productividad total de los factores, es decir, la productividad de la mano de obra y el capital.
El mundo está en una histeria colectiva, como consecuencia, del volantazo del presidente Trump en su política exterior, el acercamiento a Rusia, el cambio radical en su postura sobre Ucrania, las dudas sobre la permanencia en la OTAN y la disminución del gasto militar de los Estados Unidos en Europa. Estos hechos indican que el mundo está internado en una oleada mundial de involución democrática. Aunque son dos términos caducos las movidas de Trump, se desarrollan dentro de la infructuosa disputa izquierda-derecha.
En muchos lugares es común escuchar que el “socialismo acabó con Venezuela”, lo mismo se dice sobre Cuba y la misma consecuencia, tendrá Nicaragua. Esta triada es la de mayor análisis político y la que es utilizada por los que considero traidores intelectuales, porque intuyo que no se preguntan ¿Por qué un país es mas rico o pobre que otro? Entender esto es más profundo que la reducción que culpabiliza al socialismo.
Menester comprender que, las diferencias en la tasa de crecimiento económico de las naciones a menudo se deben a los insumos (factores de producción) y en la productividad total de los factores, es decir, la productividad de la mano de obra y el capital. Una mayor productividad promueve un crecimiento económico más rápido, y un crecimiento más rápido permite a una nación superar la pobreza. Así es posible entender que los “bloqueos o embargos” económicos padecidos por Cuba a lo largo de 50 años no le han permitido participar de la decadente globalización ni interactuar en los procesos de intercambio o comercialización mediante el aprovechamiento de sus factores de producción.
¿Con qué derecho Estados Unidos decide bloquear, embargar o invadir países? Según las falsas dicotomías lo hacen para otorgar libertad. Excepcionalmente, algunas intervenciones militares estadounidenses han sido justificadas con el objetivo de promover la democracia y los derechos humanos, muchas otras han tenido motivaciones económicas, estratégicas o políticas. El cambio de postura sobre Ucrania lo ejemplifica, asimismo, la orden perentoria de aranceles del 25 % para los países que compren petróleo y gas de Venezuela.
El presidente de la Federación de Rusia Vladímir Putin se acerca a los 13 años en el poder. Para Trump y Estados Unidos, en Rusia (su nuevo mejor amigo), no hay signos de dictadura, pero en Venezuela ven todos los defectos de la democracia. Desde luego, pese a los defectos como sistema creo firmemente en la democracia y las garantías de la tridivisión del poder. No comulgo con las posiciones autoritarias. Sin embargo, “hay intelectuales que son implacables con los defectos de la democracia, pero están dispuestos a tolerar los peores crímenes siempre que sean cometidos en nombre de la doctrina correcta”
Explican los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que una persona autoritaria se comporta de la siguiente forma: 1. Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego, 2. Niega la legitimidad de sus oponentes, 3. Tolera o alienta la violencia o 4. Indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación. Si perciben semejanza entre Trump y Maduro están acertados y estamos de acuerdo.
En plena efervescencia de la Inteligencia Artificial lo logrado después de 1945 discurre en falsas dicotomías para distraer a la gente. Hay reduccionismo para comprender que las formas productivas modifican nuestra relación con la realidad, hipocresía para admitir que Estados Unidos tiene la palabra erosionada y sus baterías alineadas, para enfrentar a la pragmática China y mucha prevención para aceptar que Trump y Maduro tienen más semejanzas que diferencias.
Por Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12
Menester comprender que, las diferencias en la tasa de crecimiento económico de las naciones a menudo se deben a los insumos (factores de producción) y en la productividad total de los factores, es decir, la productividad de la mano de obra y el capital.
El mundo está en una histeria colectiva, como consecuencia, del volantazo del presidente Trump en su política exterior, el acercamiento a Rusia, el cambio radical en su postura sobre Ucrania, las dudas sobre la permanencia en la OTAN y la disminución del gasto militar de los Estados Unidos en Europa. Estos hechos indican que el mundo está internado en una oleada mundial de involución democrática. Aunque son dos términos caducos las movidas de Trump, se desarrollan dentro de la infructuosa disputa izquierda-derecha.
En muchos lugares es común escuchar que el “socialismo acabó con Venezuela”, lo mismo se dice sobre Cuba y la misma consecuencia, tendrá Nicaragua. Esta triada es la de mayor análisis político y la que es utilizada por los que considero traidores intelectuales, porque intuyo que no se preguntan ¿Por qué un país es mas rico o pobre que otro? Entender esto es más profundo que la reducción que culpabiliza al socialismo.
Menester comprender que, las diferencias en la tasa de crecimiento económico de las naciones a menudo se deben a los insumos (factores de producción) y en la productividad total de los factores, es decir, la productividad de la mano de obra y el capital. Una mayor productividad promueve un crecimiento económico más rápido, y un crecimiento más rápido permite a una nación superar la pobreza. Así es posible entender que los “bloqueos o embargos” económicos padecidos por Cuba a lo largo de 50 años no le han permitido participar de la decadente globalización ni interactuar en los procesos de intercambio o comercialización mediante el aprovechamiento de sus factores de producción.
¿Con qué derecho Estados Unidos decide bloquear, embargar o invadir países? Según las falsas dicotomías lo hacen para otorgar libertad. Excepcionalmente, algunas intervenciones militares estadounidenses han sido justificadas con el objetivo de promover la democracia y los derechos humanos, muchas otras han tenido motivaciones económicas, estratégicas o políticas. El cambio de postura sobre Ucrania lo ejemplifica, asimismo, la orden perentoria de aranceles del 25 % para los países que compren petróleo y gas de Venezuela.
El presidente de la Federación de Rusia Vladímir Putin se acerca a los 13 años en el poder. Para Trump y Estados Unidos, en Rusia (su nuevo mejor amigo), no hay signos de dictadura, pero en Venezuela ven todos los defectos de la democracia. Desde luego, pese a los defectos como sistema creo firmemente en la democracia y las garantías de la tridivisión del poder. No comulgo con las posiciones autoritarias. Sin embargo, “hay intelectuales que son implacables con los defectos de la democracia, pero están dispuestos a tolerar los peores crímenes siempre que sean cometidos en nombre de la doctrina correcta”
Explican los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que una persona autoritaria se comporta de la siguiente forma: 1. Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego, 2. Niega la legitimidad de sus oponentes, 3. Tolera o alienta la violencia o 4. Indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación. Si perciben semejanza entre Trump y Maduro están acertados y estamos de acuerdo.
En plena efervescencia de la Inteligencia Artificial lo logrado después de 1945 discurre en falsas dicotomías para distraer a la gente. Hay reduccionismo para comprender que las formas productivas modifican nuestra relación con la realidad, hipocresía para admitir que Estados Unidos tiene la palabra erosionada y sus baterías alineadas, para enfrentar a la pragmática China y mucha prevención para aceptar que Trump y Maduro tienen más semejanzas que diferencias.
Por Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12