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Columnista - 2 noviembre, 2019

Sí dar ayuda, no dar limosna

Sí, claro que sí, debemos ser solidarios y ayudar al necesitado, lo tenemos cerca, casi siempre lo vemos con dificultades, lo notamos de inmediato y no dar limosna a quienes vemos en la misma esquina, haciéndose el ciego, el invalido, el epiléptico, tirado en el suelo, los cuales tienen esta actividad como un negocio muy […]

Sí, claro que sí, debemos ser solidarios y ayudar al necesitado, lo tenemos cerca, casi siempre lo vemos con dificultades, lo notamos de inmediato y no dar limosna a quienes vemos en la misma esquina, haciéndose el ciego, el invalido, el epiléptico, tirado en el suelo, los cuales tienen esta actividad como un negocio muy lucrativo y que se incrementa; muchos que los conocen dicen tienen casa, carro y beca.

No hace mucho tiempo vi en el centro histórico de la ciudad a una persona invidente que llamaba, mejor gritaba: “Luis, Luis ya me voy”, al escucharlo pensé, necesita algo, y acudí a ofrecerme y preguntarle de que se trataba; pero Luis se adelantó. Rápidamente el invidente en voz baja, pero que le alcance a oír le dijo a Luis, ayúdame con un taxi, son las dos pasadas, hace sol, me voy para mi casa, ya hice lo del día y tengo $70.000 ‘enmuñecados’. Paso con frecuencia por el sitio donde se ubica “el invidente”, por cierto bastante estratégico para pedir limosna, cerca de dos bancos, siempre con su mismo argumento: “Una ayudita para este cieguito por el amor de Dios, una moneda ni empobrece ni enriquece”. Estos limosneros no admiten que otro cercano les haga competencia; hacen respetar su “jurisdicción”.

Preguntamos, ¿será invidente el tal? ¿Cómo contó los $70.000? ¿Verdad que es una obra de arte bien dramatizada? Recuerdo años atrás cuando asistí a unos Juegos Nacionales en Medellín, representando al Valle. Salíamos de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, se acercó una persona a pedirme dinero, algo le iba a dar y una antioqueña que corría los 800 metros planos me dijo al oído: “Jairo, aquí en Medellín no damos limosna, dale ese tiquete, el escogerá algún Centro de Ayuda donde se podrá bañar y obtendrá comida caliente”. Se lo entregué.

Quiénes de ustedes no han leído o escuchado por medios de comunicación: “Murió limosnero y en su colchón tenía una fortuna, luego se supo que tenía bienes inmuebles y todo lo consiguió pidiendo”. Falta conciencia y madurez de todos para determinar a quienes entregamos ayuda y no resulte que al dar una moneda se la tiren en la cara o si a limosneros se les da comida no la reciban, porque desean plata. Por lo que les he relatado yo no doy limosna, sí ayudo ¿Qué opinan? Estos limosneros hacen del pesar la lastima un buen negocio. Sí debemos visualizar el problema, definirlo y ayudar.

En compañía de amigos profesionales los fines de semana nos trasladamos a lugares de la ciudad donde la pobreza y el hambre se encuentran, los escogemos previamente y les brindamos almuerzos a niños menores de 12 años; nosotros mismos los preparamos, ayudando a disminuir el hambre nos alegramos y para darles vida en tiempo de hambre.

Que no sepa mi mano izquierda lo que hace la derecha; encontraremos oportunidades y argumentos para ayudar y no hacernos los sordos, ciegos y mudos; sin bombos y platillos; sin sonido de trompeta, eso sí, convencidos, sin dudar; será pensando, diciendo, haciendo y ayudando.

Columnista
2 noviembre, 2019

Sí dar ayuda, no dar limosna

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Sí, claro que sí, debemos ser solidarios y ayudar al necesitado, lo tenemos cerca, casi siempre lo vemos con dificultades, lo notamos de inmediato y no dar limosna a quienes vemos en la misma esquina, haciéndose el ciego, el invalido, el epiléptico, tirado en el suelo, los cuales tienen esta actividad como un negocio muy […]


Sí, claro que sí, debemos ser solidarios y ayudar al necesitado, lo tenemos cerca, casi siempre lo vemos con dificultades, lo notamos de inmediato y no dar limosna a quienes vemos en la misma esquina, haciéndose el ciego, el invalido, el epiléptico, tirado en el suelo, los cuales tienen esta actividad como un negocio muy lucrativo y que se incrementa; muchos que los conocen dicen tienen casa, carro y beca.

No hace mucho tiempo vi en el centro histórico de la ciudad a una persona invidente que llamaba, mejor gritaba: “Luis, Luis ya me voy”, al escucharlo pensé, necesita algo, y acudí a ofrecerme y preguntarle de que se trataba; pero Luis se adelantó. Rápidamente el invidente en voz baja, pero que le alcance a oír le dijo a Luis, ayúdame con un taxi, son las dos pasadas, hace sol, me voy para mi casa, ya hice lo del día y tengo $70.000 ‘enmuñecados’. Paso con frecuencia por el sitio donde se ubica “el invidente”, por cierto bastante estratégico para pedir limosna, cerca de dos bancos, siempre con su mismo argumento: “Una ayudita para este cieguito por el amor de Dios, una moneda ni empobrece ni enriquece”. Estos limosneros no admiten que otro cercano les haga competencia; hacen respetar su “jurisdicción”.

Preguntamos, ¿será invidente el tal? ¿Cómo contó los $70.000? ¿Verdad que es una obra de arte bien dramatizada? Recuerdo años atrás cuando asistí a unos Juegos Nacionales en Medellín, representando al Valle. Salíamos de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, se acercó una persona a pedirme dinero, algo le iba a dar y una antioqueña que corría los 800 metros planos me dijo al oído: “Jairo, aquí en Medellín no damos limosna, dale ese tiquete, el escogerá algún Centro de Ayuda donde se podrá bañar y obtendrá comida caliente”. Se lo entregué.

Quiénes de ustedes no han leído o escuchado por medios de comunicación: “Murió limosnero y en su colchón tenía una fortuna, luego se supo que tenía bienes inmuebles y todo lo consiguió pidiendo”. Falta conciencia y madurez de todos para determinar a quienes entregamos ayuda y no resulte que al dar una moneda se la tiren en la cara o si a limosneros se les da comida no la reciban, porque desean plata. Por lo que les he relatado yo no doy limosna, sí ayudo ¿Qué opinan? Estos limosneros hacen del pesar la lastima un buen negocio. Sí debemos visualizar el problema, definirlo y ayudar.

En compañía de amigos profesionales los fines de semana nos trasladamos a lugares de la ciudad donde la pobreza y el hambre se encuentran, los escogemos previamente y les brindamos almuerzos a niños menores de 12 años; nosotros mismos los preparamos, ayudando a disminuir el hambre nos alegramos y para darles vida en tiempo de hambre.

Que no sepa mi mano izquierda lo que hace la derecha; encontraremos oportunidades y argumentos para ayudar y no hacernos los sordos, ciegos y mudos; sin bombos y platillos; sin sonido de trompeta, eso sí, convencidos, sin dudar; será pensando, diciendo, haciendo y ayudando.