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Secretos familiares

Todos sabemos que los secretos son algo oculto, escondido, reservado y separado del conocimiento de muchos, por lo tanto, es ignorado por la mayoría de las personas, excepto de aquellas pocas que lo comparten.

Secretos familiares

Secretos familiares

Por: Jairo

@el_pilon

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Todos sabemos que los secretos son algo oculto, escondido, reservado y separado del conocimiento de muchos, por lo tanto, es ignorado por la mayoría de las personas, excepto de aquellas pocas que lo comparten.

Existen de distinto tipo y que van surgiendo en la medida en que ciertas circunstancias o situaciones lo ameritan, e igualmente sabemos que existen en todas las esferas, ya sean importantes para alguno o no para otros. Sin embargo, todos son así considerados y se resguardan teniendo en cuenta los compromisos adquiridos por la reserva del mismo, jurando en algunos casos la reserva lo que se considera garantía suficiente para garantizar el hermetismo de lo que se quiere guardar.

Hoy, a pesar de la cantidad de secretos que se puedan esgrimir en cualquier ámbito, me quiero referir a esos enmarcados en lo cotidiano o doméstico de las personas, aquellos que se ventilan en el seno más íntimo o familiar, en donde se aprecia que el mismo puede ser considerado como un factor muy importante para unión del núcleo o grupo y que no se puede traspasar más allá del hogar y no me refiero solo a las paredes de una casa sino a ese símbolo sagrado que compartimos como familia. 

La existencia de un secreto requiere del silencio de aquellos que lo conocen, conllevando incluso a la mentira del conocedor hacia el exterior, catalogando las mismas quizás como mentiras necesarias para resguardar el secreto compartido creyendo casi siempre que es prioridad la guarda del mismo ante la necesidad de conocimiento de algo por otra parte, aunque también sean allegados o incluso también integrantes del seno familiar. Y he ahí lo valioso del compromiso para resguardar el secreto. En la medida que se reserve y guarde lo que se sabe a pesar de los cuestionamientos o curiosidad que pueda surgir con respecto al tema reservado, esto afianzará la confianza dentro del minúsculo entorno comprometido a la guarda del mismo y de una u otra forma las consecuencias de tal comportamiento, si las hubiere, serán compartidas de igual forma, aunque solo uno sea el directo responsable del secreto.

Hay secretos que contienen buenas noticias, quizás otras no, siguiendo en el ámbito doméstico. Los hay desde inocentes y otros no tanto. Los hay, igualmente, alegres o tristes, aquellos que emocionan y otros que nos desconciertan; pero lo cierto es que lo que distingue a un secreto es la intención; los ocultamientos más frecuentes y la manera para hacer más liviano el peso de guardarlos bajo llave; pues nada nos pesa tanto como un secreto, tal como lo escribió el fabulista francés Jean de La Fontaine hace algunos siglos. Una metáfora, sin duda alguna, maravillosa para analizar y reflexionar sobre ella y la que se sigue repitiendo de diversas formas por muchos otros.

Cuando uno guarda un secreto y con solamente pensarlo mostramos una sensación de carga, conllevando con esta apreciación el mismo significado como si pensáramos en alguien que lleva una carga con peso físico. Pero, si uno se pone a pensar, hay cosas de las que no hablamos y sin embargo ¿son todas secretos? Puede ser, ¿cierto? Hay pensamientos y experiencias que hemos tenido de los que la gente no sabe, pero eso no significa que son secretos y hay temas que solo uno confía a su círculo más cercano, dándole una connotación de privacidad. Y reitero, lo que distingue a un secreto es la intención, por ello hay que definir el secreto como aquella intención de retener información de una o más personas: en el momento en que se tiene la intención de no contarle algo a otra persona, nace un secreto.

Pero, de igual forma, por suerte no todos los secretos pesan, pues hay unos secretos positivos que no perjudican nuestra salud y bienestar; al contrario, nos hacen sentir emocionados y nos recargan de energía. Me refiero, por ejemplo, sobre aquellos secretos como una propuesta de matrimonio, o de que alguien esté embarazada. Son situaciones que, sin duda alguna, nos harían sentir felices, lógico, siempre y cuando las circunstancias estén dadas para ello. 

Por último, queridos lectores, lo que sí quiero decirles es algo que muy excepcionalmente sucede: “Son pocos los secretos que se llevan a la tumba”.  

Por: Jairo Mejía.  

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