Desde la década de los 80 hasta el presente, la pastelería ha tejido una historia dulce y perdurable en la capital del Cesar.
Ubicada en el corazón de Valledupar, Saralí es mucho más que una pastelería; es un viaje que empezó hace cuatro décadas y ha dejado un dulce legado en la ciudad. Esta repostería es el resultado de una pasión arraigada en la familia, la culinaria y un amor por endulzar momentos especiales.
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La protagonista de esta historia, Sara Emilia Daza Rivera, nació con un don natural para la culinaria y, desde niña, hizo de su hogar un rincón donde deliciosos aromas eran una constante.
“Desde niña tuve la inclinación por la culinaria, hacía tortas, con mucho éxito porque me quedaba bien. Aparte de tener una vena de mi familia que le gustaba mucho la culinaria”, narró esta mujer oriunda de Patillal, corregimiento de Valledupar.
Mientras perfeccionaba sus habilidades, las tortas se convirtieron en su especialidad y el boca a boca le dio reconocimiento. Aunque al principio no era un negocio sino una manifestación de su amor por la repostería, los elogios de amigos, parientes y conocidos llevaron a Sara Daza a considerar la idea de convertir su pasión en un emprendimiento.
“Casualmente, por ese incentivo, me sugirieron: ‘Tú puedes hacerlo por negocio’; a parte que lo hacía con mucho cariño y amor, sin interés, pero ya uno va mirando las posibilidades de crear un emprendimiento y así fue. Ya formalizamos que fuera Sarali el punto de endulzar a todas las personas de Valledupar”, cuenta la mujer en diálogo con EL PILÓN.
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Con esa mezcla de amor y posibilidad, nació Sarali como sinónimo de dulzura y tradición. Con los años, las tortas, con su toque personal y auténtico, encontraron su lugar en los corazones y fiestas de Valledupar.
Formalmente establecida en 1992, la pastelería continuó manteniendo sus raíces y valores. A pesar de los desafíos y las adversidades, Sarali permaneció firme en su compromiso con la tradición. Los ingredientes de primera calidad y la receta familiar se mantenían como los pilares fundamentales de cada postre.
Una creación que marcó la diferencia fue la icónica “torta negra”, que se convirtió en un emblema en los grandes eventos de la capital cesarense y en un sello distintivo de Saralí.
“Los matrimonios elegantes si no tenían tortas de Sarali, o tortas negras, no quedaban bien; tuvo mucho éxito, hecha con materia prima de primera calidad, con una receta familiar pero adaptada a mi acomodo, con mucho amor. Le hacía ajustes y tuvimos muchos éxitos. Es una torta negra que no la hay en ninguna parte, sino en Saralí”, resalta esta patillalera, madre de dos hijos.
La pandemia de 2020 presentó nuevos retos, pero también demostró la resiliencia de Sarali que, en tiempos de incertidumbre, hacía entregas a domicilio y llevaba un pedacito de dulzura a los hogares vallenatos.
“Con la pandemia hubo mucho temor porque cada quien se protegía, nadie quería exponerse, porque en realidad fue algo difícil, pero Sarali estuvo presente en muchos hogares de Valledupar, el pedido a domicilio se disparó. Me tocó duro porque trabajé prácticamente sola por unos días”, recuerda la patillalera de 64 años.
El exquisito sabor de las tortas y postres Sarali también hará presencia en la próxima Feria Gastronómica Nuestro Sabor, organizada por EL PILÓN, que se desarrollará el 2 y 3 de septiembre en el centro comercial Unicentro de Valledupar y donde mostrarán su nuevo producto estrella: “Klim cake”. “Estamos muy optimistas y dispuestos a apoyar y participar en este evento. Invitamos a que visiten y apoyen todo lo que se realice por el emprendimiento de las personas en Valledupar”, indicó Sara Emilia.
Hoy, Saralí no es solo una pastelería, sino un testimonio vivo de la dedicación a la tradición y el amor por lo auténtico. Desde 1982 hasta el presente, la pastelería ha tejido una historia dulce y perdurable en Valledupar. “¿Secreto? Aparte del amor y de la materia prima de primera calidad, creo que es que conservamos el sabor tradicional del concepto de lo que es una torta”, puntualiza Sara Emilia.
POR REDACCIÓN / EL PILÓN.
Desde la década de los 80 hasta el presente, la pastelería ha tejido una historia dulce y perdurable en la capital del Cesar.
Ubicada en el corazón de Valledupar, Saralí es mucho más que una pastelería; es un viaje que empezó hace cuatro décadas y ha dejado un dulce legado en la ciudad. Esta repostería es el resultado de una pasión arraigada en la familia, la culinaria y un amor por endulzar momentos especiales.
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La protagonista de esta historia, Sara Emilia Daza Rivera, nació con un don natural para la culinaria y, desde niña, hizo de su hogar un rincón donde deliciosos aromas eran una constante.
“Desde niña tuve la inclinación por la culinaria, hacía tortas, con mucho éxito porque me quedaba bien. Aparte de tener una vena de mi familia que le gustaba mucho la culinaria”, narró esta mujer oriunda de Patillal, corregimiento de Valledupar.
Mientras perfeccionaba sus habilidades, las tortas se convirtieron en su especialidad y el boca a boca le dio reconocimiento. Aunque al principio no era un negocio sino una manifestación de su amor por la repostería, los elogios de amigos, parientes y conocidos llevaron a Sara Daza a considerar la idea de convertir su pasión en un emprendimiento.
“Casualmente, por ese incentivo, me sugirieron: ‘Tú puedes hacerlo por negocio’; a parte que lo hacía con mucho cariño y amor, sin interés, pero ya uno va mirando las posibilidades de crear un emprendimiento y así fue. Ya formalizamos que fuera Sarali el punto de endulzar a todas las personas de Valledupar”, cuenta la mujer en diálogo con EL PILÓN.
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Con esa mezcla de amor y posibilidad, nació Sarali como sinónimo de dulzura y tradición. Con los años, las tortas, con su toque personal y auténtico, encontraron su lugar en los corazones y fiestas de Valledupar.
Formalmente establecida en 1992, la pastelería continuó manteniendo sus raíces y valores. A pesar de los desafíos y las adversidades, Sarali permaneció firme en su compromiso con la tradición. Los ingredientes de primera calidad y la receta familiar se mantenían como los pilares fundamentales de cada postre.
Una creación que marcó la diferencia fue la icónica “torta negra”, que se convirtió en un emblema en los grandes eventos de la capital cesarense y en un sello distintivo de Saralí.
“Los matrimonios elegantes si no tenían tortas de Sarali, o tortas negras, no quedaban bien; tuvo mucho éxito, hecha con materia prima de primera calidad, con una receta familiar pero adaptada a mi acomodo, con mucho amor. Le hacía ajustes y tuvimos muchos éxitos. Es una torta negra que no la hay en ninguna parte, sino en Saralí”, resalta esta patillalera, madre de dos hijos.
La pandemia de 2020 presentó nuevos retos, pero también demostró la resiliencia de Sarali que, en tiempos de incertidumbre, hacía entregas a domicilio y llevaba un pedacito de dulzura a los hogares vallenatos.
“Con la pandemia hubo mucho temor porque cada quien se protegía, nadie quería exponerse, porque en realidad fue algo difícil, pero Sarali estuvo presente en muchos hogares de Valledupar, el pedido a domicilio se disparó. Me tocó duro porque trabajé prácticamente sola por unos días”, recuerda la patillalera de 64 años.
El exquisito sabor de las tortas y postres Sarali también hará presencia en la próxima Feria Gastronómica Nuestro Sabor, organizada por EL PILÓN, que se desarrollará el 2 y 3 de septiembre en el centro comercial Unicentro de Valledupar y donde mostrarán su nuevo producto estrella: “Klim cake”. “Estamos muy optimistas y dispuestos a apoyar y participar en este evento. Invitamos a que visiten y apoyen todo lo que se realice por el emprendimiento de las personas en Valledupar”, indicó Sara Emilia.
Hoy, Saralí no es solo una pastelería, sino un testimonio vivo de la dedicación a la tradición y el amor por lo auténtico. Desde 1982 hasta el presente, la pastelería ha tejido una historia dulce y perdurable en Valledupar. “¿Secreto? Aparte del amor y de la materia prima de primera calidad, creo que es que conservamos el sabor tradicional del concepto de lo que es una torta”, puntualiza Sara Emilia.
POR REDACCIÓN / EL PILÓN.