Para reconocer y recordar a los últimos reyes profesionales del Festival Vallenato, reconozco que debo consultar en Google. Ahora cualquier acordeonero que haya hecho por lo menos una canción sin importar la relevancia que haya tenido en la competida industria discográfica tiene todas las posibilidades de convertirse en Rey Vallenato. La Fundación de la Leyenda Vallenata tiene la responsabilidad de mantener la originalidad folclórica, a través del espíritu del concurso que con notas auténticas en la interpretación de los cuatro aires (merengue, paseo, son y puya) corona como rey vallenato al mejor acordeonero. Pero está coronando reyes intranscendentes y de poca utilidad para la envergadura o significado de la música vallenata que como marca identifica a Colombia en el mundo.
El Festival Vallenato ha tenido un proceso natural evolutivo que le ha permitido divulgarse y sobrepasar fronteras. Cuando se habla de vallenato, Colombia convoca al mundo. Mantener la esencia folclórica es una consigna inmarcesible que carga sobre sus hombros la Fundación del Festival de La Leyenda Vallenata, por lo tanto, su principal embajador debe ser el Rey Vallenato.
Evolucionar para la música vallenata no ha sido un proceso sencillo. Nuestros intérpretes y acordeoneros han logrado un grado de importancia y repercusión surcando largos caminos, pedregosos y polvorientos, enfrentaron el descrédito de las zonas inexpugnables fundadas por las élites nacientes, no obstante, sin detenerse raudos han escrito historias musicales con mensajes desinteresados, inherentes a los cultores de poesía y al escritor contador de historias, conservando la nobleza y estirpe campesina, que, sin lucro de la intención, crearon la juglaría vallenata.
La fuente de éxito de nuestra música la tomó Carlos Vives, luego de estar prácticamente desahuciado del genero de la balada. Su compañero de fórmula fue el maestro Egidio Cuadrado (QEPD). Antes de conquistar su corona en 1985 formó callosidades en sus dedos mediante la formación que brinda participar en los diferentes festivales vallenatos que tenemos en la región. Cuando Carlos Vives lo convocó para relanzar los clásicos de la provincia, el maestro Egidio, tocó su acordeón con estoicismo conservando la esencia folclórica y comprendiendo que estaba participando en un proceso que junto a Vives les daría el honor de ser embajadores del vallenato.
La música no escapa del subjetivismo, indistintamente del género crea comparaciones, incluso soslayando los gustos, la época y las edades, por lo tanto, ha sido necesario discernir la discusión entre los ortodoxos del folclor y los gestores de la innovación promovida por la exigencia de la industria discográfica. La ortodoxia se ha quedado corta respecto del desmoronamiento de la importancia del rey vallenato para la jerarquía y sostenibilidad del folclor.
Al Rey Vallenato hay que recuperarle su importancia, es perentorio bajarlo del trono protempore, para que haga en tiempo presente los recorridos que hicieron en el pasado los juglares. La modernidad tocó las colindancias de la música vallenata, no es por suerte que nuestro folclor sea galardonado en los Premios Grammy Latino. El Rey Vallenato 2025 será el que mejor toque los cuatro aires, no obstante, a eso hay que agregarle valores como la dinastía y trayectoria musical, para que cuando muestre su corona la gente lo reconozca y el mundo lo identifique con Colombia y su música vallenata.
Por: Luis Elquis Díaz.












