Las brisas de la Malena envuelven a Patillal, según dice un historial que contaban las abuelas...
I
Las brisas de la Malena
envuelven a Patillal,
según dice un historial
que contaban las abuelas.
La luna, musa en esquela
en las noches se veía
esplendente de poesía
sobre el cerro de Las Cabras;
germinaban las palabras
en versos y melodías.
II
Entre nubes en racimos,
entre trompos y cometas
pasó la infancia el poeta
feliz rodeado de primos.
Detenido en los caminos
en las tardes de ambrosía
pensativo se veía
enamorando los versos
y buscaba en el universo
el néctar de su poesía
III
El pueblo lo distinguía
como gallero de talla
que se jugaba en la valla
la victoria y la agonía.
Pero yo lo conocía
por ser un sabio lector,
era el poeta tenor
de esta tierra del Cesar;
yo siempre he de recordar
a mi amigo el escritor
IV
En una tarde lluviosa
de tristeza y conmoción
su caballo el Faraón
prologaba la carroza.
La marcha llegó a la fosa
todos dijimos adiós,
su cuerpo allí se quedó
como un ángel celestial,
y su poesía universal
recordamos en su voz.
Por José Atuesta Mindiola
Las brisas de la Malena envuelven a Patillal, según dice un historial que contaban las abuelas...
I
Las brisas de la Malena
envuelven a Patillal,
según dice un historial
que contaban las abuelas.
La luna, musa en esquela
en las noches se veía
esplendente de poesía
sobre el cerro de Las Cabras;
germinaban las palabras
en versos y melodías.
II
Entre nubes en racimos,
entre trompos y cometas
pasó la infancia el poeta
feliz rodeado de primos.
Detenido en los caminos
en las tardes de ambrosía
pensativo se veía
enamorando los versos
y buscaba en el universo
el néctar de su poesía
III
El pueblo lo distinguía
como gallero de talla
que se jugaba en la valla
la victoria y la agonía.
Pero yo lo conocía
por ser un sabio lector,
era el poeta tenor
de esta tierra del Cesar;
yo siempre he de recordar
a mi amigo el escritor
IV
En una tarde lluviosa
de tristeza y conmoción
su caballo el Faraón
prologaba la carroza.
La marcha llegó a la fosa
todos dijimos adiós,
su cuerpo allí se quedó
como un ángel celestial,
y su poesía universal
recordamos en su voz.
Por José Atuesta Mindiola