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Columnista - 11 diciembre, 2020

Reconfortar en Dios

“Jonatán hijo de Saúl se levantó y vino adonde estaba David, en Hores, y lo reconfortó en Dios diciéndole…”. 1 Samuel 23,16. El contexto original, del texto de hoy, nos presenta un atractivo cuadro de las dimensiones que puede alcanzar una amistad cultivada dentro de los principios espirituales que deben guiar la vida de aquellos […]

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“Jonatán hijo de Saúl se levantó y vino adonde estaba David, en Hores, y lo reconfortó en Dios diciéndole…”. 1 Samuel 23,16.

El contexto original, del texto de hoy, nos presenta un atractivo cuadro de las dimensiones que puede alcanzar una amistad cultivada dentro de los principios espirituales que deben guiar la vida de aquellos que aman a Dios. Nos dice que ya había transcurrido un tiempo luego del distanciamiento que se había producido entre Saúl y David. Ya David no vivía en el palacio del rey, ya no gozaba de la confianza y los beneficios que tuvo en los primeros tiempos después de haber levantado la fe y la esperanza de Israel como nación por su victoria sobre Goliat.

Ahora, la envidia de Saúl lo había llevado a tener una actitud hostil hacia David, quien había huido de su presencia hacia las montañas. Esta situación injusta, sin embargo, había llevado a que cantidades de perseguidos, afligidos, endeudados y amargados de espíritu se unieran a él, llegando a tener una banda de cuatrocientos hombres.

Fue en esos tiempos de futuro incierto, viviendo en el desierto, sufriendo persecución y bajo la permanente amenaza de muerte, cuando su amigo Jonatán, hijo de Saúl, lo busca para ofrecerle su incondicional apoyo. La frase que describe el proceder de Jonatán es: “Lo reconfortó en Dios”. Esto describe un proceso mediante el cual, una persona, sensible a la dirección del Dios, es usada para traer ánimo, consuelo y edificación a otra.

Considero que es preciso incluir algunos ingredientes para hacer bien la tarea de animar y reconfortar a otros: es necesario la disposición de llegar hasta la otra persona afligida o en situación de necesidad en el momento oportuno. Existen respuestas importantes en favor de otros, pero estas deben ser también oportunas. También, la decisión de decir algo, si es que el Señor así lo indica. De lo contrario, la sola presencia silenciosa y solidaria será suficiente.

Es menester ser sensibles para decir lo que Dios quiere que digamos y no lo primero que se nos ocurre; o peor, decir frases de cajón que no conllevan sentimientos de solidaridad y aprecio. Son muchas las veces que fallamos en convertirnos en instrumentos de consuelo para otros, porque intentamos consolar con palabras aprendidas, pero no sinceras o dichas a destiempo.

Querido amigos: las palabras de ánimo que habló Jonatán, contienen la grandeza del reconocimiento; este varón, cuyo destino original era heredar el trono de su padre Saúl, ahora se alineaba con el plan de Dios, entendiendo que Dios había levantado a otro a quien estaba dispuesto a seguir para respaldar su liderazgo. Son pocas las personas que deciden claudicar a sus planes personales a fin de sujetarse a los propósitos de Dios, promocionando la vida de la persona que eventualmente le reemplazaría. ¡Esta es la verdadera cara del amor! Respaldar a quienes amamos para que les vaya bien, aun a costa de nosotros mismos.

Seremos instrumentos en las manos de Dios si nos dejamos usar para llevar ánimo y consuelo a otros. En estas navidades 2020: ¡Aprendamos a reconfortar a otros en Dios!

Un abrazo y muchas bendiciones del Señor.      

Columnista
11 diciembre, 2020

Reconfortar en Dios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Jonatán hijo de Saúl se levantó y vino adonde estaba David, en Hores, y lo reconfortó en Dios diciéndole…”. 1 Samuel 23,16. El contexto original, del texto de hoy, nos presenta un atractivo cuadro de las dimensiones que puede alcanzar una amistad cultivada dentro de los principios espirituales que deben guiar la vida de aquellos […]


“Jonatán hijo de Saúl se levantó y vino adonde estaba David, en Hores, y lo reconfortó en Dios diciéndole…”. 1 Samuel 23,16.

El contexto original, del texto de hoy, nos presenta un atractivo cuadro de las dimensiones que puede alcanzar una amistad cultivada dentro de los principios espirituales que deben guiar la vida de aquellos que aman a Dios. Nos dice que ya había transcurrido un tiempo luego del distanciamiento que se había producido entre Saúl y David. Ya David no vivía en el palacio del rey, ya no gozaba de la confianza y los beneficios que tuvo en los primeros tiempos después de haber levantado la fe y la esperanza de Israel como nación por su victoria sobre Goliat.

Ahora, la envidia de Saúl lo había llevado a tener una actitud hostil hacia David, quien había huido de su presencia hacia las montañas. Esta situación injusta, sin embargo, había llevado a que cantidades de perseguidos, afligidos, endeudados y amargados de espíritu se unieran a él, llegando a tener una banda de cuatrocientos hombres.

Fue en esos tiempos de futuro incierto, viviendo en el desierto, sufriendo persecución y bajo la permanente amenaza de muerte, cuando su amigo Jonatán, hijo de Saúl, lo busca para ofrecerle su incondicional apoyo. La frase que describe el proceder de Jonatán es: “Lo reconfortó en Dios”. Esto describe un proceso mediante el cual, una persona, sensible a la dirección del Dios, es usada para traer ánimo, consuelo y edificación a otra.

Considero que es preciso incluir algunos ingredientes para hacer bien la tarea de animar y reconfortar a otros: es necesario la disposición de llegar hasta la otra persona afligida o en situación de necesidad en el momento oportuno. Existen respuestas importantes en favor de otros, pero estas deben ser también oportunas. También, la decisión de decir algo, si es que el Señor así lo indica. De lo contrario, la sola presencia silenciosa y solidaria será suficiente.

Es menester ser sensibles para decir lo que Dios quiere que digamos y no lo primero que se nos ocurre; o peor, decir frases de cajón que no conllevan sentimientos de solidaridad y aprecio. Son muchas las veces que fallamos en convertirnos en instrumentos de consuelo para otros, porque intentamos consolar con palabras aprendidas, pero no sinceras o dichas a destiempo.

Querido amigos: las palabras de ánimo que habló Jonatán, contienen la grandeza del reconocimiento; este varón, cuyo destino original era heredar el trono de su padre Saúl, ahora se alineaba con el plan de Dios, entendiendo que Dios había levantado a otro a quien estaba dispuesto a seguir para respaldar su liderazgo. Son pocas las personas que deciden claudicar a sus planes personales a fin de sujetarse a los propósitos de Dios, promocionando la vida de la persona que eventualmente le reemplazaría. ¡Esta es la verdadera cara del amor! Respaldar a quienes amamos para que les vaya bien, aun a costa de nosotros mismos.

Seremos instrumentos en las manos de Dios si nos dejamos usar para llevar ánimo y consuelo a otros. En estas navidades 2020: ¡Aprendamos a reconfortar a otros en Dios!

Un abrazo y muchas bendiciones del Señor.