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Realidad social color gris

“Buena parte de la humanidad vive de la delincuencia”. La afirmación de que una buena parte de la humanidad vive de la delincuencia es una afirmación dura, pero que refleja una realidad compleja en muchos contextos sociales.

Realidad social color gris

Realidad social color gris

Por: Rodrigo

@el_pilon

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“Buena parte de la humanidad vive de la delincuencia”. La afirmación de que una buena parte de la humanidad vive de la delincuencia es una afirmación dura, pero que refleja una realidad compleja en muchos contextos sociales. La delincuencia, entendida como toda actividad ilícita que vulnera leyes, derechos y normas sociales, no sólo afecta a las víctimas directas, sino que también tiene profundas implicaciones en las estructuras económicas, políticas y culturales de los países.

En muchas regiones del mundo, indistintamente de si son ricas o pobres  la delincuencia se ha convertido en una forma de subsistencia para una parte significativa de la población. Como causa se suele indicar la pobreza. Sin embargo, la pobreza es un concepto que hoy día debería ser reconsiderado, como quiera que sus causas han cambiado, quizá de carácter más personal y  menos social, ya que en términos generales, los Estados  han construido las estructuras económicas e institucionales para la creación de riqueza,  empleos  formales y para la educación, lo mismo que el sector privado, en todos los niveles del conocimiento, y, sin embargo, dichas ofertas no siempre son bien aprovechadas por los que deberían interesarse, o por la falta de acertada canalización. Por tanto, muchas veces  no considero aplicables las socorridas muletillas, como la falta de empleo, o la falta de oportunidades, para lo uno o para lo otro, o desigualdad social,  etc., etc. 

En cambio, campea la corrupción, arriba, en el medio y abajo, en todas las modalidades habidas y por haber. Lo cual es un caldo de cultivo para que las grandes actividades ilícitas, como el narcotráfico, la extorsión, el atraco, el robo, el contrabando, algunos usuarios de las redes telemáticas de comunicación masiva que se sirvan de la variada tecnología para estafar a los demás. Son un azote esos estafadores profesionales. En estos contextos, la línea entre legalidad e ilegalidad a menudo se difumina y la delincuencia se vuelve una estrategia para sobrevivir con los esfuerzos de los  otros. 

De esta modalidad se conocen innumerables experiencias que producen mucha aflicción a los tumbados. También  hay personajes  “honrados” que producen mucho daño por su sabiduría para engañar. Estos son particularmente peligrosos por su casi siempre innata habilidad. Es verdad que su astucia los enriquece materialmente, pero no es menos cierto que moralmente quedan empobrecidos. ¿Y qué tal la delincuencia de las mismas instituciones penales que protegen a los delincuentes cuando éstos cumplen el triste papel de delatar a sus colegas delincuentes?

Por otro lado, en muchas sociedades, la delincuencia también se ha convertido en un negocio organizado que mueve grandes cantidades de dinero y genera empleos ilegales. El narcotráfico, por ejemplo, ha transformado a ciertos países en centros de producción y distribución de drogas, con implicaciones que van más allá de la economía, afectando la seguridad, la política y la estabilidad social. Las organizaciones criminales controlan territorios, corrompen  instituciones y perpetúan ciclos de violencia que dificultan el desarrollo de sociedades más justas y equitativas.

Tales han sido los efectos gangrenosos que gobiernos espurios de la vecindad están ejerciendo como ejemplos maléficos.Por lo que hace a Colombia, lo peor de todo últimamente ha sido la confrontación entre colombianos aupada y deseada  desde el gobierno cuyos cauces borrascosos nos conducirían  a la disolución de la República, aumentando la franja delincuencial, porque el crimen crece con el desorden social y moral. Ojalá Miguel Uribe no muera, y sobreviva sin limitaciones mentales  ni corporales, por él y su familia y para que no se termine de marchitar  la esperanza color gris que hoy día tenemos los colombianos. 

Yo quisiera reconocer que no toda la población involucrada en actividades ilícitas lo hace por elección realmente libre, sino por otras circunstancias aleatorias. rodrigolopezbarros@hotmail.com.

Por: Rodrigo López Barros.

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