Desde este pensamiento, podemos extraer reflexiones sobre los reajustes en nuestras vidas, especialmente en tiempos de prueba, desgaste o transiciones inesperadas. Un reajuste es un cambio necesario en nuestros planes, pensamientos o caminos cuando algo se ha desalineado o ha perdido su propósito.
“… como gavilla de trigo recogido a su tiempo” (Job 5,26)
Desde este pensamiento, podemos extraer reflexiones sobre los reajustes en nuestras vidas, especialmente en tiempos de prueba, desgaste o transiciones inesperadas. Un reajuste es un cambio necesario en nuestros planes, pensamientos o caminos cuando algo se ha desalineado o ha perdido su propósito. Es volver a ajustar lo que se ha desviado. En la vida cristiana, implica alinear nuestra voluntad con la voluntad de Dios, especialmente en medio del dolor, la pérdida o los nuevos comienzos.
Existe una diferencia entre la calidad de aquellas personas que han vivido una vida perezosa, egoísta e inútil y las fibras de aquellos que hacen reajustes, transportando toda clase de cargamento como siervos de Dios y favorecedores de su prójimo.
Los líderes en todos los campos tienen grandes sueños de tener impacto y relevancia, pero si no son cuidadosos, las expectativas poco realistas, sumadas a los conflictos, pueden hacerlos sentir decepcionados. Si tenemos una visión más realista de nosotros mismos, nuestros talentos dados por Dios nos ayudan a ser mejores cada día reajustando nuestras necesidades y vacíos.
En la Biblia y en la historia de la iglesia, vemos cómo Dios trabaja con las personas, ajustando y reajustando, para enseñar las lecciones más fundamentales de confianza: A Noé le dijo que construyera un barco en tierra seca. A Abraham le prometió que sería padre de una gran nación y tuvo que esperar durante 25 años. José tuvo sueños, Moisés pasó cuarenta años en el desierto. David fue rey después de años de lucha. Daniel fue librado de los leones. Pedro proclamó lealtad unas horas antes de negarlo. Pablo despreció a Jesús, pero lo encontró en el camino.
Para hacer reajustes en nuestras vidas, necesitamos saber que, dondequiera que sirvamos, somos una combinación de fortalezas y debilidades dadas por Dios. Si no somos conscientes de las fuerzas que actúan bajos la superficie de nuestras vidas, nos tomarán por sorpresa y nos impedirán hacer reajustes, haciéndonos reactivos y defensivos en lugar de sabios y fuertes.
“… como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo” Dios tiene tiempos establecidos, tanto para sembrar como para recoger. No siempre los comprendemos, pero están bajo su control. Los reajustes en la vida pueden ser Dios llevándonos hacia su tiempo perfecto, incluso si eso significa cerrar capítulos antes de lo que pensábamos. A veces Dios permite que las pruebas interrumpan nuestros ritmos para redireccionarnos. El reajuste no siempre es placentero, pero sí es formativo. Como una gavilla madura, Dios desea que nuestras vidas den fruto antes del final. El reajuste puede venir para que no desperdiciemos tiempo, dones o llamado.
A veces, reajustar es soltar lo bueno para alcanzar lo mejor. Jesús mismo experimentó reajustes: desde su salida al desierto, la Cruz que interrumpió toda expectativa mesiánica humana, hasta su resurrección, que cambió para siempre la historia. Cada reajuste en nuestras vidas puede estar preparando una cosecha más grande para su Gloria. Así, como una gavilla de trigo madura representa una vida aprovechada y fructífera, nuestros reajustes son parte del trabajo de Dios para que nuestra vida no se pierda en lo superficial, sino que termine su carrera en el tiempo y forma que Él ha planeado.
¡No nos resistamos a los reajustes que Dios quiere hacer en nuestras vidas!Abrazos y bendiciones…
Por: Valerio Mejía.
Desde este pensamiento, podemos extraer reflexiones sobre los reajustes en nuestras vidas, especialmente en tiempos de prueba, desgaste o transiciones inesperadas. Un reajuste es un cambio necesario en nuestros planes, pensamientos o caminos cuando algo se ha desalineado o ha perdido su propósito.
“… como gavilla de trigo recogido a su tiempo” (Job 5,26)
Desde este pensamiento, podemos extraer reflexiones sobre los reajustes en nuestras vidas, especialmente en tiempos de prueba, desgaste o transiciones inesperadas. Un reajuste es un cambio necesario en nuestros planes, pensamientos o caminos cuando algo se ha desalineado o ha perdido su propósito. Es volver a ajustar lo que se ha desviado. En la vida cristiana, implica alinear nuestra voluntad con la voluntad de Dios, especialmente en medio del dolor, la pérdida o los nuevos comienzos.
Existe una diferencia entre la calidad de aquellas personas que han vivido una vida perezosa, egoísta e inútil y las fibras de aquellos que hacen reajustes, transportando toda clase de cargamento como siervos de Dios y favorecedores de su prójimo.
Los líderes en todos los campos tienen grandes sueños de tener impacto y relevancia, pero si no son cuidadosos, las expectativas poco realistas, sumadas a los conflictos, pueden hacerlos sentir decepcionados. Si tenemos una visión más realista de nosotros mismos, nuestros talentos dados por Dios nos ayudan a ser mejores cada día reajustando nuestras necesidades y vacíos.
En la Biblia y en la historia de la iglesia, vemos cómo Dios trabaja con las personas, ajustando y reajustando, para enseñar las lecciones más fundamentales de confianza: A Noé le dijo que construyera un barco en tierra seca. A Abraham le prometió que sería padre de una gran nación y tuvo que esperar durante 25 años. José tuvo sueños, Moisés pasó cuarenta años en el desierto. David fue rey después de años de lucha. Daniel fue librado de los leones. Pedro proclamó lealtad unas horas antes de negarlo. Pablo despreció a Jesús, pero lo encontró en el camino.
Para hacer reajustes en nuestras vidas, necesitamos saber que, dondequiera que sirvamos, somos una combinación de fortalezas y debilidades dadas por Dios. Si no somos conscientes de las fuerzas que actúan bajos la superficie de nuestras vidas, nos tomarán por sorpresa y nos impedirán hacer reajustes, haciéndonos reactivos y defensivos en lugar de sabios y fuertes.
“… como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo” Dios tiene tiempos establecidos, tanto para sembrar como para recoger. No siempre los comprendemos, pero están bajo su control. Los reajustes en la vida pueden ser Dios llevándonos hacia su tiempo perfecto, incluso si eso significa cerrar capítulos antes de lo que pensábamos. A veces Dios permite que las pruebas interrumpan nuestros ritmos para redireccionarnos. El reajuste no siempre es placentero, pero sí es formativo. Como una gavilla madura, Dios desea que nuestras vidas den fruto antes del final. El reajuste puede venir para que no desperdiciemos tiempo, dones o llamado.
A veces, reajustar es soltar lo bueno para alcanzar lo mejor. Jesús mismo experimentó reajustes: desde su salida al desierto, la Cruz que interrumpió toda expectativa mesiánica humana, hasta su resurrección, que cambió para siempre la historia. Cada reajuste en nuestras vidas puede estar preparando una cosecha más grande para su Gloria. Así, como una gavilla de trigo madura representa una vida aprovechada y fructífera, nuestros reajustes son parte del trabajo de Dios para que nuestra vida no se pierda en lo superficial, sino que termine su carrera en el tiempo y forma que Él ha planeado.
¡No nos resistamos a los reajustes que Dios quiere hacer en nuestras vidas!Abrazos y bendiciones…
Por: Valerio Mejía.