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Entrevista - 4 marzo, 2021

“Rafael Carrillo introdujo la filosofía moderna en Colombia”: Carlos Lúquez

El entrevistado es Carlos Elías Lúquez Carrillo, vallenato de ancestros de Atanquez, radicado en Bogotá, amigo de esta casa desde hace 20 años. Con honestidad intelectual expresa en la presentación del libro que no tiene formación filosófica, y deja a los especialistas el estudio y la interpretación de la obra filosófica de Rafael Carrillo.

Carlos Lúquez Carrillo, autor del libro. 

FOTO/CORTESÍA.
Carlos Lúquez Carrillo, autor del libro. FOTO/CORTESÍA.
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El entrevistado es Carlos Elías Lúquez Carrillo, vallenato de ancestros de Atanquez, radicado en Bogotá, amigo de esta casa desde hace 20 años. Como columnista invitado ha publicado ocasionalmente temas de política y cultura, pero no sorprende que haya escrito un libro sobre el maestro RafaelCarrillo, porque desde que ingresó a estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia, en 1978, hasta meses antes de la muerte del filósofo, estuvo compartiendo con él.

Con honestidad intelectual expresa en la presentación del libro que no tiene formación filosófica, y deja a los especialistas el estudio y la interpretación de la obra filosófica de Rafael Carrillo. Y no lo hace, dice: “Porque conocer la obra de un pensador, no es solo leerla, es estudiarla, y dentro de esta, interpretarla, y compararla frente a otros textos sobre la materia, y ello requiere una sólida formación en esta disciplina, y no la de un simple aficionado,  la que se considera ‘el corazón de las humanidades’“.

Antes de comenzar, Carlos Elías nos recuerda la oportunidad de su obra, porque estamos ad-portas, el 17 de julio de este año, de celebrar el aniversario número 25 de la muerte del filósofo de Atanquez, y el año entrante la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional cumple 70 años de creada.

Sus apellidos son de Atanquez. ¿Usted al igual que el profesor Carrillo también nació allí?

No. Yo nací en Valledupar, igual de orgulloso si hubiese nacido en Atanquez,   pueblo del cual tengo bellos recuerdos, porque mi madre nos llevaba niños a atemperar, nos bañábamos en el río Candela, comíamos mangos con  la tía Ana Mercedes y dormíamos arropados con mantas de lana por el frío que hacía por las noches. Déjeme precisarle el gentilicio de los nacidos allí. Decía el profesor Carrillo que es atanqüino, él tenía varias razones lingüísticas para afirmarlo, me las comentó en alguna ocasión, pero no las recuerdo. A varios familiares también se las dio a conocer. Por supuesto, el gentilicio que se viene usando no se va a modificar, sus pobladores están acostumbrados a que se les llamen atanqueros.

¿Cómo fue ese contacto suyo con el maestro Carrillo?

El profesor Carrillo siempre tuvo una deferencia familiar con mi madre, que era su hermana, creo yo por el interés que vio en ella por la poesía y las lecturas de las pocas novelas que llegaban a la provincia, y como premio la escogió para que fuera a pasar unas vacaciones en Bogotá. Allí estuvo por un año a su lado, lo que le permitió ser testigo de parte de su vida. Esa familiaridad con mi madre la prolongó hacia mí. Así me lo hizo sentir.

Yo lo conocí en una venida de él a Valledupar en 1976, se alojó en el Hotel Sicarare, y allí lo visité con mis padres. Ya después en Bogotá, cuando comencé a realizar mis estudios universitarios, siempre tuvimos una comunicación cercana. Sus orientaciones traducidas en el regalo de algunos libros, y sus consejos, fueron indudablemente una ayuda para mi formación profesional.

Portada del libro. FOTO/CORTESÍA.

¿Por qué el nombre del libro?

Como lo dije al comienzo del prólogo en rigor no debería llamarse así porque allí escribo no solo sobre su vocación por la filosofía, se tratan otros temas, y en todos se encuentra la presencia de Carrillo, por supuesto es el protagonista. Pero el libro podría haberse titulado ‘Vida y Obra de Rafael Carrillo’ o ‘Rafael Carrillo, el padre de la filosofía moderna en Colombia’, u otro, de los tantos que rodaron por mi cabeza, pero quise resaltar esa característica personal.

La filosofía como vocación siempre la defendió en distintos escenarios, frente a quienes la consideran una profesión. En el libro usted encontrará temas como el ambiente cultural y la literatura, la amistad de Carrillo con Danilo Cruz Vélez, la filosofía de la ciencia, la originalidad en filosofía, el aporte de Carrillo a la filosofía, su estadía en Alemania, la correspondencia con filósofos de la Argentina, México y Alemania; así como unos anexos, entre ellos, el ensayo completo de ‘Filosofía del Derecho como Filosofía de la Persona’.

¿Qué lo motivó a escribir este libro?

Una de las razones, el desconocimiento que se tiene de la figura de Carrillo, por parte de las nuevas generaciones de estudiantes y profesores en todos los niveles de la educación, no solo en Valledupar, aquí es más palpable, también en el país, y ello obedece, tal vez, a la propia personalidad del maestro, un hombre discreto, sin aspavientos, hizo su obra callado, y nunca se interesó por tratar de darla a conocer al público ordinario.

También obedece a que  su obra se ha dado a conocer fragmentariamente, solo se hablaba en círculos cerrados cultos y de manera aislada sobre su aporte de haber introducido la filosofía moderna en el país, sin entrar a hacer un análisis de su verdadera importancia. Ya en las últimas décadas se le ha empezado a reconocer ese hecho decisivo para la cultura intelectual del país. También se conocía su obra escrita ‘Ambiente axiológico de la teoría pura del Derecho’, sin que se estudiara la más original ‘Filosofía del Derecho como filosofía de la persona’, pero como le decía, eso ha cambiado. Después de su muerte, el interés ha sido mayor por conocer su obra. Es lo que siempre ocurre.

Otra de las razones son las imprecisiones encontradas en algunos textos y conferencias subidas a las redes sociales, de personas que dicen conocer la obra del maestro, lo que me llevó hacer algunas rectificaciones en la presentación que se encuentra en el libro.

Y una última razón, dar a conocer su obra para que se siga estudiando y se mantenga vigente. Cuando desaparecen las personas, parece que desaparecieran también sus obras, porque ya no hay quien la defienda. En el caso de Carrillo, ello no ha ocurrido, hay defensores de ella.

Dado el desconocimiento que se tiene de su figura, en mi libro hago un resumen de su biografía, que podría ser acogida por la Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez, si así lo consideran sus directivas, y exhibirla en un lugar de la recepción de esta importante institución cultural, para que los ciudadanos en general y la comunidad educativa en particular, de nuestra ciudad, de la región, y del país, cuando la visiten, la puedan conocer de primera mano.

Llama la atención lo que acaba de decir sobre la importancia de haber introducido la filosofía moderna en Colombia…

Esto es largo de explicar, en varios pasajes del libro usted lo encontrará con más detalle. Puedo decirle en pocas palabras que, durante varios siglos, Colombia vivió épocas de oscurantismo. Cuando Carrillo llega a Bogotá en 1929 a realizar sus estudios universitarios se tuvo que decidir por el Derecho porque la única Facultad de Filosofía que existía era la de la Universidad del Rosario, regentada por monseñor Carrasquilla, donde se enseñaba una filosofía tomista, confesional, y esa no era de su interés.

Esa labor de introducir la filosofía moderna y contemporánea en Colombia se le debe a Rafael Carrillo, o como se dice hoy en día, fue el primero en socializarla, en difundirla, y por ese hecho importante pasa a la historia, allí tiene su puesto, porque se empieza a dejar el tomismo y la escolástica y se comienza a estudiar a los grandes filósofos de la humanidad.

Ilustrativo. ¿Cuáles son las otras obras que usted destaca del profesor Carrillo, que es la finalidad de su libro?

En cuanto a su obra escrita, si bien es cierto muchos consideran que no fue particularmente extensa, resalto en mi libro esa tendencia de Carrillo a escribir con originalidad, y es posible que por esa tendencia hubiese escrito poco, porque ello cuesta intelectualmente en esta disciplina, y porque no quería repetir, como lo deja entrever en la entrevista que le concedió al poeta Carlos Martín en 1945.  Y esa propensión de la que le estoy hablando es reconocida por filósofos y iusfilósofos de la talla de Danilo Cruz Vélez y Luis Villar Borda, entre otros, aquí en Colombia; y también por Carlos Cossio de la Argentina y Recasens Siches de España.

Otra obra de Carrillo, ya lo había mencionado, es indudablemente la fundación que hizo con Gerardo Molina del Instituto de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, porque a partir de allí se comenzó a normalizar los estudios de filosofía en el país. El instituto es el antecedente de la Facultad de Filosofía, y Carrillo con Cruz Vélez son reconocidos por Cayetano Betancurt como los auténticos arqueólogos de su creación, así se los manifestó en la entrega que les hizo del diploma como doctores honoris causa en filosofía, el 16 de diciembre de 1952.

Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez, ubicada en Valledupar.

¿Qué nos puede decir de la tarea de traductor del profesor Carrillo?

También es de gran significación. Lo hace a su regreso de Alemania en la revista cultural ECO, entre 1960 y 1966. Carrillo traduce del alemán al español más de 30 trabajos de filosofía, sociología, literatura y arte. Usted se preguntará porqué se interesó en traducir algunos temas distintos de la filosofía. El profesor Carrillo siempre estuvo interesado en la formación del hombre culto y que la universidad no solo le entregara a la sociedad simples profesionales, así lo dejó expresado en su discurso de inauguración del Instituto de Filosofía el 20 de marzo de 1946.

Esos trabajos no eran conocidos en el país por los profesores de filosofía y con esas traducciones contribuyó a que los conocieran, a que se apropiaran de nuevos conocimientos, y lo hizo, como parte de su labor educativa y pedagógica, que es otra de sus grandes obras, la ejerció por más de cinco décadas y un sinnúmero de docentes de las nuevas generaciones de filósofos, fueron sus discípulos. Esas traducciones se encuentran compiladas y fueron publicadas por la Universidad del Atlántico en el 2012.

Carlos, volviendo a su obra escrita, hay algunos trabajos filosóficos que el profesor dejó inconclusos. ¿A qué cree  que se debió?

Lástima que este país no le haya reconocido con suficiencia su obra, como lo ha expresado el filósofo Rubén Jaramillo Vélez. En cuanto a su pregunta central, yo he venido echándole cabeza, perdóneme esta expresión coloquial, de las razones por las cuales Carrillo dejó dos de sus trabajos inconclusos, el uno sobre filosofía general, ‘La Rebelión contra los Sistemas’, y el otro ‘Filosofía del Derecho como filosofía de la persona’, y no he querido conformarme con la respuesta que dio en una entrevista en 1986 cuando se le preguntó sobre ello.

 Solo se limitó a expresar citando una frase atribuida a Pico de la Mirandola, pero que en realidad es de Ovidio: “Habent su afata libelli”, que traducido al español quiere decir: “Tienen los libros su destino”. De todas maneras, creo que la terminación de esas dos obras nos la quedó debiendo, como también las razones que tenía para afirmar que Alemania en rigor no había perdido la guerra.

¿Cómo le ha ido con la venta del libro y qué opiniones hasta ahora ha recibido?

El libro de lujosa edición apenas tiene dos meses de haber salido, se editaron 300. Ya se encuentra en las librerías. Yo le solicité a la editorial que me proporcionara 80 libros para venderlos, porque cofinancié su publicación. He presentado propuestas a la UPC, a la UDES y a la Biblioteca departamental Rafael Carrillo Lúquez para su adquisición. Las opiniones que he recibido del libro han sido favorables, todas de carácter privado, es decir manifestaciones telefónicas y por  WhatsApp.

Quiero destacar entre ellas, la del profesor español Eduardo Infante, autor del libro ‘Filosofía en la Calle’, y quien en el mes de enero de este año participó en el Hay Festival de Medellín. Igual que Carrillo es un socrático. En el primer mensaje del 22 de enero me expresó: “He comenzado la lectura de tu libro y estoy apasionado. La figura de Rafael Carrillo es fascinante. Un auténtico Sócrates americano”.

 El 15 de febrero, después de haber terminado la lectura del libro, en un audio me dice: “Me ha gustado mucho el libro porque es muy didáctico, pero además me gusta tu estilo a la hora de escribir, muy periodístico, y es muy lúcido, se nota que le tienes mucho cariño a la figura. Me ha gustado mucho, porque realmente fue como un Sócrates actual y está un poco en la línea de como yo entiendo también la filosofía, y creo, como debería ser… en Francia fue una revolución porque también apostó por una recuperación de la filosofía Socrática como ejercicio, como práctica, una filosofía popular, que tiene más que ver con pensar la vida y con vivir también en una forma determinada, y yo creo que eso lo consigues tú en el libro, de transmitir esa visión de la filosofía. A mí me ha gustado mucho, y espero que tengas mucha suerte porque se lo merece la figura que retratas”. (Carlos nos muestra el mensaje y escuchamos el audio).

¿Por qué su reticencia a dar esta entrevista?

Porque recuerdo las palabras del maestro. La obra se hace, vienen las críticas y después, si a ello hubiese lugar, los reconocimientos. Esto último no es de mi interés, pero sí lo segundo, quiero que lleguen las críticas en cualquiera de los dos sentidos, negativa o positiva. En relación con la primera las analizaré, con el fin de mejorar para una segunda edición; y si es positiva, las recibiré con modestia.

¿Y es que ya está pensando en una segunda edición?

Lo estoy considerando. En verdad yo había pensado en dos tomos, creo que hay material para ello, pero el confinamiento a raíz de la pandemia me limitó en la investigación de otros documentos que solo los podía conseguir de manera presencial, lo intenté buscándolos en las plataformas de algunas universidades, y la única que respondió eficientemente fue la de la Universidad Nacional.

 Pero vía telefónica y por correo electrónico tuve ayudas para que se me enviara alguna información. El ensayo sobre ‘Filosofía y Ciencia’ anexado al libro, me lo enviaron de la Universidad del Rosario con los datos que yo les suministré.

Creo que una segunda edición podría salir en dos tomos, y, si ello no se logra, este libro recoge lo fundamental de la obra del maestro.

¿Qué nos puede decir sobre el legado del maestro?

Enmi libro soy parco en dar una opinión. Son disimiles las consideraciones que sobre el particular hemos encontrado en algunas voces, pero de la lectura de mi libro, e incluso de las respuestas que he dado, los lectores podrán con criterio personal escoger. Yo tengo el mío, y lo he dejado entrever en esta conversación.

¿Qué pasó con la biblioteca personal del maestro?

Ella fue adquirida por la Universidad Distrital de Bogotá. En 1997 al parecer existió un interés, no manifestado a mí, que era el encargado de venderla, para que la comprara la UPC, pero presupuestalmente no existía viabilidad para hacerlo. Ahora, para esa época no había facultades de filosofía, ni afines, y una biblioteca especializada como la de Carrillo, iba a estar subutilizada, por no decir que sin utilizar.

 Las cosas deben estar donde se necesitan y se puedan aprovechar. Era una excelente biblioteca, el profesor decía con orgullo que allí no había un hueso.

¿Ha tenido conocimiento de si la Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez comenzó con los preparativos para celebrar los 25 años de la muerte del profesor?

No he sabido. Espero que, para el mes de julio, estén dadas las condiciones para que se haga una celebración con altura, donde podamos reencontrarnos en un acto cultural, y evocar ese orgullo de los cesarenses.

Rafael Carrillo Lúquez. FOTO/CORTESÍA.

¿Qué opina de la cultura intelectual en Valledupar?

Creo que existen uno o dos grupos literarios que se reúnen esporádicamente. Son pocos, contados con las manos, quienes a partir de sí mismo, la cultivan, solitarios. Las nuevas generaciones se encuentran absorbidas por la música, y no vemos que se esté siguiendo a ese paradigma de la cultura intelectual que fue Rafael Carrillo. Las universidades deberían crear programas de extensión cultural para fomentarla. Al parecer existen algunos semilleros que tratan algunos temas, pero queremos que trasciendan, que se conozcan más.

Al final: ¿quién fue  Carrillo?

Mi opinión naturalmente se va a considerar sesgada. Rafael Carrillo fue un hombre superior, por su carácter, su responsabilidad, su honestidad intelectual y su inteligencia.

Es posible que nos hubiesen faltado algunas preguntas…

Estuvo buena la conversación, además sobre esta disciplina no me gusta pronunciarme oralmente, por el rigor. Prefiero la escritura, me decidí por ella cuando leí el libro ‘Oralidad y Escritura’ del escritor inglés Walter J Ong. Gracias.

Por Redacción EL PILÓN.

Entrevista
4 marzo, 2021

“Rafael Carrillo introdujo la filosofía moderna en Colombia”: Carlos Lúquez

El entrevistado es Carlos Elías Lúquez Carrillo, vallenato de ancestros de Atanquez, radicado en Bogotá, amigo de esta casa desde hace 20 años. Con honestidad intelectual expresa en la presentación del libro que no tiene formación filosófica, y deja a los especialistas el estudio y la interpretación de la obra filosófica de Rafael Carrillo.


Carlos Lúquez Carrillo, autor del libro. 

FOTO/CORTESÍA.
Carlos Lúquez Carrillo, autor del libro. FOTO/CORTESÍA.
Boton Wpp

El entrevistado es Carlos Elías Lúquez Carrillo, vallenato de ancestros de Atanquez, radicado en Bogotá, amigo de esta casa desde hace 20 años. Como columnista invitado ha publicado ocasionalmente temas de política y cultura, pero no sorprende que haya escrito un libro sobre el maestro RafaelCarrillo, porque desde que ingresó a estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia, en 1978, hasta meses antes de la muerte del filósofo, estuvo compartiendo con él.

Con honestidad intelectual expresa en la presentación del libro que no tiene formación filosófica, y deja a los especialistas el estudio y la interpretación de la obra filosófica de Rafael Carrillo. Y no lo hace, dice: “Porque conocer la obra de un pensador, no es solo leerla, es estudiarla, y dentro de esta, interpretarla, y compararla frente a otros textos sobre la materia, y ello requiere una sólida formación en esta disciplina, y no la de un simple aficionado,  la que se considera ‘el corazón de las humanidades’“.

Antes de comenzar, Carlos Elías nos recuerda la oportunidad de su obra, porque estamos ad-portas, el 17 de julio de este año, de celebrar el aniversario número 25 de la muerte del filósofo de Atanquez, y el año entrante la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional cumple 70 años de creada.

Sus apellidos son de Atanquez. ¿Usted al igual que el profesor Carrillo también nació allí?

No. Yo nací en Valledupar, igual de orgulloso si hubiese nacido en Atanquez,   pueblo del cual tengo bellos recuerdos, porque mi madre nos llevaba niños a atemperar, nos bañábamos en el río Candela, comíamos mangos con  la tía Ana Mercedes y dormíamos arropados con mantas de lana por el frío que hacía por las noches. Déjeme precisarle el gentilicio de los nacidos allí. Decía el profesor Carrillo que es atanqüino, él tenía varias razones lingüísticas para afirmarlo, me las comentó en alguna ocasión, pero no las recuerdo. A varios familiares también se las dio a conocer. Por supuesto, el gentilicio que se viene usando no se va a modificar, sus pobladores están acostumbrados a que se les llamen atanqueros.

¿Cómo fue ese contacto suyo con el maestro Carrillo?

El profesor Carrillo siempre tuvo una deferencia familiar con mi madre, que era su hermana, creo yo por el interés que vio en ella por la poesía y las lecturas de las pocas novelas que llegaban a la provincia, y como premio la escogió para que fuera a pasar unas vacaciones en Bogotá. Allí estuvo por un año a su lado, lo que le permitió ser testigo de parte de su vida. Esa familiaridad con mi madre la prolongó hacia mí. Así me lo hizo sentir.

Yo lo conocí en una venida de él a Valledupar en 1976, se alojó en el Hotel Sicarare, y allí lo visité con mis padres. Ya después en Bogotá, cuando comencé a realizar mis estudios universitarios, siempre tuvimos una comunicación cercana. Sus orientaciones traducidas en el regalo de algunos libros, y sus consejos, fueron indudablemente una ayuda para mi formación profesional.

Portada del libro. FOTO/CORTESÍA.

¿Por qué el nombre del libro?

Como lo dije al comienzo del prólogo en rigor no debería llamarse así porque allí escribo no solo sobre su vocación por la filosofía, se tratan otros temas, y en todos se encuentra la presencia de Carrillo, por supuesto es el protagonista. Pero el libro podría haberse titulado ‘Vida y Obra de Rafael Carrillo’ o ‘Rafael Carrillo, el padre de la filosofía moderna en Colombia’, u otro, de los tantos que rodaron por mi cabeza, pero quise resaltar esa característica personal.

La filosofía como vocación siempre la defendió en distintos escenarios, frente a quienes la consideran una profesión. En el libro usted encontrará temas como el ambiente cultural y la literatura, la amistad de Carrillo con Danilo Cruz Vélez, la filosofía de la ciencia, la originalidad en filosofía, el aporte de Carrillo a la filosofía, su estadía en Alemania, la correspondencia con filósofos de la Argentina, México y Alemania; así como unos anexos, entre ellos, el ensayo completo de ‘Filosofía del Derecho como Filosofía de la Persona’.

¿Qué lo motivó a escribir este libro?

Una de las razones, el desconocimiento que se tiene de la figura de Carrillo, por parte de las nuevas generaciones de estudiantes y profesores en todos los niveles de la educación, no solo en Valledupar, aquí es más palpable, también en el país, y ello obedece, tal vez, a la propia personalidad del maestro, un hombre discreto, sin aspavientos, hizo su obra callado, y nunca se interesó por tratar de darla a conocer al público ordinario.

También obedece a que  su obra se ha dado a conocer fragmentariamente, solo se hablaba en círculos cerrados cultos y de manera aislada sobre su aporte de haber introducido la filosofía moderna en el país, sin entrar a hacer un análisis de su verdadera importancia. Ya en las últimas décadas se le ha empezado a reconocer ese hecho decisivo para la cultura intelectual del país. También se conocía su obra escrita ‘Ambiente axiológico de la teoría pura del Derecho’, sin que se estudiara la más original ‘Filosofía del Derecho como filosofía de la persona’, pero como le decía, eso ha cambiado. Después de su muerte, el interés ha sido mayor por conocer su obra. Es lo que siempre ocurre.

Otra de las razones son las imprecisiones encontradas en algunos textos y conferencias subidas a las redes sociales, de personas que dicen conocer la obra del maestro, lo que me llevó hacer algunas rectificaciones en la presentación que se encuentra en el libro.

Y una última razón, dar a conocer su obra para que se siga estudiando y se mantenga vigente. Cuando desaparecen las personas, parece que desaparecieran también sus obras, porque ya no hay quien la defienda. En el caso de Carrillo, ello no ha ocurrido, hay defensores de ella.

Dado el desconocimiento que se tiene de su figura, en mi libro hago un resumen de su biografía, que podría ser acogida por la Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez, si así lo consideran sus directivas, y exhibirla en un lugar de la recepción de esta importante institución cultural, para que los ciudadanos en general y la comunidad educativa en particular, de nuestra ciudad, de la región, y del país, cuando la visiten, la puedan conocer de primera mano.

Llama la atención lo que acaba de decir sobre la importancia de haber introducido la filosofía moderna en Colombia…

Esto es largo de explicar, en varios pasajes del libro usted lo encontrará con más detalle. Puedo decirle en pocas palabras que, durante varios siglos, Colombia vivió épocas de oscurantismo. Cuando Carrillo llega a Bogotá en 1929 a realizar sus estudios universitarios se tuvo que decidir por el Derecho porque la única Facultad de Filosofía que existía era la de la Universidad del Rosario, regentada por monseñor Carrasquilla, donde se enseñaba una filosofía tomista, confesional, y esa no era de su interés.

Esa labor de introducir la filosofía moderna y contemporánea en Colombia se le debe a Rafael Carrillo, o como se dice hoy en día, fue el primero en socializarla, en difundirla, y por ese hecho importante pasa a la historia, allí tiene su puesto, porque se empieza a dejar el tomismo y la escolástica y se comienza a estudiar a los grandes filósofos de la humanidad.

Ilustrativo. ¿Cuáles son las otras obras que usted destaca del profesor Carrillo, que es la finalidad de su libro?

En cuanto a su obra escrita, si bien es cierto muchos consideran que no fue particularmente extensa, resalto en mi libro esa tendencia de Carrillo a escribir con originalidad, y es posible que por esa tendencia hubiese escrito poco, porque ello cuesta intelectualmente en esta disciplina, y porque no quería repetir, como lo deja entrever en la entrevista que le concedió al poeta Carlos Martín en 1945.  Y esa propensión de la que le estoy hablando es reconocida por filósofos y iusfilósofos de la talla de Danilo Cruz Vélez y Luis Villar Borda, entre otros, aquí en Colombia; y también por Carlos Cossio de la Argentina y Recasens Siches de España.

Otra obra de Carrillo, ya lo había mencionado, es indudablemente la fundación que hizo con Gerardo Molina del Instituto de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, porque a partir de allí se comenzó a normalizar los estudios de filosofía en el país. El instituto es el antecedente de la Facultad de Filosofía, y Carrillo con Cruz Vélez son reconocidos por Cayetano Betancurt como los auténticos arqueólogos de su creación, así se los manifestó en la entrega que les hizo del diploma como doctores honoris causa en filosofía, el 16 de diciembre de 1952.

Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez, ubicada en Valledupar.

¿Qué nos puede decir de la tarea de traductor del profesor Carrillo?

También es de gran significación. Lo hace a su regreso de Alemania en la revista cultural ECO, entre 1960 y 1966. Carrillo traduce del alemán al español más de 30 trabajos de filosofía, sociología, literatura y arte. Usted se preguntará porqué se interesó en traducir algunos temas distintos de la filosofía. El profesor Carrillo siempre estuvo interesado en la formación del hombre culto y que la universidad no solo le entregara a la sociedad simples profesionales, así lo dejó expresado en su discurso de inauguración del Instituto de Filosofía el 20 de marzo de 1946.

Esos trabajos no eran conocidos en el país por los profesores de filosofía y con esas traducciones contribuyó a que los conocieran, a que se apropiaran de nuevos conocimientos, y lo hizo, como parte de su labor educativa y pedagógica, que es otra de sus grandes obras, la ejerció por más de cinco décadas y un sinnúmero de docentes de las nuevas generaciones de filósofos, fueron sus discípulos. Esas traducciones se encuentran compiladas y fueron publicadas por la Universidad del Atlántico en el 2012.

Carlos, volviendo a su obra escrita, hay algunos trabajos filosóficos que el profesor dejó inconclusos. ¿A qué cree  que se debió?

Lástima que este país no le haya reconocido con suficiencia su obra, como lo ha expresado el filósofo Rubén Jaramillo Vélez. En cuanto a su pregunta central, yo he venido echándole cabeza, perdóneme esta expresión coloquial, de las razones por las cuales Carrillo dejó dos de sus trabajos inconclusos, el uno sobre filosofía general, ‘La Rebelión contra los Sistemas’, y el otro ‘Filosofía del Derecho como filosofía de la persona’, y no he querido conformarme con la respuesta que dio en una entrevista en 1986 cuando se le preguntó sobre ello.

 Solo se limitó a expresar citando una frase atribuida a Pico de la Mirandola, pero que en realidad es de Ovidio: “Habent su afata libelli”, que traducido al español quiere decir: “Tienen los libros su destino”. De todas maneras, creo que la terminación de esas dos obras nos la quedó debiendo, como también las razones que tenía para afirmar que Alemania en rigor no había perdido la guerra.

¿Cómo le ha ido con la venta del libro y qué opiniones hasta ahora ha recibido?

El libro de lujosa edición apenas tiene dos meses de haber salido, se editaron 300. Ya se encuentra en las librerías. Yo le solicité a la editorial que me proporcionara 80 libros para venderlos, porque cofinancié su publicación. He presentado propuestas a la UPC, a la UDES y a la Biblioteca departamental Rafael Carrillo Lúquez para su adquisición. Las opiniones que he recibido del libro han sido favorables, todas de carácter privado, es decir manifestaciones telefónicas y por  WhatsApp.

Quiero destacar entre ellas, la del profesor español Eduardo Infante, autor del libro ‘Filosofía en la Calle’, y quien en el mes de enero de este año participó en el Hay Festival de Medellín. Igual que Carrillo es un socrático. En el primer mensaje del 22 de enero me expresó: “He comenzado la lectura de tu libro y estoy apasionado. La figura de Rafael Carrillo es fascinante. Un auténtico Sócrates americano”.

 El 15 de febrero, después de haber terminado la lectura del libro, en un audio me dice: “Me ha gustado mucho el libro porque es muy didáctico, pero además me gusta tu estilo a la hora de escribir, muy periodístico, y es muy lúcido, se nota que le tienes mucho cariño a la figura. Me ha gustado mucho, porque realmente fue como un Sócrates actual y está un poco en la línea de como yo entiendo también la filosofía, y creo, como debería ser… en Francia fue una revolución porque también apostó por una recuperación de la filosofía Socrática como ejercicio, como práctica, una filosofía popular, que tiene más que ver con pensar la vida y con vivir también en una forma determinada, y yo creo que eso lo consigues tú en el libro, de transmitir esa visión de la filosofía. A mí me ha gustado mucho, y espero que tengas mucha suerte porque se lo merece la figura que retratas”. (Carlos nos muestra el mensaje y escuchamos el audio).

¿Por qué su reticencia a dar esta entrevista?

Porque recuerdo las palabras del maestro. La obra se hace, vienen las críticas y después, si a ello hubiese lugar, los reconocimientos. Esto último no es de mi interés, pero sí lo segundo, quiero que lleguen las críticas en cualquiera de los dos sentidos, negativa o positiva. En relación con la primera las analizaré, con el fin de mejorar para una segunda edición; y si es positiva, las recibiré con modestia.

¿Y es que ya está pensando en una segunda edición?

Lo estoy considerando. En verdad yo había pensado en dos tomos, creo que hay material para ello, pero el confinamiento a raíz de la pandemia me limitó en la investigación de otros documentos que solo los podía conseguir de manera presencial, lo intenté buscándolos en las plataformas de algunas universidades, y la única que respondió eficientemente fue la de la Universidad Nacional.

 Pero vía telefónica y por correo electrónico tuve ayudas para que se me enviara alguna información. El ensayo sobre ‘Filosofía y Ciencia’ anexado al libro, me lo enviaron de la Universidad del Rosario con los datos que yo les suministré.

Creo que una segunda edición podría salir en dos tomos, y, si ello no se logra, este libro recoge lo fundamental de la obra del maestro.

¿Qué nos puede decir sobre el legado del maestro?

Enmi libro soy parco en dar una opinión. Son disimiles las consideraciones que sobre el particular hemos encontrado en algunas voces, pero de la lectura de mi libro, e incluso de las respuestas que he dado, los lectores podrán con criterio personal escoger. Yo tengo el mío, y lo he dejado entrever en esta conversación.

¿Qué pasó con la biblioteca personal del maestro?

Ella fue adquirida por la Universidad Distrital de Bogotá. En 1997 al parecer existió un interés, no manifestado a mí, que era el encargado de venderla, para que la comprara la UPC, pero presupuestalmente no existía viabilidad para hacerlo. Ahora, para esa época no había facultades de filosofía, ni afines, y una biblioteca especializada como la de Carrillo, iba a estar subutilizada, por no decir que sin utilizar.

 Las cosas deben estar donde se necesitan y se puedan aprovechar. Era una excelente biblioteca, el profesor decía con orgullo que allí no había un hueso.

¿Ha tenido conocimiento de si la Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez comenzó con los preparativos para celebrar los 25 años de la muerte del profesor?

No he sabido. Espero que, para el mes de julio, estén dadas las condiciones para que se haga una celebración con altura, donde podamos reencontrarnos en un acto cultural, y evocar ese orgullo de los cesarenses.

Rafael Carrillo Lúquez. FOTO/CORTESÍA.

¿Qué opina de la cultura intelectual en Valledupar?

Creo que existen uno o dos grupos literarios que se reúnen esporádicamente. Son pocos, contados con las manos, quienes a partir de sí mismo, la cultivan, solitarios. Las nuevas generaciones se encuentran absorbidas por la música, y no vemos que se esté siguiendo a ese paradigma de la cultura intelectual que fue Rafael Carrillo. Las universidades deberían crear programas de extensión cultural para fomentarla. Al parecer existen algunos semilleros que tratan algunos temas, pero queremos que trasciendan, que se conozcan más.

Al final: ¿quién fue  Carrillo?

Mi opinión naturalmente se va a considerar sesgada. Rafael Carrillo fue un hombre superior, por su carácter, su responsabilidad, su honestidad intelectual y su inteligencia.

Es posible que nos hubiesen faltado algunas preguntas…

Estuvo buena la conversación, además sobre esta disciplina no me gusta pronunciarme oralmente, por el rigor. Prefiero la escritura, me decidí por ella cuando leí el libro ‘Oralidad y Escritura’ del escritor inglés Walter J Ong. Gracias.

Por Redacción EL PILÓN.