A Valledupar parece que la habitaran en su mayoría personas que no la quieren. La falta de cultura ciudadana, de sentido de pertenencia, es evidente en toda la ciudad. Su crecimiento acelerado, como se ha dicho de manera reiterada en este espacio editorial, ha generado diferentes problemas, uno de ellos es el de ornato.
Ya ni la Plaza Alfonso López se escapa de las malas actitudes de los ciudadanos, que se irradia en todo el centro histórico que se ha convertido en baño público, y aún así los turistas la recorren.
EL PILÓN hizo un recorrido por las avenidas de la ciudad y encontró que los separadores son utilizados para arrojar basura, la cual se acumula por meses sin que nadie haga nada. Lo más paradójico es que las instituciones –públicas y privadas- no saben a quién le corresponde la limpieza de estos espacios públicos que en otras ciudades son atractivos y bien utilizados.
La empresa Aseo del Norte se lava las manos con la excusa de que existen rutas para recoger la basura que la comunidad pone en los separadores, y la Alcaldía de Valledupar dice que no cuenta con recursos ni personal para apersonarse de la situación.
En esta encrucijada sale perdiendo Valledupar, pues su apariencia es permanentemente la de una ciudad a la deriva, sin dolientes. Las comparaciones suelen incomodar, pero vale la pena recordar la iniciativa del ex alcalde Elías Ochoa Daza que llamó ‘Valledupar, hermosa y solidaria’, la cual resultó exitosa porque el Municipio contrató a un grupo de mujeres cabeza de hogar para que se encargaran del ornato de la ciudad, incluidos los separadores.
Contrario a lo que ahora se hace, que contratan por partes, unos para el mantenimiento de las glorietas, otros para los parques, otros para las materas de la Plaza Alfonso López, en fin el fraccionamiento de contratos que no deja ver resultados.
La ciudad fue en una época sinónimo de orden, limpieza y ornato. Sin embargo, hoy no se conocen esfuerzos del sector privado, menos del público, por mantener a la capital cesarense como una tacita de plata. El espíritu cívico se ha perdido y mientras esa actitud ciudadana siga así, difícilmente se recupere la imagen de ciudad limpia.
¿Quién vive en Valledupar? La violencia y las oportunidades que ofrece la ciudad atrajeron a cientos de personas que carecen de buenas prácticas. No es un rechazo, por el contrario es un llamado a que esa población que ha llegado a refugiarse a la capital cesarense se empodere de su cuidado, a que la quieran como si fuera su pueblo natal.











