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¿Puede un ser maligno hacer el bien? (IV)

El aroma a almíbar desprendido de sus labios se dispersaba en el ambiente oloroso a salitre, algas y humedad. No existían palabras, creería, para describir cual fantástica belleza.

¿Puede un ser maligno hacer el bien? (IV)

¿Puede un ser maligno hacer el bien? (IV)

Por: Jairo

@el_pilon

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El aroma a almíbar desprendido de sus labios se dispersaba en el ambiente oloroso a salitre, algas y humedad. No existían palabras, creería, para describir cual fantástica belleza. El gigante sonrió como si escuchara mis pensamientos al igual que los latidos acelerados de un corazón que ya no poseía. -Nunca dejarán de encantar y por ello muchos le han dedicado miles de líneas-, sentenció. Lo que ves más allá es el Puerto de los Poetas. 

Ahí habitan ellos con sus cantares y poemas al igual que con sus creaciones, sus monstruos y héroes. En ese pequeño cayo que observas a tu derecha vive el alma del rey Gilgamesh de Uruk con el alma de su amigo de arcilla de nombre Enkidu, quienes aún emprenden, cuando pueden, la búsqueda del secreto de la vida eterna; en el cayo de la izquierda habita el alma del poeta llamado Vyasa, una encarnación de un dios que llaman Vishnu y quien pregona ser el conocedor de la historia del origen de todas las cosas, diciendo que lo que está aquí, se puede encontrar en otro sitio, pero lo que no está aquí, no se encuentra en ninguna otra parte. 

Ahí lo acompaña el alma de su fiel discípulo Vaisampayana y a veces lo visita un dios con cabeza de elefante. De ese cayo sale a la superficie en ocasiones el recordatorio a los humanos de las elecciones que han de enfrentar, lo que comúnmente denominan las crisis de conciencia. 

Pero el patriarca de todo el lugar es el alma del ciego Ho Me Horón, al que ustedes conocen como Homero, siempre está acompañado de Aquiles, quien lo protege, al fin y al cabo es su padre, él lo creó al igual que a muchos considerados mitos, ahí también he dejado el alma de Virgilio acompañado de su héroe troyano Eneas; pero también están con él, contemporáneos y otros nacidos y muertos, cientos y miles de años después de su presencia en la tierra; historiadores y escritores que cuestionaron su existencia o hasta su misma obra. Ahí podrás encontrar las almas de Heródoto y a Heráclito, a quien inspiró la célebre y acertada frase: “No encontrarás los confines del alma ni aun recorriendo todos los caminos; tal es su profundidad”. —¿Conoces a Robert Graves?– preguntó. Por supuesto, contesté. Su alma habita con él y sigue en la búsqueda de la verdad en medio del mito. Ahí, creí verlo sonreír por primera vez. Lo cierto es –siguió diciendo- que cuando recogí al patriarca en la orilla de la Isla Íos se me advirtió de su eterna vejez e inmortalidad. De todas formas, no me compete cuestionar tales circunstancias, mi labor se limita solamente a transportar las almas en el último suspiro cuando me llaman, cuando apenas un segundo antes de morir reflejan mi brillo en su mirada.

Otro grande que vive en el puerto es el alma de un tal Julio César, un emperador romano, que ilusamente creyó cambiar el sistema corrupto del gobierno de los hombres; sin embargo, desde aquí sigue inspirando a otros ilusos que aún creen en democracia y justicia. A veces cuando paso por aquí me gusta escuchar a algunas almas como la de Platón, un hipócrita y misógino, pero me agrada oírlo al igual que a otros. 

La barcaza se detuvo del todo bruscamente en todo el frente del puerto como si un áncora hubiera sido lanzada al oscuro río. Algunas sirenas se escabulleron deslizándose suavemente entre las rocas y a pesar de su belleza no pude evitar traer a mi mente las zambullidas de los leones marinos que veía en los documentales que me atrapaban los domingos por la tarde. 

Las almas de los poetas y escritores que logran salir convertidos en sueños a la superficie mantienen vigentes su compromiso con los hombres de recordarles a diario diferentes factores que son necesarios para la comprensión entre ellos, e inspiran a otros escritores a que los mismos no mueran.

Y así, queridos lectores, continuaremos en la próxima entrega la continuación y el final de esta fantástica historia.

POR: JAIRO MEJÍA.

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