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Columnista - 9 enero, 2025

Prioridades

Aquí se encapsula una verdad fundamental para la vida cristiana: los creyentes deben pasar tiempo a solas con el Señor. En una escala de prioridades, lo primero incluía: ¡Estar con Él!

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“Designó entonces a doce para que estuvieran con él…”. San Marcos 3,14.

Aquí se encapsula una verdad fundamental para la vida cristiana: los creyentes deben pasar tiempo a solas con el Señor. En una escala de prioridades, lo primero incluía: ¡Estar con Él!

Este llamado a estar con Jesús refleja la necesidad de cultivar una relación íntima y personal con Dios antes de emprender cualquier obra. En un mundo lleno de actividad constante y demandas, esta lección sigue siendo vital para los creyentes de hoy. Y frente a nuestras prioridades para este nuevo año, necesitamos tener cautela. Estamos inmersos en tantas actividades, algunas nobles y con apariencia de piedad, pero que nos roban lo más precioso de nuestra relación con Dios: pasar tiempo en su presencia conociéndolo. 

Se subraya que el primer llamado de un cristiano no es hacer, sino ser. Ser hijos, ser amigos de Dios, ser personas moldeadas a su imagen. Este tiempo de comunión con el Señor permite al creyente ser transformado internamente, renovar su mente y fortalecer su corazón para la tarea que vendrá después. En una cultura que valora más el hacer que el ser, esta verdad puede parecer contracultural. Sin embargo, sin este tiempo de conexión con Dios, nuestras obras corren el riesgo de ser impulsadas por nuestras propias fuerzas y no por el poder del Espíritu Santo. Estar con Jesús no solo nos prepara para la obra, sino que también nos da la dirección y las motivaciones correctas.

Es lamentable que nos ocupemos de planear y arreglar tantas cosas relacionadas con el trabajo y los anhelos, pero no buscamos la manera de robustecer nuestra vida espiritual, asociada con la búsqueda de su presencia para recibir su guía y dirección. La verdad es que si no le damos la importancia a nuestra espiritualidad, todo lo demás que hagamos no tendrá el peso suficiente para soportar los días malos cuando lleguen. El tiempo a solas con Dios es una necesidad espiritual. Es en estos momentos de quietud donde encontramos fuerzas renovadas para enfrentar los desafíos de la vida diaria. Isaías dice: “Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. 

¿Acaso hemos perdido la disciplina de pasar tiempo con Dios?, ¿hemos dejado de buscar su rostro y su compañía?, ¿las constantes demandas para hacer, nos ha vencido? ¿Se ha enfriado nuestra relación con el Señor? Es menester volver a poner las cosas en su lugar y acercarnos con confianza para renovar esa relación que tanto bien nos hace y tanto necesitamos. Dios nos está esperando para recomponer nuestra escala de prioridades, para volver a darle el primer lugar en nuestras vidas. 

Para cultivar este tiempo de intimidad con Dios es importante establecer un espacio diario de oración y lectura de la Palabra. Separar un tiempo fijo cada día, ya sea por la mañana o por la noche, tener un horario constante ayuda a formar el hábito. Crear un lugar tranquilo, un espacio apartado de distracciones facilita la concentración. Meditar en las Escrituras, permite que la Palabra de Dios penetre profundamente en tu corazón. Orar con sinceridad, habla con Dios como con un amigo cercano, compartiendo tus cargas y alegrías.

En un mundo lleno de ruido y distracciones, dedicar tiempo a solas con Dios es una expresión de nuestra dependencia de Él y una oportunidad para ser transformados por su amor y poder. 

Ocuparnos de los deberes y quehaceres es justo y necesario, pero no estemos tan ocupados que nos olvidemos de la verdadera prioridad: estar con él. Deseo de todo corazón que en este nuevo año podamos disfrutar cada día de su presencia y encontrar en él refugio para nuestra alma. 

¡Éxitos y bendiciones abundantes para este 2025!  

Por. Valerio Mejía Araujo.

Columnista
9 enero, 2025

Prioridades

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Aquí se encapsula una verdad fundamental para la vida cristiana: los creyentes deben pasar tiempo a solas con el Señor. En una escala de prioridades, lo primero incluía: ¡Estar con Él!


“Designó entonces a doce para que estuvieran con él…”. San Marcos 3,14.

Aquí se encapsula una verdad fundamental para la vida cristiana: los creyentes deben pasar tiempo a solas con el Señor. En una escala de prioridades, lo primero incluía: ¡Estar con Él!

Este llamado a estar con Jesús refleja la necesidad de cultivar una relación íntima y personal con Dios antes de emprender cualquier obra. En un mundo lleno de actividad constante y demandas, esta lección sigue siendo vital para los creyentes de hoy. Y frente a nuestras prioridades para este nuevo año, necesitamos tener cautela. Estamos inmersos en tantas actividades, algunas nobles y con apariencia de piedad, pero que nos roban lo más precioso de nuestra relación con Dios: pasar tiempo en su presencia conociéndolo. 

Se subraya que el primer llamado de un cristiano no es hacer, sino ser. Ser hijos, ser amigos de Dios, ser personas moldeadas a su imagen. Este tiempo de comunión con el Señor permite al creyente ser transformado internamente, renovar su mente y fortalecer su corazón para la tarea que vendrá después. En una cultura que valora más el hacer que el ser, esta verdad puede parecer contracultural. Sin embargo, sin este tiempo de conexión con Dios, nuestras obras corren el riesgo de ser impulsadas por nuestras propias fuerzas y no por el poder del Espíritu Santo. Estar con Jesús no solo nos prepara para la obra, sino que también nos da la dirección y las motivaciones correctas.

Es lamentable que nos ocupemos de planear y arreglar tantas cosas relacionadas con el trabajo y los anhelos, pero no buscamos la manera de robustecer nuestra vida espiritual, asociada con la búsqueda de su presencia para recibir su guía y dirección. La verdad es que si no le damos la importancia a nuestra espiritualidad, todo lo demás que hagamos no tendrá el peso suficiente para soportar los días malos cuando lleguen. El tiempo a solas con Dios es una necesidad espiritual. Es en estos momentos de quietud donde encontramos fuerzas renovadas para enfrentar los desafíos de la vida diaria. Isaías dice: “Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. 

¿Acaso hemos perdido la disciplina de pasar tiempo con Dios?, ¿hemos dejado de buscar su rostro y su compañía?, ¿las constantes demandas para hacer, nos ha vencido? ¿Se ha enfriado nuestra relación con el Señor? Es menester volver a poner las cosas en su lugar y acercarnos con confianza para renovar esa relación que tanto bien nos hace y tanto necesitamos. Dios nos está esperando para recomponer nuestra escala de prioridades, para volver a darle el primer lugar en nuestras vidas. 

Para cultivar este tiempo de intimidad con Dios es importante establecer un espacio diario de oración y lectura de la Palabra. Separar un tiempo fijo cada día, ya sea por la mañana o por la noche, tener un horario constante ayuda a formar el hábito. Crear un lugar tranquilo, un espacio apartado de distracciones facilita la concentración. Meditar en las Escrituras, permite que la Palabra de Dios penetre profundamente en tu corazón. Orar con sinceridad, habla con Dios como con un amigo cercano, compartiendo tus cargas y alegrías.

En un mundo lleno de ruido y distracciones, dedicar tiempo a solas con Dios es una expresión de nuestra dependencia de Él y una oportunidad para ser transformados por su amor y poder. 

Ocuparnos de los deberes y quehaceres es justo y necesario, pero no estemos tan ocupados que nos olvidemos de la verdadera prioridad: estar con él. Deseo de todo corazón que en este nuevo año podamos disfrutar cada día de su presencia y encontrar en él refugio para nuestra alma. 

¡Éxitos y bendiciones abundantes para este 2025!  

Por. Valerio Mejía Araujo.