Atrás quedaron esas épocas en las que al entrar a una tienda de barrio lo primero que se observaba era un inmenso listado con los precios de los productos y artículos que allí se vendían al público.
Mucha gente se pregunta el por qué eso desapareció o, mejor, ¿por qué las autoridades lo permitieron?, si ese era el primer principio de transparencia de esas pequeñas transacciones entre el tendero y su público o clientela.
La transparencia en los precios de los productos o cualquier tipo de mercancía es un derecho del consumidor, máxime en estos tiempos donde el costo de vida se incrementa de manera constante y obliga a hacer miles de esfuerzos para que el dinero rinda y pueda alcanzar para cubrir las necesidades básicas de los hogares.
También se ha vuelto normal las significativas diferencias de los precios entre una y otra tienda, se podría entender que eso se dé entre las que están en distintos sectores de la ciudad o en otro municipio ubicado a cierta distancia, pero ocurre que en las de un mismo barrio o manzana el valor de los artículos varía bastante. Eso indica que existe una falta de control por parte de las autoridades, algo que va en detrimento del bolsillo del consumidor.
En otro tipo de ventas, por ejemplo en los almacenes de ropa y calzado, entre muchos otros, por diversas razones, se podría justificar esa situación de variedad de precios, porque además cada artículo trae estampado su valor, pero no en los productos básicos de la canasta familiar, que son los que se expenden en las tiendas de barrios. Eso merece especial atención por parte de los entes encargados.
Esas antiguas listas permitían la suficiente claridad requerida para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas y responsables.
Frente a esa omisión de la publicación de la lista precios, lo que argumentan algunos tenderos es que hay diversas razones que van desde la volatilidad de los costos hasta estrategias comerciales. Dicen que, por un lado, el constante aumento de los insumos, las variaciones en la inflación y la inestabilidad de las cadenas de suministro hacen que los precios cambien con frecuencia, dificultando la actualización de los listados. Por otra parte, algunas tiendas optan por no divulgar los precios para favorecer la venta de ciertos productos o para ajustar costos de manera discrecional que, en algunas ocasiones, ayudan al mismo consumidor.
Esas justificaciones podrían ser válidas, pero la falta de información clara y visible afecta directamente el derecho de los consumidores a comparar, elegir y planificar sus compras con transparencia. Además, genera desconfianza y una sensación de desprotección frente a posibles abusos o incrementos injustificados que en cierta ocasiones derivan en riñas o conflictos violentos entre el tendero y su cliente.
El llamado es para que las autoridades de protección al consumidor refuercen el compromiso y la responsabilidad de garantizar que las tiendas cumplan con la obligación legal de exhibir los precios de los productos de forma visible y precisa. La ciudadanía debe exigir y denunciar la ausencia de listados de precios, ya que solo a través de la vigilancia y la participación activa se puede promover un mercado más justo y equitativo. Recordemos que cada peso cuenta tanto para el tendero como para el consumidor, eso obliga a que haya suficientes garantías para ambos y así se pueda celebrar en paz todos los 15 de marzo el Día Mundial del Derecho del Consumidor.











