Varios estudios académicos han tratado de estructurar el “perfil del alcalde”. Un aspecto relevante de este proceso está definido en la competencia que debe tener y cumplir.
Varios estudios académicos han tratado de estructurar el “perfil del alcalde”. Un aspecto relevante de este proceso está definido en la competencia que debe tener y cumplir. Su especialidad no está en las ideas y proyectos específicos, sino en sus virtudes, preparación, capacidad de adaptación, y actitud, para abordar todas las situaciones que pueden surgir al dirigir una ciudad. Asi mismo, debe saber qué pasa en la ciudad y debe mostrarnos cómo se imagina la ciudad en veinticinco o treinta años, para saber qué debemos hacer en los primeros cuatro.
A propósito de alcaldes, recientemente, el mandatario de Valledupar, Ernesto Orozco, estuvo en la emisora Radio Guatapurí, esbozando los pormenores de los seis meses corridos de su gobierno. En ese sentido, habló del plan de desarrollo, que según lo dicho fue estructurado en armonía con los planes de desarrollo nacional y departamental. Sobresaliente, la idea de construir sobre lo construido y sin retrovisor.
Ordenar la casa ha sido la consigna del alcalde, Ernesto Orozco, en aras de gestionar los limitados recursos públicos. Dijo el alcalde que, el presupuesto del municipio supera el billón de pesos. De esa apropiación el 78 % son de origen nacional y 22 % corresponden a recursos propios. Sin embargo, por anualidad, 60 mil millones son de libre destinación. Este panorama presupuestal complica las inversiones. Por ejemplo: la implementación total de la avenida Simón Bolívar, tiene un costo de 90 mil millones de pesos y la avenida doble calzada batallón – barrio Don Alberto, cuesta 45 mil millones.
La situación presupuestal y los recursos limitados representan unas variables que concuerdan con mi insistir, para que en nuestra ciudad se construya un plan de largo plazo. Celebro que el alcalde en su especie de rendición de cuentas haya resaltado como propósito la visión de largo plazo para la ciudad.
Gastón Berger, uno de los fundadores de la prospectiva, la definió como “la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él”. Luchar contra la tiranía del cortoplacismo, es una habilidad que deben tener los gobernantes modernos. La coyuntura actual nos convoca a una misión importante, que consiste en plantearnos las siguientes preguntas: ¿dónde estamos?, ¿de dónde venimos?, ¿para dónde vamos?, ¿hacia dónde queremos ir? y ¿hacia dónde podemos ir?
Es momento de construir un Plan Estratégico de largo plazo (20 o 30 años), con base en un ejercicio metodológico que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares, exalcaldes, participación interinstitucional, herramientas y capacidades de comunicación con articulación con el orden nacional, para planificar y gestionar el territorio, con el fin de identificar las potencialidades, limitaciones y tendencias que propicien una nueva cultura con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente.
No son fáciles de resolver los problemas de inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos. Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esa proeza garantiza pasaporte al fracaso. La capacidad de mirar a largo plazo es una señal importante, porque los cambios en los territorios no se detienen, son sistemas en constante evolución.
Peligroso continuar la senda de atender lo urgente en vez de trabajar por lo importante. El futuro es inherentemente incierto. Los enfoques de futuros o previsión pueden ayudar en Valledupar a dar sentido a esta incertidumbre. Oportuno pensar con antelación para tomar mejores decisiones hoy, ya sea para mitigar amenazas, aprovechar oportunidades o maximizar la probabilidad de gestionar los proyectos que la ciudad necesita.
Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12
Varios estudios académicos han tratado de estructurar el “perfil del alcalde”. Un aspecto relevante de este proceso está definido en la competencia que debe tener y cumplir.
Varios estudios académicos han tratado de estructurar el “perfil del alcalde”. Un aspecto relevante de este proceso está definido en la competencia que debe tener y cumplir. Su especialidad no está en las ideas y proyectos específicos, sino en sus virtudes, preparación, capacidad de adaptación, y actitud, para abordar todas las situaciones que pueden surgir al dirigir una ciudad. Asi mismo, debe saber qué pasa en la ciudad y debe mostrarnos cómo se imagina la ciudad en veinticinco o treinta años, para saber qué debemos hacer en los primeros cuatro.
A propósito de alcaldes, recientemente, el mandatario de Valledupar, Ernesto Orozco, estuvo en la emisora Radio Guatapurí, esbozando los pormenores de los seis meses corridos de su gobierno. En ese sentido, habló del plan de desarrollo, que según lo dicho fue estructurado en armonía con los planes de desarrollo nacional y departamental. Sobresaliente, la idea de construir sobre lo construido y sin retrovisor.
Ordenar la casa ha sido la consigna del alcalde, Ernesto Orozco, en aras de gestionar los limitados recursos públicos. Dijo el alcalde que, el presupuesto del municipio supera el billón de pesos. De esa apropiación el 78 % son de origen nacional y 22 % corresponden a recursos propios. Sin embargo, por anualidad, 60 mil millones son de libre destinación. Este panorama presupuestal complica las inversiones. Por ejemplo: la implementación total de la avenida Simón Bolívar, tiene un costo de 90 mil millones de pesos y la avenida doble calzada batallón – barrio Don Alberto, cuesta 45 mil millones.
La situación presupuestal y los recursos limitados representan unas variables que concuerdan con mi insistir, para que en nuestra ciudad se construya un plan de largo plazo. Celebro que el alcalde en su especie de rendición de cuentas haya resaltado como propósito la visión de largo plazo para la ciudad.
Gastón Berger, uno de los fundadores de la prospectiva, la definió como “la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él”. Luchar contra la tiranía del cortoplacismo, es una habilidad que deben tener los gobernantes modernos. La coyuntura actual nos convoca a una misión importante, que consiste en plantearnos las siguientes preguntas: ¿dónde estamos?, ¿de dónde venimos?, ¿para dónde vamos?, ¿hacia dónde queremos ir? y ¿hacia dónde podemos ir?
Es momento de construir un Plan Estratégico de largo plazo (20 o 30 años), con base en un ejercicio metodológico que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares, exalcaldes, participación interinstitucional, herramientas y capacidades de comunicación con articulación con el orden nacional, para planificar y gestionar el territorio, con el fin de identificar las potencialidades, limitaciones y tendencias que propicien una nueva cultura con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente.
No son fáciles de resolver los problemas de inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos. Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esa proeza garantiza pasaporte al fracaso. La capacidad de mirar a largo plazo es una señal importante, porque los cambios en los territorios no se detienen, son sistemas en constante evolución.
Peligroso continuar la senda de atender lo urgente en vez de trabajar por lo importante. El futuro es inherentemente incierto. Los enfoques de futuros o previsión pueden ayudar en Valledupar a dar sentido a esta incertidumbre. Oportuno pensar con antelación para tomar mejores decisiones hoy, ya sea para mitigar amenazas, aprovechar oportunidades o maximizar la probabilidad de gestionar los proyectos que la ciudad necesita.
Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12