EL PILÓN ha preparado una serie de informes sobre las perspectivas, riesgos y retos de la economía para 2022. El inicio de un nuevo año, por razones financieras, contables y - hasta culturales-, es motivo para hacer un ejercicio de balances y perspectivas de la economía.
Si diciembre fue época de balances, enero es el momento de las proyecciones. En parte, las llamadas “cabañuelas” de las que hablaban nuestros sabios abuelos. Con la observación de las cifras del Estado, gremios nacionales y regionales, y el apoyo de organismos expertos y la redacción de EL PILÓN, presentamos a nuestros lectores una aproximación sobre esas perspectivas, riesgos y retos, de lo que puede ser el comportamiento de la economía mundial y nacional este 2022.
El ejercicio de construir algunas proyecciones, en materia económica, no es nada sencillo. Es una labor de alta complejidad e incertidumbre por múltiples razones; en primer lugar, la misma dinámica de la economía, lo que se puede intuir o proyectar en un mes, en cosa de días o minutos puede cambiar.
Incluyen múltiples variables y factores: desde el clima, si hay sequía o si las lluvias aumentan, muy por encima de lo normal, hasta factores de carácter político y militar, entre muchos otros, pueden presentarse y alterar lo que se tenía previsto. Lo que se hace es una aproximación dentro de un margen de escenarios posibles y altos márgenes de error. Esa es la realidad.
En esta serie de informes, que son la continuación, en parte, de los publicados en diciembre, tendremos en cuenta las cifras y proyecciones de organismos internacionales como: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial.
En la región, la Cepal (Comisión Económica para América Latina), y en el país, instituciones como la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), Fedesarrollo, el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda, entre otros. Las observaciones y anotaciones son propias de los análisis del autor.
EL SUBDESARROLLO PESA…
En el caso de Colombia, para 2022 la primera observación que hay que hacer puede parecer de “Perogrullo”, pero hay que hacerla y tenerla muy en cuenta: somos un país en vías de desarrollo, con muchos problemas económicos, políticos y sociales.
La alta pobreza, cerca del 40 por ciento de la población, y la indigencia o marginalidad (15 por ciento, según el mismo Dane), restricciones estructurales a la productividad y competitividad, problemas de gobernabilidad y corrupción, entre muchos otros, influyen, y mucho, en el comportamiento de la economía y algunos de estos problemas no son posibles de captarlos en las cifras y proyecciones económicas.
En segundo término, debemos advertir que, a pesar de ser Colombia una nación independiente, desde el punto de vista político y jurídico, no lo es desde el punto de vista económico.
Para bien o para mal, el país tiene un modelo de economía, relativamente abierta, desde 1991, cuando durante el gobierno del liberal Cesar Gaviria Trujillo se decidió apostarle a la globalización, a una apertura, luego de un modelo proteccionista como el que habíamos tenido por varias décadas, casi que desde el gobierno del también liberal, Carlos Lleras Restrepo. (Aquel era un modelo proteccionista, llamado también Cepalino).
AÚN SOMOS PETRÓLEO, CARBÓN Y CAFÉ…
A pesar de todos los esfuerzos hechos por distintos gobiernos, empresas, gremios, y otras organizaciones, etc., seguimos siendo un país que depende, excesivamente, en mi opinión, del petróleo, el carbón, el café, las flores y otros productos de los sectores primarios: minería, agricultura y ganadería.
Aún nos falta mucho por desarrollar y tener un sector industrial exportador, que nos permita diversificar nuestra oferta exportable y el ingreso de divisas, es decir de dólares. Dólares que, además, necesitamos para pagar lo que importamos, atender la deuda externa que soportamos, y poder financiar a nuestros nacionales que quieren viajar al exterior, entre otros usos.
Por los lados del petróleo, las cifras muestran un precio de US$83 por barril, para el brent, y de US$81 por barril para WTI, este último es el de referencia de Colombia. Las perspectivas de precios del crudo oscilan ampliamente, algunos dicen que puede llegar a US$90 por barril, inclusive hablan de US$100 por barril, y otros -por el contrario- que podría bajar de esos niveles y llegar hasta US$75 por barril.
Todo dependerá de muchas cosas, el comportamiento de China, las decisiones de la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo), y hasta de los conflictos políticos EE.UU-Rusia, por la situación de Ucrania.
Con el petróleo nada se sabe. Además, es un energético sustituto de carbón al que ya nadie quiere. (Mala noticia para el Cesar, el creciente rechazo del mundo industrializado al carbón…).
Por los lados del café también son buenas las noticias: enero arrancó con precios de US$2,29 la libra del café colombiano en Nueva York. A este precio hay que sumarle unos US$0,5 por libra, que es la prima de calidad que se reconoce por nuestro café suave y de gran gourmet. Los cafeteros están vendiendo su carga a más de $2 millones de pesos, y con los precios del dólar por encima de $4.000, son buenos vientos en nuestras zonas productoras. Una buena noticia, en medio de tantos años de precios caídos.
No se puede desconocer el crecimiento de las llamadas exportaciones menores, como también los ingresos por turismo y por las remesas que mandan a sus familias sus familiares, trabajadores, que residen en otros países. Cada vez es más importante el ingreso de esas divisas para las familias y para la Nación, en su conjunto.
En la actualidad, las remesas que envían los colombianos que trabajan en el exterior a sus familiares superan los US$8.000 millones (2021). Espectacular…
Un tercer factor, es que el primer semestre de 2022, será de elecciones. Y eso genera una alta incertidumbre. Muchas empresas aplazan sus proyectos de inversión, al igual que muchas familias y personas esperan, que se despeje el panorama, antes de hacer grandes negocios.
En el caso de nuestro país, en particular, la economía y los negocios dependerán de los resultados de las elecciones para Congreso de la República, el próximo 13 de marzo, cuando también habrá resultados de las consultas de tres coaliciones: la del Pacto Histórico, cuyo ganador ya se conoce; y la de la Esperanza y Equipo Colombia, que, efectivamente, sí se desconoce. Un dólar por encima de los $4.000 pesos, como ya lo estamos viendo, tiene mucho que ver con el nerviosismo de algunos empresarios e inversionistas, que se asustan cuando escuchan ideas poco amigas de la iniciativa privada y del libre mercado.
UN RETO: CRECER MÁS Y MEJOR…
Colombia, como país, como nación, debe lograr unos consensos mínimos sobre su modelo de desarrollo económico, sobre sus apuestas para crecer, ojalá por encima del 6 o 7 por ciento, y también para distribuir ese crecimiento que se debe reflejar en bienestar para la gran mayoría de los colombianos, principalmente los más pobres, que son los que más necesitan mejorar su precaria situación de pobreza, marginalidad y desempleo. Estos son algunos de los retos del próximo gobierno, gane quien gane.
Colombia cuenta con una geografía generosa, que si pudiéramos utilizar mejor nos ayudaría a tener un mejor panorama económico: costas sobre dos mares, tenemos valles y montañas muy productivos, distintos climas y tipos de suelo, que son una verdadera fortaleza.
Los ambientalistas y expertos la llaman, en parte es sinónimo, la diversidad ambiental. Esa diversidad es una fortaleza económica; por ella nuestras plazas de mercado siempre tienen buena oferta de productos, gracias al trabajo de nuestros abnegados campesinos en las distintas regiones del país. Miremos que en la pandemia, a pesar de todo, no hubo problemas con la producción de alimentos y materias primas.
Otra cosa fueron los problemas de distribución con motivo de las protestas de los transportadores y otros sectores sociales, que han expresado su inconformidad.
El haber crecido cerca de un 10 por ciento en su PIB, en 2021, en parte por un rebote por la caída de 2019 y 2020, pero también por una fortaleza, una resiliencia de esa economía colombiana. Ese es un factor positivo, que no debemos perder de vista: la geografía económica.
Otro factor, igualmente importante, es la institucionalidad económica: un sector empresarial luchador y persistente, que demostró su fortaleza en 2021, que requiere mucho apoyo, pero que ha demostrado tiene con qué crecer y seguir adelante.
La autoridad monetaria encarnada en el Banco de la República, un Ministerio de Hacienda y un Departamento Nacional de Planeación, que –a pesar de algunas deficiencias- son instituciones que tienen el reconocimiento de sus pares de otros países y de organismos como el FMI y el Banco Mundial, entre otros.
Organismos como Anif y Fedesarrollo tienen fundamento y argumentos para ser optimistas y por eso proyectan un crecimiento interesante para nuestro Producto Interno Bruto en 2022, cuando crecería entre un 4,5 y un 5,5 por ciento; y el otro año, 2023, crecería entre 3,2 y 4,1 por ciento. Estos son escenarios optimistas. Ojalá y se cumplan estos pronósticos.
AL RITMO DEL OMICRON…
No obstante, y ahí vienen los peros. Colombia, al igual que buena parte de la economía mundial, dependerá de lo que pase con el tristemente célebre, Omicron, variante del covid, que parece menos mortal, pero más contagiosa. Si las autoridades tienen que cerrar la economía para evitar un colapso de los sistemas de salud, cambiaría todo el panorama.
El riesgo de la inflación es otro nubarrón en el panorama económico de 2022. Sobre el tema de la inflación, escribiremos en una próxima entrega. Pero, sin lugar a dudas, el principal reto para 2022 será elegir un buen Congreso de la República, es decir Senadores y Representantes que hagan buenas leyes y buen control político al ejecutivo.
Y –principalmente- elegir un buen Presidente de la República, alguien que respete la Constitución, que respete la democracia que tenemos, aún con todos sus defectos, y la economía de mercado. De lo contrario, es mejor ni pensarlo…
(En una próxima entrega nos referiremos a la economía internacional, el problema de la inflación, algunos de los otros retos del próximo gobierno y al panorama económico regional).
Por Carlos A. Maestre Maya. Analista económico.
EL PILÓN ha preparado una serie de informes sobre las perspectivas, riesgos y retos de la economía para 2022. El inicio de un nuevo año, por razones financieras, contables y - hasta culturales-, es motivo para hacer un ejercicio de balances y perspectivas de la economía.
Si diciembre fue época de balances, enero es el momento de las proyecciones. En parte, las llamadas “cabañuelas” de las que hablaban nuestros sabios abuelos. Con la observación de las cifras del Estado, gremios nacionales y regionales, y el apoyo de organismos expertos y la redacción de EL PILÓN, presentamos a nuestros lectores una aproximación sobre esas perspectivas, riesgos y retos, de lo que puede ser el comportamiento de la economía mundial y nacional este 2022.
El ejercicio de construir algunas proyecciones, en materia económica, no es nada sencillo. Es una labor de alta complejidad e incertidumbre por múltiples razones; en primer lugar, la misma dinámica de la economía, lo que se puede intuir o proyectar en un mes, en cosa de días o minutos puede cambiar.
Incluyen múltiples variables y factores: desde el clima, si hay sequía o si las lluvias aumentan, muy por encima de lo normal, hasta factores de carácter político y militar, entre muchos otros, pueden presentarse y alterar lo que se tenía previsto. Lo que se hace es una aproximación dentro de un margen de escenarios posibles y altos márgenes de error. Esa es la realidad.
En esta serie de informes, que son la continuación, en parte, de los publicados en diciembre, tendremos en cuenta las cifras y proyecciones de organismos internacionales como: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial.
En la región, la Cepal (Comisión Económica para América Latina), y en el país, instituciones como la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), Fedesarrollo, el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda, entre otros. Las observaciones y anotaciones son propias de los análisis del autor.
EL SUBDESARROLLO PESA…
En el caso de Colombia, para 2022 la primera observación que hay que hacer puede parecer de “Perogrullo”, pero hay que hacerla y tenerla muy en cuenta: somos un país en vías de desarrollo, con muchos problemas económicos, políticos y sociales.
La alta pobreza, cerca del 40 por ciento de la población, y la indigencia o marginalidad (15 por ciento, según el mismo Dane), restricciones estructurales a la productividad y competitividad, problemas de gobernabilidad y corrupción, entre muchos otros, influyen, y mucho, en el comportamiento de la economía y algunos de estos problemas no son posibles de captarlos en las cifras y proyecciones económicas.
En segundo término, debemos advertir que, a pesar de ser Colombia una nación independiente, desde el punto de vista político y jurídico, no lo es desde el punto de vista económico.
Para bien o para mal, el país tiene un modelo de economía, relativamente abierta, desde 1991, cuando durante el gobierno del liberal Cesar Gaviria Trujillo se decidió apostarle a la globalización, a una apertura, luego de un modelo proteccionista como el que habíamos tenido por varias décadas, casi que desde el gobierno del también liberal, Carlos Lleras Restrepo. (Aquel era un modelo proteccionista, llamado también Cepalino).
AÚN SOMOS PETRÓLEO, CARBÓN Y CAFÉ…
A pesar de todos los esfuerzos hechos por distintos gobiernos, empresas, gremios, y otras organizaciones, etc., seguimos siendo un país que depende, excesivamente, en mi opinión, del petróleo, el carbón, el café, las flores y otros productos de los sectores primarios: minería, agricultura y ganadería.
Aún nos falta mucho por desarrollar y tener un sector industrial exportador, que nos permita diversificar nuestra oferta exportable y el ingreso de divisas, es decir de dólares. Dólares que, además, necesitamos para pagar lo que importamos, atender la deuda externa que soportamos, y poder financiar a nuestros nacionales que quieren viajar al exterior, entre otros usos.
Por los lados del petróleo, las cifras muestran un precio de US$83 por barril, para el brent, y de US$81 por barril para WTI, este último es el de referencia de Colombia. Las perspectivas de precios del crudo oscilan ampliamente, algunos dicen que puede llegar a US$90 por barril, inclusive hablan de US$100 por barril, y otros -por el contrario- que podría bajar de esos niveles y llegar hasta US$75 por barril.
Todo dependerá de muchas cosas, el comportamiento de China, las decisiones de la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo), y hasta de los conflictos políticos EE.UU-Rusia, por la situación de Ucrania.
Con el petróleo nada se sabe. Además, es un energético sustituto de carbón al que ya nadie quiere. (Mala noticia para el Cesar, el creciente rechazo del mundo industrializado al carbón…).
Por los lados del café también son buenas las noticias: enero arrancó con precios de US$2,29 la libra del café colombiano en Nueva York. A este precio hay que sumarle unos US$0,5 por libra, que es la prima de calidad que se reconoce por nuestro café suave y de gran gourmet. Los cafeteros están vendiendo su carga a más de $2 millones de pesos, y con los precios del dólar por encima de $4.000, son buenos vientos en nuestras zonas productoras. Una buena noticia, en medio de tantos años de precios caídos.
No se puede desconocer el crecimiento de las llamadas exportaciones menores, como también los ingresos por turismo y por las remesas que mandan a sus familias sus familiares, trabajadores, que residen en otros países. Cada vez es más importante el ingreso de esas divisas para las familias y para la Nación, en su conjunto.
En la actualidad, las remesas que envían los colombianos que trabajan en el exterior a sus familiares superan los US$8.000 millones (2021). Espectacular…
Un tercer factor, es que el primer semestre de 2022, será de elecciones. Y eso genera una alta incertidumbre. Muchas empresas aplazan sus proyectos de inversión, al igual que muchas familias y personas esperan, que se despeje el panorama, antes de hacer grandes negocios.
En el caso de nuestro país, en particular, la economía y los negocios dependerán de los resultados de las elecciones para Congreso de la República, el próximo 13 de marzo, cuando también habrá resultados de las consultas de tres coaliciones: la del Pacto Histórico, cuyo ganador ya se conoce; y la de la Esperanza y Equipo Colombia, que, efectivamente, sí se desconoce. Un dólar por encima de los $4.000 pesos, como ya lo estamos viendo, tiene mucho que ver con el nerviosismo de algunos empresarios e inversionistas, que se asustan cuando escuchan ideas poco amigas de la iniciativa privada y del libre mercado.
UN RETO: CRECER MÁS Y MEJOR…
Colombia, como país, como nación, debe lograr unos consensos mínimos sobre su modelo de desarrollo económico, sobre sus apuestas para crecer, ojalá por encima del 6 o 7 por ciento, y también para distribuir ese crecimiento que se debe reflejar en bienestar para la gran mayoría de los colombianos, principalmente los más pobres, que son los que más necesitan mejorar su precaria situación de pobreza, marginalidad y desempleo. Estos son algunos de los retos del próximo gobierno, gane quien gane.
Colombia cuenta con una geografía generosa, que si pudiéramos utilizar mejor nos ayudaría a tener un mejor panorama económico: costas sobre dos mares, tenemos valles y montañas muy productivos, distintos climas y tipos de suelo, que son una verdadera fortaleza.
Los ambientalistas y expertos la llaman, en parte es sinónimo, la diversidad ambiental. Esa diversidad es una fortaleza económica; por ella nuestras plazas de mercado siempre tienen buena oferta de productos, gracias al trabajo de nuestros abnegados campesinos en las distintas regiones del país. Miremos que en la pandemia, a pesar de todo, no hubo problemas con la producción de alimentos y materias primas.
Otra cosa fueron los problemas de distribución con motivo de las protestas de los transportadores y otros sectores sociales, que han expresado su inconformidad.
El haber crecido cerca de un 10 por ciento en su PIB, en 2021, en parte por un rebote por la caída de 2019 y 2020, pero también por una fortaleza, una resiliencia de esa economía colombiana. Ese es un factor positivo, que no debemos perder de vista: la geografía económica.
Otro factor, igualmente importante, es la institucionalidad económica: un sector empresarial luchador y persistente, que demostró su fortaleza en 2021, que requiere mucho apoyo, pero que ha demostrado tiene con qué crecer y seguir adelante.
La autoridad monetaria encarnada en el Banco de la República, un Ministerio de Hacienda y un Departamento Nacional de Planeación, que –a pesar de algunas deficiencias- son instituciones que tienen el reconocimiento de sus pares de otros países y de organismos como el FMI y el Banco Mundial, entre otros.
Organismos como Anif y Fedesarrollo tienen fundamento y argumentos para ser optimistas y por eso proyectan un crecimiento interesante para nuestro Producto Interno Bruto en 2022, cuando crecería entre un 4,5 y un 5,5 por ciento; y el otro año, 2023, crecería entre 3,2 y 4,1 por ciento. Estos son escenarios optimistas. Ojalá y se cumplan estos pronósticos.
AL RITMO DEL OMICRON…
No obstante, y ahí vienen los peros. Colombia, al igual que buena parte de la economía mundial, dependerá de lo que pase con el tristemente célebre, Omicron, variante del covid, que parece menos mortal, pero más contagiosa. Si las autoridades tienen que cerrar la economía para evitar un colapso de los sistemas de salud, cambiaría todo el panorama.
El riesgo de la inflación es otro nubarrón en el panorama económico de 2022. Sobre el tema de la inflación, escribiremos en una próxima entrega. Pero, sin lugar a dudas, el principal reto para 2022 será elegir un buen Congreso de la República, es decir Senadores y Representantes que hagan buenas leyes y buen control político al ejecutivo.
Y –principalmente- elegir un buen Presidente de la República, alguien que respete la Constitución, que respete la democracia que tenemos, aún con todos sus defectos, y la economía de mercado. De lo contrario, es mejor ni pensarlo…
(En una próxima entrega nos referiremos a la economía internacional, el problema de la inflación, algunos de los otros retos del próximo gobierno y al panorama económico regional).
Por Carlos A. Maestre Maya. Analista económico.