Luego de una adolescencia acompañada por el deporte, una tragedia familiar marcó la vida de Jarlinson Quintero, quien a los 25 años ya pesaba 130 kilos, culpa de sus malos hábitos. Casi diez años después logró cambiar su estilo de vida y salir de la obesidad.
La obesidad suele ser el resultado de ingerir más calorías de las que se queman durante el ejercicio y las actividades diarias normales. En pocas líneas, así se define uno de los mayores problemas para la salud pública mundial.
Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso.
Este mes se conmemoró el Día Mundial de la Obesidad. En ese sentido, EL PILÓN dialogó con Jarlinson Quintero, profesional de la salud y quien hace más de 10 años cayó en la obesidad.
Apoyado en sus conocimientos profesionales, hace poco más de un año decidió cambiar sus rutinas diarias para enfrentar una enfermedad que puso en riesgo su vida. Mostrando sus resultados, ahora quiere ser ejemplo.
El sedentarismo es la principal causa de la obesidad. Con la cuarentena y encerrados en casa se aumentaron los casos de obesidad. Es que una obesidad puede marcarse en dos meses. ¿Y qué es la obesidad? Es el exceso de grasa acumulada en el cuerpo. Esto nos lleva a enfermedades coronarias, infartos, derrames cerebrales, diabetes, tipos de cáncer, sobre todo el de colón, y un sinnúmero de patologías que se desprenden.
Es que al momento que decides no caminar ni implementar algún deporte en tu vida le abriste la puerta a la obesidad. Ese fue mi caso.
Hasta la edad de 20 años fui deportista, manejaba un peso normal. Era arquero de la Selección Bolívar. A los 20 años muere mi padre y yo le abrí el campo a esa enfermedad. Dejé el deporte y me entregué a la comida, el alcohol y a todos los malos hábitos.
Cuando tenía 25 años ya estaba obeso, pesaba 130 kilos cuando mi peso promedio debería ser 75 kilos.
Primero que todo, sicológicamente te afecta aunque se quiera ocultar la realidad. No se le demuestra al mundo la afectación sicológica. Esa es la parte más oscura de la obesidad. Te cambia el carácter, porque, por ejemplo, te miro y veo que te ríes con tu compañero y yo creo que te burlas de mí.
Uno se cohíbe de las salidas sociales, porque además de creer que todos se burlan de ti, si vas a comprar o medirte ropa nada te queda bien. Me volví cliente de Arturo Calle, porque era el único que vendía ropa para las personas con obesidad.
Yo inicié el año pasado la dieta. Demoré en la obesidad 12 años. Vivo de milagro, me favoreció la juventud. Me llegó un tamizaje de mi ARL en octubre del año pasado, pesaba 126 kilos. Yo venía haciendo dietas intermitentes: dos días sí, un mes no. Sobrepasé la obesidad mórbida, que es la peor.
Me iban a mandar a operar, pero yo dije que podía solo. A partir del 26 de octubre del 2019 cambié radicalmente mi alimentación, pero yo nunca dejé de comer. Cambié las comidas chatarras por alimentos saludables: si me comía tres porciones de arroz, la reduje a una. Esas dos porciones que quité las complementaba con ensaladas. Yo sentía que estaba lleno.
Justo por eso, porque dejan de comer y la ansiedad nos termina consumiendo. Yo nunca dejé de comer.
Llevo un año y no he terminado. El objetivo es estar en 85 kilos, en estos momentos estoy en 95. Partí de 126 kilos, he perdido 31 kilos en un año, sin descompensaciones.
La ansiedad, pero la vencí sin dejar de comer. Yo hacía dietas que dejaba de comer y la ansiedad me ganaba. Ese es el mayor gigante, porque estamos ansiosos por factores emocionales o del trabajo.
Por lo regular, las personas con obesidad son de buen comer. Anteriormente yo almorzaba y tipo 3:30 me caía el hambre. Al frente del trabajo tengo una panadería: me iba y compraba pan y gaseosa. Al momento que decidí cambiar mi hábitos, ya no iba a la panadería, sino a la tienda y me compraba un maní, una manzana, una fruta, algo saludable.
Entonces, yo estaba comiendo pero saludable, y así se pasaba el hambre y controlaba la ansiedad.
Es normal. El problema es lo que consumimos. A las 9:00 de la mañana podemos comernos una manzana y está bien. Igual a las 3:00 de la tarde. El problema es que consumamos un pan o comida chatarra.
Claro. Ahora me siento realizado, ni cuando me gradué de la universidad me sentía así, porque la obesidad era una espina en mi talón que no me dejaba sentirme bien. Mejoró integralmente mi vida.
Claro, las personas terminan comiendo lo primero que encuentren. En la tienda se tomó una gaseosa, productos que no alimentan. E incluso, la mente no es la misma, deja de ser creativa cuando no nos alimentamos bien.
Hay que sacar excusas para hacer ejercicio, por ejemplo, irse caminando para el trabajo. Hay que sacar excusas para alimentarnos bien.
Se sufre. Te estás desprendiendo de algo que genera placer; estar sentado genera placer. Pero cuando ya vez los primeros resultados eso anima a continuar. Cuando vi que perdí los primeros 15 kilos eso me animaba a continuar. Y ahora tengo más ganas aún, porque ya es visible para las personas.
No nos hagamos objetivos cortos porque fracasamos. El objetivo debe ser general. El cambio requiere tiempo. Esto no es de un mes, de dos meses. Si quieres un cambio rápido entonces tiene que ir a un quirófano. Pero lo mejor es ir paso a paso.
Segundo, mentalizarse que debemos perder peso por salud, más que por belleza física. Y por supuesto, cuando se logre ese objetivo, prolongaremos nuestra vida.
Por Redacción/EL PILÓN.
Luego de una adolescencia acompañada por el deporte, una tragedia familiar marcó la vida de Jarlinson Quintero, quien a los 25 años ya pesaba 130 kilos, culpa de sus malos hábitos. Casi diez años después logró cambiar su estilo de vida y salir de la obesidad.
La obesidad suele ser el resultado de ingerir más calorías de las que se queman durante el ejercicio y las actividades diarias normales. En pocas líneas, así se define uno de los mayores problemas para la salud pública mundial.
Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso.
Este mes se conmemoró el Día Mundial de la Obesidad. En ese sentido, EL PILÓN dialogó con Jarlinson Quintero, profesional de la salud y quien hace más de 10 años cayó en la obesidad.
Apoyado en sus conocimientos profesionales, hace poco más de un año decidió cambiar sus rutinas diarias para enfrentar una enfermedad que puso en riesgo su vida. Mostrando sus resultados, ahora quiere ser ejemplo.
El sedentarismo es la principal causa de la obesidad. Con la cuarentena y encerrados en casa se aumentaron los casos de obesidad. Es que una obesidad puede marcarse en dos meses. ¿Y qué es la obesidad? Es el exceso de grasa acumulada en el cuerpo. Esto nos lleva a enfermedades coronarias, infartos, derrames cerebrales, diabetes, tipos de cáncer, sobre todo el de colón, y un sinnúmero de patologías que se desprenden.
Es que al momento que decides no caminar ni implementar algún deporte en tu vida le abriste la puerta a la obesidad. Ese fue mi caso.
Hasta la edad de 20 años fui deportista, manejaba un peso normal. Era arquero de la Selección Bolívar. A los 20 años muere mi padre y yo le abrí el campo a esa enfermedad. Dejé el deporte y me entregué a la comida, el alcohol y a todos los malos hábitos.
Cuando tenía 25 años ya estaba obeso, pesaba 130 kilos cuando mi peso promedio debería ser 75 kilos.
Primero que todo, sicológicamente te afecta aunque se quiera ocultar la realidad. No se le demuestra al mundo la afectación sicológica. Esa es la parte más oscura de la obesidad. Te cambia el carácter, porque, por ejemplo, te miro y veo que te ríes con tu compañero y yo creo que te burlas de mí.
Uno se cohíbe de las salidas sociales, porque además de creer que todos se burlan de ti, si vas a comprar o medirte ropa nada te queda bien. Me volví cliente de Arturo Calle, porque era el único que vendía ropa para las personas con obesidad.
Yo inicié el año pasado la dieta. Demoré en la obesidad 12 años. Vivo de milagro, me favoreció la juventud. Me llegó un tamizaje de mi ARL en octubre del año pasado, pesaba 126 kilos. Yo venía haciendo dietas intermitentes: dos días sí, un mes no. Sobrepasé la obesidad mórbida, que es la peor.
Me iban a mandar a operar, pero yo dije que podía solo. A partir del 26 de octubre del 2019 cambié radicalmente mi alimentación, pero yo nunca dejé de comer. Cambié las comidas chatarras por alimentos saludables: si me comía tres porciones de arroz, la reduje a una. Esas dos porciones que quité las complementaba con ensaladas. Yo sentía que estaba lleno.
Justo por eso, porque dejan de comer y la ansiedad nos termina consumiendo. Yo nunca dejé de comer.
Llevo un año y no he terminado. El objetivo es estar en 85 kilos, en estos momentos estoy en 95. Partí de 126 kilos, he perdido 31 kilos en un año, sin descompensaciones.
La ansiedad, pero la vencí sin dejar de comer. Yo hacía dietas que dejaba de comer y la ansiedad me ganaba. Ese es el mayor gigante, porque estamos ansiosos por factores emocionales o del trabajo.
Por lo regular, las personas con obesidad son de buen comer. Anteriormente yo almorzaba y tipo 3:30 me caía el hambre. Al frente del trabajo tengo una panadería: me iba y compraba pan y gaseosa. Al momento que decidí cambiar mi hábitos, ya no iba a la panadería, sino a la tienda y me compraba un maní, una manzana, una fruta, algo saludable.
Entonces, yo estaba comiendo pero saludable, y así se pasaba el hambre y controlaba la ansiedad.
Es normal. El problema es lo que consumimos. A las 9:00 de la mañana podemos comernos una manzana y está bien. Igual a las 3:00 de la tarde. El problema es que consumamos un pan o comida chatarra.
Claro. Ahora me siento realizado, ni cuando me gradué de la universidad me sentía así, porque la obesidad era una espina en mi talón que no me dejaba sentirme bien. Mejoró integralmente mi vida.
Claro, las personas terminan comiendo lo primero que encuentren. En la tienda se tomó una gaseosa, productos que no alimentan. E incluso, la mente no es la misma, deja de ser creativa cuando no nos alimentamos bien.
Hay que sacar excusas para hacer ejercicio, por ejemplo, irse caminando para el trabajo. Hay que sacar excusas para alimentarnos bien.
Se sufre. Te estás desprendiendo de algo que genera placer; estar sentado genera placer. Pero cuando ya vez los primeros resultados eso anima a continuar. Cuando vi que perdí los primeros 15 kilos eso me animaba a continuar. Y ahora tengo más ganas aún, porque ya es visible para las personas.
No nos hagamos objetivos cortos porque fracasamos. El objetivo debe ser general. El cambio requiere tiempo. Esto no es de un mes, de dos meses. Si quieres un cambio rápido entonces tiene que ir a un quirófano. Pero lo mejor es ir paso a paso.
Segundo, mentalizarse que debemos perder peso por salud, más que por belleza física. Y por supuesto, cuando se logre ese objetivo, prolongaremos nuestra vida.
Por Redacción/EL PILÓN.