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Columnista - 28 marzo, 2016

Pelea de tigre con burro amarrado

Recapitulemos. Colombia y Nicaragua desde hace marras están inmersos en un conflicto que pone en entredicho los actuales límites de sus aguas territoriales. Colombia ha defendido siempre el statu quo, es decir las cosas deben seguir como están, con fundamento en los tratados existentes y Nicaragua optó por llevar sus reclamos a la Corte Internacional […]

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Recapitulemos. Colombia y Nicaragua desde hace marras están inmersos en un conflicto que pone en entredicho los actuales límites de sus aguas territoriales. Colombia ha defendido siempre el statu quo, es decir las cosas deben seguir como están, con fundamento en los tratados existentes y Nicaragua optó por llevar sus reclamos a la Corte Internacional de La Haya, del cual hacíamos parte en virtud del Pacto de Bogotá. Hasta ahí todo está claro. Cada país contrató abogados expertos en el tema para que defendiera sus intereses de la mejor manera posible. Es decir, se aceptó la tercería de la Corte Internacional de La Haya. Significa que los países en conflicto se someten a la decisión de este alto Tribunal, por considerarlo idóneo para dirimir el diferendo.

El fallo, en este y en cualquier litigio, es siempre una contingencia. La decisión de la Corte fue la de conceder a Colombia soberanía sobre los cayos de Albuquerque, Bajo Nuevo, Quitasueño, Roncador, Serrana y Serranilla, y otorgar a Nicaragua más de setenta mil metros cuadrado de mar territorial. Colombia decidió no acatar la sentencia y procedió de inmediato a retirarse del acuerdo de Bogotá. Sucede que en ese primer fallo quedaron asuntos pendientes de ser resueltos, y es así como Nicaragua solicita un segundo pronunciamiento para dirimirlos, considerando que se trata de una misma demanda. En respuesta a lo anterior Colombia expresa que se trata de una nueva demanda sobre un asunto que ya fue resuelto y que hace tránsito a cosa juzgada, y consideró que la Corte carece de competencia, toda vez que Colombia se retiró del Pacto de Bogotá. La Corte de La Haya se pronunció recientemente y dijo que no se trata de una nueva demanda, sino que la reclamación de Nicaragua hace parte de la reclamación inicial y, por consiguiente, se declaró competente para conocer del asunto. La respuesta de Colombia, no se hizo esperar y opta por la contumacia, es decir, no comparecerá al proceso.

La pregunta es: ¿Por el hecho de que una de las partes no comparezca al proceso, deslegitima el fallo que eventualmente pueda proferir la Corte? Considero que no. Luego a Colombia solo le queda una opción, negociar directamente con Nicaragua el diferendo limítrofe, mientras que Nicaragua, en caso de no llegar al acuerdo con Colombia, tendrá la posibilidad de obtener un fallo favorable que le reconocerá derechos sobre las áreas marinas en disputa. Lo dicho: Es pelea de tigre con burro amarrado.

Columnista
28 marzo, 2016

Pelea de tigre con burro amarrado

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Recapitulemos. Colombia y Nicaragua desde hace marras están inmersos en un conflicto que pone en entredicho los actuales límites de sus aguas territoriales. Colombia ha defendido siempre el statu quo, es decir las cosas deben seguir como están, con fundamento en los tratados existentes y Nicaragua optó por llevar sus reclamos a la Corte Internacional […]


Recapitulemos. Colombia y Nicaragua desde hace marras están inmersos en un conflicto que pone en entredicho los actuales límites de sus aguas territoriales. Colombia ha defendido siempre el statu quo, es decir las cosas deben seguir como están, con fundamento en los tratados existentes y Nicaragua optó por llevar sus reclamos a la Corte Internacional de La Haya, del cual hacíamos parte en virtud del Pacto de Bogotá. Hasta ahí todo está claro. Cada país contrató abogados expertos en el tema para que defendiera sus intereses de la mejor manera posible. Es decir, se aceptó la tercería de la Corte Internacional de La Haya. Significa que los países en conflicto se someten a la decisión de este alto Tribunal, por considerarlo idóneo para dirimir el diferendo.

El fallo, en este y en cualquier litigio, es siempre una contingencia. La decisión de la Corte fue la de conceder a Colombia soberanía sobre los cayos de Albuquerque, Bajo Nuevo, Quitasueño, Roncador, Serrana y Serranilla, y otorgar a Nicaragua más de setenta mil metros cuadrado de mar territorial. Colombia decidió no acatar la sentencia y procedió de inmediato a retirarse del acuerdo de Bogotá. Sucede que en ese primer fallo quedaron asuntos pendientes de ser resueltos, y es así como Nicaragua solicita un segundo pronunciamiento para dirimirlos, considerando que se trata de una misma demanda. En respuesta a lo anterior Colombia expresa que se trata de una nueva demanda sobre un asunto que ya fue resuelto y que hace tránsito a cosa juzgada, y consideró que la Corte carece de competencia, toda vez que Colombia se retiró del Pacto de Bogotá. La Corte de La Haya se pronunció recientemente y dijo que no se trata de una nueva demanda, sino que la reclamación de Nicaragua hace parte de la reclamación inicial y, por consiguiente, se declaró competente para conocer del asunto. La respuesta de Colombia, no se hizo esperar y opta por la contumacia, es decir, no comparecerá al proceso.

La pregunta es: ¿Por el hecho de que una de las partes no comparezca al proceso, deslegitima el fallo que eventualmente pueda proferir la Corte? Considero que no. Luego a Colombia solo le queda una opción, negociar directamente con Nicaragua el diferendo limítrofe, mientras que Nicaragua, en caso de no llegar al acuerdo con Colombia, tendrá la posibilidad de obtener un fallo favorable que le reconocerá derechos sobre las áreas marinas en disputa. Lo dicho: Es pelea de tigre con burro amarrado.