Yo soy de la época en que, entre Colombia, Venezuela y Ecuador se estaba consolidando un mercado ampliado, con más de 800.000 compradores (no respondo por las cifras, pero creo que los compradores de vehículos estaban en 350.000, 270.000 y 170.000 al año), y cuando todo andaba mejor, y el futuro se avizoraba más próspero, […]
Yo soy de la época en que, entre Colombia, Venezuela y Ecuador se estaba consolidando un mercado ampliado, con más de 800.000 compradores (no respondo por las cifras, pero creo que los compradores de vehículos estaban en 350.000, 270.000 y 170.000 al año), y cuando todo andaba mejor, y el futuro se avizoraba más próspero, se encaramaron en sus respectivas Sillas Presidenciales (la del Palacio de Miraflores y la del Palacio de Carondelet) dos (2) mandatarios de izquierda que nunca olvidarán los autopartistas de Colombia, que con gran esfuerzo habían desarrollado empresas con miras al ¨mercado ampliado¨ que había costado tanto trabajo, en Bucaramanga (ejes), en la Sabana de Bogotá (arneses, baterías, llantas, amortiguadores… y cuanto repuesto ustedes puedan imaginar, para los chamos, los querendones trasnochadores y morenos, y los del Chimborazo… un sueño que se fue al cesto de la basura y de la retórica).
Chávez no solo acabó con las ensambladoras (la última que cerró fue GM Colmotores, el año pasado), sino que de paso acabó con nuestra industria de autopartes.
Por su parte, Correa cerró la frontera de Tulcán a las tractomulas de las autopartes colombianas, porque olía a capitalismo, aún para un egresado de Harvard, y ahí fue que todo dio al traste para los pobres empresarios que ya habían despachado los repuestos que nunca les pagaron. La última feria de autopartes en Corferias – organizada por Asopartes contra viento y marea- daba grima, porque todo lo que se veía en los estantes venía con instrucciones en portugués brasileño.
Aún quedan titanes que con los dólares que guardaron en Miami para mejores tiempos están trayendo maquinaria de última tecnología para surtir el mercado de autopartes, que ampliado ya se avizora nuevamente en el horizonte. GM Colmotores, por su parte, se anticipó a todos con su planta de estampados en el predio que tiene en el Barrio Venecia, el último esfuerzo de la corporación para que aquellas instalaciones junto al río Tunjuelito no se conviertan en un simple alistadero de vehículos importados. Eduardo Bayón no lo hubiera querido.
Hoy en Colombia disfrutamos de la comodidad de que se consiguen con facilidad toda clase repuestos de alta rotación (los que el vehículo consume habitualmente cuando frenamos, metemos los cambios o cogemos un hueco), y ¨los demás¨- como dice en el numeral 1.2.2.2.3 de la Circula Única de la SIC, consultable en www.sic.gov.co. –nos los traen por mar o aire, las distintas marcas que importan toda clase de vehículos al país, poniendo en ello su mayor empeño porque para eso existe la SIC.
Compárense con nuestros vecinos del bravo Apure y del nido de amor de Chorlavi. Saquen sus propias conclusiones.
Por Rodrigo Bueno Vásquez
Yo soy de la época en que, entre Colombia, Venezuela y Ecuador se estaba consolidando un mercado ampliado, con más de 800.000 compradores (no respondo por las cifras, pero creo que los compradores de vehículos estaban en 350.000, 270.000 y 170.000 al año), y cuando todo andaba mejor, y el futuro se avizoraba más próspero, […]
Yo soy de la época en que, entre Colombia, Venezuela y Ecuador se estaba consolidando un mercado ampliado, con más de 800.000 compradores (no respondo por las cifras, pero creo que los compradores de vehículos estaban en 350.000, 270.000 y 170.000 al año), y cuando todo andaba mejor, y el futuro se avizoraba más próspero, se encaramaron en sus respectivas Sillas Presidenciales (la del Palacio de Miraflores y la del Palacio de Carondelet) dos (2) mandatarios de izquierda que nunca olvidarán los autopartistas de Colombia, que con gran esfuerzo habían desarrollado empresas con miras al ¨mercado ampliado¨ que había costado tanto trabajo, en Bucaramanga (ejes), en la Sabana de Bogotá (arneses, baterías, llantas, amortiguadores… y cuanto repuesto ustedes puedan imaginar, para los chamos, los querendones trasnochadores y morenos, y los del Chimborazo… un sueño que se fue al cesto de la basura y de la retórica).
Chávez no solo acabó con las ensambladoras (la última que cerró fue GM Colmotores, el año pasado), sino que de paso acabó con nuestra industria de autopartes.
Por su parte, Correa cerró la frontera de Tulcán a las tractomulas de las autopartes colombianas, porque olía a capitalismo, aún para un egresado de Harvard, y ahí fue que todo dio al traste para los pobres empresarios que ya habían despachado los repuestos que nunca les pagaron. La última feria de autopartes en Corferias – organizada por Asopartes contra viento y marea- daba grima, porque todo lo que se veía en los estantes venía con instrucciones en portugués brasileño.
Aún quedan titanes que con los dólares que guardaron en Miami para mejores tiempos están trayendo maquinaria de última tecnología para surtir el mercado de autopartes, que ampliado ya se avizora nuevamente en el horizonte. GM Colmotores, por su parte, se anticipó a todos con su planta de estampados en el predio que tiene en el Barrio Venecia, el último esfuerzo de la corporación para que aquellas instalaciones junto al río Tunjuelito no se conviertan en un simple alistadero de vehículos importados. Eduardo Bayón no lo hubiera querido.
Hoy en Colombia disfrutamos de la comodidad de que se consiguen con facilidad toda clase repuestos de alta rotación (los que el vehículo consume habitualmente cuando frenamos, metemos los cambios o cogemos un hueco), y ¨los demás¨- como dice en el numeral 1.2.2.2.3 de la Circula Única de la SIC, consultable en www.sic.gov.co. –nos los traen por mar o aire, las distintas marcas que importan toda clase de vehículos al país, poniendo en ello su mayor empeño porque para eso existe la SIC.
Compárense con nuestros vecinos del bravo Apure y del nido de amor de Chorlavi. Saquen sus propias conclusiones.
Por Rodrigo Bueno Vásquez